José Martínez Ros
Historias cortas
Satoshi Kon
Planeta DeAgostini, 2012
ISBN: 978-84-15480-07-5
424 páginas
25 €
Traducción de Marc Bernabé
Es probable que, para buena parte del público, el nombre del reciente y prematuramente fallecido Satoshi Kon no les diga nada, lo cual constituye, sin duda, una importante injusticia. Kon inició su carrera en los ochenta como ‘mangaka‘ y discípulo del ya célebre Otomo, autor del monumental Akira (quizás ha sido la película de animación japonesa que ha causado un mayor impacto en Occidente) para pasarse, luego, como su maestro, al anime, dirigiendo unas cuantas cintas extraordinarias, tanto por la belleza de su diseño como por la desbordante creatividad de sus historias. Siempre a la caza de ideas ajenas, Hollywood no tardó en fijarse en sus obras hasta el punto de rozar el plagio: sólo tienen que comprobar las múltiples similitudes que existen, por ejemplo, entre dos animes de Kon, Perfect Blue y Paprika,y dos películas tan alabadas -por su supuesta originalidad- y premiadas como Cisne negro y Origen.
Planeta DeAgostini ha tenido el acierto de traernos una amplia antología de su obra inicial dentro del mundo del manga, en la que se perciben ya muchas constantes de su estilo aplicado, en este caso, a un buen número de argumentos distintos: personajes desvalidos y desorientados, en muchos casos jóvenes, situaciones enigmáticas y, en ocasiones, irresolubles y -ante todo- una extraordinaria imaginación. Así nos encontramos con fábulas infantiles (El pequeño beisbolista) e idilios adolescentes (Verano de nervios), una sombría -y tremendamente hermosa a nivel visual- parábola sobre la violencia y el honor ambientada en el Japón feudal (Waira), una imaginativa y muy melancólica y divertida variación acerca de la clásica historia de “casa encantada” (Los visitantes) y, por último, dos impresionantes historias de ciencia-ficción. Por un lado, la breve y magnífica Carve, que parece destilar en unas pocas páginas las miles que su maestro, Otomo, dedicó a su genial epopeya postapocalíptica; y, por otro, Cautivos, el relato más extenso, y que tiene una especial importancia, ya que fue su primer manga publicado y el que le abrió las puertas de la industria del cómic japonés y en el que ya nos encontramos una narración ‘made in’ Kon con un protagonista perdido en un universo artificial similar, pero muy anterior cronológicamente, al descrito en Matrix.
King City
Brandon Graham
Debols!llo, 2012. Colección «Best Seller»
ISBN: 978-84-99896-588
192 páginas
9,95 €
Traducción de Manuel Viciano Delibano
Del cómic independiente americano, nos llega King City (Debolsillo), de Brandon Graham, un joven autor que se está consagrando actualmente en Estados Unidos con una de las series más interesantes que ha producido el ‘mainstream’ comiquero en los últimos tiempos y que -no deja de resultar curioso- no es sino un ‘remake’ de un olvidado título de acción de los ochenta: Prophet, una de tantas historias de la época acerca de mercenarioscargados con pistolones gigantescos, que el talento de Graham ha convertido en una exploración cósmica con ecos de la magistral Solaris de Stanislaw Lem y que también esperamos ver en España muy pronto.
En King City, una de sus primeras obras, nos presenta de nuevo un mundo propio, una ciudad futurista plagada de tentadoras sirenas, individuos misteriosos con aún más misteriosos injertos genéticos, bandas de ninjas, ejecutivos caníbales y veteranos de guerras zombi en la que Joe, un ladronzuelo, “amo de gatos” y contrabandista de información, se ve envuelto en una conspiración que no deja de crecer en complejidad y surrealismo. Graham recrea este ámbito lleno de toques ‘pulp’ y humor con un dibujo con trazos aparentemente sencillo y, al tiempo, muy detallista (uno de los muchos atractivos de este cómic es detenerse viñeta a viñeta para apreciar la enorme cantidad de objetos y personajes extraños y desconcertantes que ha desparramado por todas partes su inventivo autor) en la que se percibe la influencia de uno de los más grandes maestros del noveno arte: Moebius. Por momentos, esta King Citynos parece trasladar a los fantásticos (y añorados) universos de Arzak el vigilante, El Incal y El garaje hermético. No se me ocurre un mayor elogio.