GEMA ESTUDILLO | La figura legendaria de Ana Blandiana, poeta rumana e intelectual opositora del régimen de Ceausescu, se extiende, desde hace poco más de un lustro, por los estantes de la sección de poesía de las más selectas librerías de nuestro país. La labor encomiable, que han ejercido algunos traductores en las últimas décadas, ha hecho posible el acceso a una de las más relevantes poetas vivas del siglo XX. Traducida a más de veinte idiomas y siempre candidata al premio Nobel, Blandiana ha sido, hasta hace poco, casi desconocida para el gran público. En este contexto, es de agradecer el esfuerzo que Galaxia Gutenberg viene realizando para cubrir este vacío, que a los amantes de la literatura europea nos resultaba difícil sortear y que llenábamos bien abusando de la amabilidad de amigos extranjeros, bien visitando librerías durante nuestros viajes fuera del país.
Desde que Natalia Carbajosa, una de las traductoras, puso el libro en mis manos, no he podido dejar de leerlo absorta en cada uno de los poemas, leyendo, releyendo, anotando y subrayando los textos, que es únicamente como uno puede llegar a captar la semilla de luz que hay en cada uno de ellos.
Natalia Carbajosa y Viorica Patea han sido las encargadas de trasplantar esa semilla al sustrato castellano que ahora la acoge. No puedo menos que decir, que el impecable resultado de su trabajo en equipo ha sido magistral y que, aunque la labor ha sido realizada a cuatro manos, en ellas tan sólo se percibe un corazón delicado y cuidadoso, conocedor de la fragilidad que ambas traductoras se traen entre manos.
Un ángel manchado de hollín es el título de esta antología (Galaxia Gutenberg, octubre 2021) que recoge tres de los más importantes libros de la poeta (Estrella predadora de 1985, La arquitectura de las olas de 1990 y El reloj sin horas de 2016), además de otros cuatro poemas de juventud que fueron publicados en la revista Amfiteatru y por los que Blandiana fue censurada. “Un pueblo entero/ que aún no ha nacido, pero condenado a nacer, feto junto a feto,...” o “A través de los cuerpos atormentados de las mujeres” rezan los primeros versos del poema La cruzada de los niños, en el que denuncia explícitamente el brutal programa de natalidad al que estaban sometidas las mujeres rumanas durante el régimen de Ceausescu.
En Estrella predadora, Blandiana se expresa mediante la óptica de la mujer obrera que fue, una vez usurpado su derecho a realizar estudios universitarios por la publicación de su primer poema a los diecisiete años. Un gélido grito de dolor ante la impotencia por vencer la represión: la madrugada helada, la soledad encogida que se arrastra por la nieve al toque de una campana que tañe, las luces de las fábricas a lo lejos bajo un oscuro cielo de cristal: “ ¿ En qué piensas cuando ves/ un arcángel manchado de hollín? En la contaminación de la estratosfera, claro está… Un arcángel manchado de hollín/ puede ser un arcángel que / se haya prendido fuego/ olvidando que no puede arder…” Mientras leo a Blandiana, pienso en los versos de Leonard Cohen, junto a cuyo nombre siempre apareció el suyo en las quinielas del gran premio sueco. En la aparente oscuridad de la poética de Blandiana, “ hay una grieta y por ella entra la luz”. Estrella predadora es un canto a la esperanza ante el demoledor avance de las políticas de la URSS, ese país inventado en cuya bandera lucía una estrella sobre la punta de la hoz.
Los poemas de Blandiana fueron distribuidos en ediciones clandestinas, copiados a mano y aprendidos de memoria por aquellas personas a las que su luz alentaba a no desfallecer. Sorprendentemente en 1990, tras la caída del comunismo, apareció publicado La arquitectura de las olas, en palabras de la profesora Patea,“un documento de la historia colectiva escrito contra el olvido” y, como quien sostiene exhausta la antorcha durante tanto tiempo evitando que su luz se apague hasta llegar al dintel de un nuevo tiempo, “su libro más sombrío” :
“Esperando durante decenios/ que la llave gire en la cerradura/ cada vez más herrumbrosa” en el poema Fundición del frío o “Todo cambia,/ ha cambiado/ o cambiará, / a las rocas les crecen raíces/ y brotan” en Paso.
Si una vez alzó la voz contra el presente, aquí Blandiana la alza contra el olvido y contra los que se empeñan en invisibilizar injusticias y abusos en pro de una supuesta democracia: “Mientras la justicia no logre ser una forma de memoria, la memoria en sí puede ser una forma de justicia” nos recuerda lúcidamente en muchos de sus ensayos.
El último de los libros de la antología es El reloj sin horas, su décimo sexto libro de la autora. Como a todos los grandes autores les ocurre, el verso de Blandiana se hace más sencillo y meditativo. El combate aquí es contra el tiempo, la deshumanización de una sociedad cada vez menos solidaria, menos comunicativa y más ensimismada. Es quizás su libro más universal. Los versos “Poder elegir/ entre implicarse o simplemente estar,/ el valor entre el sufrimiento de gritar/ y el silencio “, de su poema Vacío desgarrado, manifiestan ya de qué lado está siempre la poeta. O, “ Todo lo que no entiendo/ permanece en mí” en Residuos. ¿Qué más se puede decir de su altura poética y su compromiso social a lo largo del tiempo?
La antología se abre con una interesante introducción de la traductora Viorica Patea, profesora de la Universidad de Salamanca, que sin duda agradecerá aquel lector que se acerque por primera vez a la obra de esta gran poeta, así como un Apéndice que nos hace más clarividente si Ars Poética. La cuidada edición a cargo del poeta y traductor Jordi Doce y el agudo sentido de ritmo poético y tono con el que Natalia Carbajosa, traductora, poeta y también profesora universitaria, ha pulido los versos, rematan un trabajo poliédrico cuyo resultado es la talla de una preciada pieza artística, sólida, rigurosa y de gran calidad literaria, que ningún buen lector de poesía debe dejar pasar.
Un arcángel manchado de hollín (Galaxia Guntenberg, 2021) | Ana Blandiana |Traducción del rumano de Viorica Platea y Natalia Carbajosa |480 páginas | 24 euros