Mientras los mortales duermen
Kurt Vonnegut, Jr.
Sexto Piso, 2011
ISBN: 978-84-96867-94-9
256 páginas
19,95 €
Traducción de Jesús Gómez Gutiérrez
Fran G. Matute
Mucho me temo que esta reseña va a terminar siendo más un cántico a la figura de Kurt Vonnegut Jr. que una recensión propiamente dicha de Mientras los mortales duermen (2011). Y lo será, no por demérito de la obra en sí sino por la pasión con la que abrazamos cualquier texto nuevo que vea la luz del celebrado autor de Matadero cinco (1969), por lo que no encontramos mejor excusa que la publicación por Sexto Piso de la obra póstuma del gran KV para hablar de uno de los escritores más perspicaces de todos los tiempos.
Pero antes de sumergirnos en la importancia vital de un autor tan relevante, es justo contextualizar la obra que nos traemos entre manos. Mientras los mortales duermen es la última colección de relatos publicados tras el fallecimiento de Vonnegut Jr. allá por 2007. Anteriormente han visto la luz Armaggedon in Retrospect (2008) -ésta aún inédita en España- y Mire al pajarito (2009), recuperada igualmente por Sexto Piso (editorial a la que hay que aplaudir no sólo la osadía de rescatar estos títulos sino su impagable labor por dar a conocer a otros contemporáneos norteamericanos de KV como William Gaddis o Donald Barthelme).
Todos los cuentos incluidos en estas colecciones son inéditos y están gestionados por el ‘trust’ que dejó constituido el autor tras su fallecimiento. Desconozco, evidentemente, los términos, condiciones o calendarios establecidos para la publicación póstuma de toda esta obra, pero tiene uno la impresión de que el viejo Vonnegut Jr. lo dejó todo atado y bien atado, pues la calidad de estos textos es espectacular y no desmerece en absoluto en comparación con sus grandes obras narrativas. Y hacemos insistencia en este asunto para despejar cualquier duda sobre la relevancia literaria de estas colecciones póstumas. No estamos (o al menos, insisto, no tenemos esa impresión) ante la publicación desesperada de unos herederos ávidos por explotar el legado del abuelo escritor en pos de regalías hereditarias. Es más, creemos firmemente que estos relatos deben formar parte del ‘corpus’ literario esencial de su autor, a la misma altura que Cuna de gatos (1963) o El desayuno de los campeones (1973). Así de sólidos los percibimos. Así de consistentes. Así de importantes.
Expuesto lo anterior, ya podemos babear a gusto. ¿Por qué nos atrae tanto lo que escribe Kurt Vonnegut Jr.? Si dejáramos al margen su fascinante vida personal (participó en la Segunda Guerra Mundial y vivió en primera persona el atroz bombardeo a Dresde, ha sido profesor universitario pero también representante de General Electric, es pintor ocasional y un defensor a ultranza de los derechos civiles, tiene siete hijos y varios adoptados y un asteroide lleva su nombre…) y nos centráramos en lo que escribe ¿dónde residiría su genio creador? Kurt Vonnegut Jr. no es un escritor avasallador o virtuoso. No percibimos en su forma de escribir ningún signo de grandeza, de diferenciación formal. ¿Y de qué escribe KV? En términos generales, de gente como tú y como yo. Su prototipo de héroe es un señor de mediana edad, que gasta chaqueta de cuadros imposibles, que vende coches usados y que cuando llega a casa su amada esposa le espera con una tarta de arándanos enfriándose en el alféizar.
Así que si no escribe de forma distinta a los demás y su temática no es especialmente interesante ¿qué hace tan relevante a Vonnegut Jr.? Diríamos que la sutileza, la ironía, el punto de vista que ofrece sobre las cosas cotidianas. La obra de Vonnegut Jr. es como si estuviera escrita por un extraterrestre que llegase a la Tierra y mandara a sus superiores un informe sobre qué hacen los seres humanos en el día a día. Baste recordar que su ‘alter ego’ es Kilgore Trout, un olvidado escritor de ciencia-ficción, visionario y cínico, que con su presencia secundaria ha ido hilando toda la obra literaria de Vonnegut Jr. Porque hasta las obras de ciencia-ficción de KV, como Las sirenas de Titán (1959) o Galápagos (1985), también rezuman humanidad. Y es evidente que los propios traumas vividos durante la guerra son los que han moldeado este punto de vista tan distante que toma Vonnegut Jr. a la hora de acercarse a su material literario.
Todo lo anterior queda expuesto, de forma palpable, en los relatos que configuran Mientras los mortales duermen, por lo que esta colección póstuma termina siendo no ya un punto de llegada, sino más bien de partida para conocer -si aún no estás familiarizado con la obra de Vonnegut Jr.- de qué va este autor tan fundamental. Encontraréis relatos de hombres que aman a robots, de mujeres enamoradas de enanos que regentan un cementerio, de hombres que se baten en duelo artístico por culpa de sus mujeres, de maridos obsesionados con maquetas de trenes y abnegadas esposas que deben lidiar con ello, de fríos y calculadores jefes que sucumben a la Navidad, de abogados que inventan personas, de tristes viudas que se enfrentan a sus horribles suegras… y en estos relatos no vamos a encontrar historias de redención o amor o castigos divinos o moralejas o finales con mensaje. Tampoco vamos a encontrarnos con Kilgore Trout, ya os lo adelanto.
En esencia, es todo mucho más sutil. Vonnegut Jr. nos va a exponer las imbecilidades que hacen los seres humanos desde que se levantan hasta que se acuestan. Y leerlas con tanta clarividencia, artesanía y maestría no sólo resulta fascinante para el lector, si no verdaderamente doloroso. Vonnegut Jr. desnuda al ser humano mejor que cualquier antropólogo. Tiene la capacidad de reírse de sí mismo, pero no lo hace desde una perspectiva cínica. Lo hace con pesadumbre, sí. Pero con el ánimo de que recapacitemos, de que no perdamos el tiempo, de que seamos capaces de dejar de mirarnos al ombligo y miremos el cuadro completo. Y te lo dice un hombre que ha vivido en primera persona los mayores horrores imaginables. De alguna forma, es como si KV se empeñara en hacernos ver que no somos más que un minúsculo ente vivo sin entidad de ningún tipo y que malgastamos, en el fondo, cada segundo de nuestra existencia. Es lo que, a mi juicio, viene a representar uno de los múltiples dibujos de Vonnegut Jr. que se incluyen en esta colección de relatos. Una caricatura del autor sumergido, empequeñecido ante el negro firmamento, las estrellas brillantes, el universo sobre nuestras cabezas. «Algunas de estas son galaxias», reza el título. Algunos de estos relatos también.
¡Qué buena reseña! Así da gusto…