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Bourdieu & Chartier

El sociólogo y el historiador

Pierre Bourdieu y Roger Chartier

Abada, 2011

ISBN: 978-84-15289-22-7

98 páginas

15 €

Traducción de Paloma Ovejero Walfisch

Prólogo de Roger Chartier

Rafael Suárez Plácido

Así como me interesó mucho leer el año pasado Reflexiones sobre la postmodernidad. Una conversación, de David Sánchez Usanos y Fredric Jameson, en la editorial Abada, este año aun más me ha interesado, El sociólogo y el historiador, en la misma editorial y también una conversación entre Roger Chartier y Pierre Bourdieu. El formato de conversación dirigida acerca estos libros a un público más amplio y hace de ellos medios inmejorables para poder leer con más provecho las obras más específicas de los maestros. Señalar, en este sentido, para presentarlos, que en el primer caso, Fredric Jameson es una de los principales filósofos norteamericanos, que ha estudiado en profundidad el fenómeno de la Postmodernidad, y que en el segundo caso, el sociólogo y entrevistado es Pierre Bourdieu. Hoy día, es cierto que Roger Chartier ha desarrollado una bibliografía más que estimable en el campo de la Historia, pero estas entrevistas tuvieron lugar en 1988, cuando aún no era demasiado conocido fuera de determinados círculos en la Historia en Francia y dirigía un programa de radio sobre Historia, en la emisora France Cultura que se llamaba À voix nue. Si tuviéramos que buscar un referente cercano o semejante en España, tendríamos que acercarnos hasta aquellas mismas fechas y pensar en algunos programas de Radio 3.

De todas formas, aunque conozcamos a Chartier, hay que pensar que Bourdieu es uno de los grandes referentes del Pensamiento en la Europa, yo diría que del mundo, en la segunda mitad del siglo XX. Lamentablemente fallecido en 2002, había desarrollado una obra que podríamos dividir, por poner un eje aleatorio, uno de esos ejes que él también se veía obligado a usar con disgusto en sus investigaciones constantemente, el año de estas conversaciones. Y quizá lo que marque este año sea que ya estaba desarrollando investigaciones sobre Arte y Literatura, mientras antes trataba de temas mucho más específicos de la Sociología. Algunos me preguntarán: ¿pero hay temas que sean específicos de esa disciplina científica? Lo cierto es que atendiendo al amplísimo espectro de temas que trata en su obra Bourdieu, no sabría qué decir. Pero si anteriormente su trabajo se centraba en poblaciones concretas o en hábitos alimenticios, o en espectros de población (obispos, profesores), en 1988 ya está trabajando sobre autores como Manet, Flaubert o Moliere, lo que va a propiciar preguntas tan interesantes y comprometedoras de Chartier como: “¿buscas así una manera de legitimar todo tu trabajo orientándolo hacia los objetos más prestigiosos?”

Seguramente, esta pregunta molestaría, o al menos incomodaría, a muchos otros, sin embargo entre Chartier y Bourdieu no es así. Y no lo es porque establecen un debate científico, en el que, sí, son apasionados, pero ante todo saben que están ofreciendo al oyente, o al lector -en nuestro caso-, una serie de claves sobre la Sociología y sus relaciones con otras disciplinas científicas, como la Historia. Y para ello es necesario que se trate de un diálogo enriquecedor y verdadero, que abra en cada pregunta alguna incógnita interesante y, en cada respuesta, alguna luz que nos aclare algo más en qué mundo vivimos.

El libro se divide en cinco partes, introducidas con un prólogo que escribe el propio Chartier en 2009. Cada una de esas cinco partes se corresponde con uno de los cinco programas de radio, en los que este era presentador y Bourdieu el invitado. Los programas se realizaron en 1988, con motivo de la publicación en Francia, unos meses antes, de Cosas dichas, una serie, precisamente, de intervenciones también orales. El prólogo sitúa el momento en el que se emite el programa, con la bibliografía reciente, y la que aún está por publicarse.

Para Pierre Bourdieu, la vida era su trabajo. Sociología y vida iban de la mano y no siempre con gusto ni placer. Para él ese binomio significaba sufrimiento y pasión. Probablemente le hubiese gustado dedicarse a otra ciencia, porque entendía que la Sociología le llevaba a discusiones permanentes, incluso con sus amigos, incluso con las personas que más apreciaba. Al propio Chartier le decía que la Historia trabaja con materiales mucho más agradecidos, porque son del pasado, entonces es muy complicado herir susceptibilidades. (O no debería, claro, porque sabemos que sí ocurre). Mientras tanto, el sociólogo trabaja con el presente y sus investigaciones son resultado del estudio de la forma de vida de personas que, no sólo están vivas, sino que dependen de esos elementos que son objeto de estudio. Uno se queda con la impresión de que vivimos en el Tiempo de la Mentira. No, no sólo es así ahora. Siempre ha sido así, pero mucho más ahora que antes. Y dentro de ese culto a la mentira hay objetos, o como los llama Bourdieu: campos, que son mucho más propicios a mentir. El mundo del arte y el oficio de intelectual, serían dos buenos ejemplos. Se me ocurre un ejemplo aun más obvio: el crítico.

Imagínense ustedes a alguien que realmente pretendiera desmontar “científicamente” el chiringuito que tienen montado la mayoría de los críticos, y ahí da igual que se trate de lo que se ha llamado “crítica oficial” o la menos oficial, porque casi todos aspiran a ese título. Sería dilapidado sin piedad y, si puede ser, de modo ejemplar para que nadie más cayera en esa tentación. Bien, pues algo así vivía Bourdieu en estos tiempos, y no dejó de vivir así. Es interesante, además, todo lo que dicen al respecto ambos conversadores. Son conscientes de lo falsos que pueden llegar a ser los intelectuales, de cómo van a tratar de transformar el mundo para conseguir demostrar los objetivos que tengan. Y, sin embargo, saben que sólo estos intelectuales van a ser los verdaderos receptores de su trabajo. Es lo que llaman: “la esquizofrenia del sociólogo”. Por otra parte, Bourdieu asume un componente interesante en su personalidad, desde siempre: es polémico, siempre lo ha sido. La polémica es interesante, porque creo que es la manera de avanzar, pero no siempre es fácil de asumir. Por ejemplo, a Bourdieu en 1988 ya le habían llamado lindezas como “terrorista” o “indeseable”. Las ideologías dominantes montan una serie de tabúes y de ellos viven. ¿Cuántas bocas no se callaron en su momento por el miedo a la acusación, por ejemplo, de brujería? Hoy, en los inicios del siglo XXI, la brujería sería una acusación bastante estúpida, pero hay otras (todos sabemos cuáles) que producen el mismo efecto. De todo esto nace en su obra el concepto de la “violencia simbólica”, el sustento de muchas de las injusticias que hoy día tenemos que soportar.

La obra de Bourdieu está ahí, prácticamente editada toda en castellano. Creo que deberíamos conocerla y este librito, El sociólogo y el historiador, es una buena aproximación para quienes aún no lo tengan del todo claro.

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