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Así no, Juan José

millás

JOSÉ MANUEL LÓPEZ | Así no, Juan José. Este no es el camino. Sabes que tengo debilidad por tus textos, por tus “articuentos”, por muchas de tus novelas; por tu forma de ver el mundo en definitiva.  Porque tu mirada escudriña la realidad, y descubre lo mágico, lo maravilloso o lo enigmático allí donde otros sólo ven las verdades más banales y cotidianas. Pero esta vez no, Juan José, no en esta línea. Y me engañaste, o me sentí engañado, sí, el día de la presentación de tu última novela en mi ciudad. Fui a verla, a verte, ilusionado por dejarme engatusar por tu discurso de hechicero, por tu encanto a la hora de transmitir tu extraña manera de entender la vida, a sabiendas, ya había estado en alguna que otra presentación tuya, de que la tarde de ese jueves, un jueves más en principio, iba a tornar en una experiencia inolvidable.  Y así fue. No defraudaste. Nos hablaste, me hablaste, de que en tu última novela los personajes no eran personas sino pájaros, o más bien hombres pájaro, como tú, y que Madrid ya no era Madrid, sino Pekín. Comentaste que la única manera en que la ópera puede emocionar es siendo escuchada a través del muro del vecino, y que un simple trayecto en taxi se puede convertir en un verdadero viaje iniciático.

Me vendiste la moto, Juan José, como decimos por aquí. Y no te culpo. Estoy seguro de que tú hablabas de tu libro con un entusiasmo sincero, pero en esta ocasión tu presentación fue muy superior a la novela. Porque en el libro, junto a los prometedores ingredientes de los que hablaste, también encontré un relato en exceso ideologizado – todos conocemos tus ideas políticas, Juan José, que yo, personalmente, comparto- donde todos los empresarios son muy malos, todos los hombres unos guarros que solo piensan en follar y en ser infieles, y en el que todos debemos luchar por cambiar una sociedad que no hace lo suficiente por dar visibilidad a las mujeres… ¿dónde vas Juan José?, si ese no es tu sitio, si tu hábitat se encuentra en un lugar más elevado, y más oscuro, si cuando te pones excesivamente político, Juan José, y lo sabes, te vuelves terriblemente vulgar.  El resultado es una narración que puede llegar a ser muy loable desde el punto de vista de los derechos sociales, pero como objeto literario chirría por maniquea y por su endeblísimo armazón narrativo ¿Y el final, Juan José? Un auténtico despropósito. El típico cierre a lo Álex de la Iglesia: descabellado, incoherente, excesivo… no, no, es que es una autoparodia, irónica, burlesca, a lo Tarantino, es que no lo habéis comprendido… No, Juan José. No cuela ni por ahí.

Que sí, que la novela es fallida no puede negarse, pero eso no impedirá que el año que viene, cuando vuelvas a mi localidad a presentar tu siguiente libro, de nuevo me deje hipnotizar por tus palabras, por tu forma de mostrar tu turbación ante este inquietante mundo que a nadie parece asustar. Ingenuos. Porque te salva tu mirada, Juan José, tu mirada de pájaro. Y tras la presentación, lo mismo hasta compro el libro.

Que nadie duerma (Alfaguara, 2018) | Juan José Millás | 216 páginas / 17 €

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