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¡Cachondo, únete!

ALEJANDRO LUQUE | Todo es política, pero la política no lo es todo. Aunque a veces lo parezca. Cuando vemos, por ejemplo, documentales sobre la Transición española, a veces da la impresión de que los representantes de los partidos fueron los arquitectos únicos de la consolidación democrática, cuando prácticamente toda la sociedad partidaria del cambio se implicó en la empresa. Entre aquellos agentes, también hubo periodistas, artistas plásticos, músicos, escritores, teatreros y cineastas que pusieron su granito de arena. Y muchos de ellos desfilan por Ángeles bailando en la cabeza de un alfiler, el nuevo libro de Pepe Ribas.

Ribas, barcelonés de 1951, es conocido en todo el orbe como fundador y alma de Ajoblanco, la legendaria revista que llegó a vender 100.000 ejemplares y supuso un soplo de modernidad en aquella España que recién despertaba a la modernidad. El volumen que presenta ahora comprende un buen montón de recuerdos de 1976 y 1977, los años cruciales para la publicación y para la llamada contracultura en nuestro país.

El relato desgrana sin tregua, uno tras otro, nombres y momentos vividos por el autor en aquel inmediato posfranquismo. Un escenario lleno de inquietudes, LSD, sed de cultura y amor por la Naturaleza, sonidos estimulantes y progresiva desinhibición sexual que iban a cambiar muy aprisa la vida de la vieja piel de toro, y a encontrar en Ajoblanco, aquella revista bautizada con el nombre del plato estrella de un bar donde se reunieron Ribas y sus cómplices, un cauce privilegiado.

El lector encontrará en estas páginas nombres tan variados como los escritores Quim Monzó o Agustín García Calvo, artistas como Max, Ceesepe, Nazario, Ocaña o El Hortelano, cineastas como Almodóvar o Iván Zulueta, diseñadores como Mariscal, grupos de teatro como Esperpento, La Cuadra, Els Joglars o Comediants, fotógrafos como Alberto García-Alix o Pablo Pérez Mínguez, o cantantes como Alaska, Jaume Sisa o La banda Trapera del Río y hasta personajes inclasificables como Karmele Marchante, todo ello acompañado por el ruido de fondo de atentados de ETA y los GRAPO, cargas de los grises y consignas de megáfono.

Todos ellos y los hitos que protagonizaron podrían merecer un capítulo propio, incluso un libro. Pero la memoria de Ribas (no siempre infalible, pero estamos ante un libro de recuerdos, no un ensayo científico) se dispara para dibujar ese mosaico de la contracultura (mala traducción del concepto acuñado por Theodore Rozsak) y del underground. Ello no impide que se apunten asuntos muy interesantes como una invitación a la reflexión y a la profundización: por ejemplo, el hecho de que todo un movimiento cultural se desplegara desde múltiples ámbitos sin la contaminación de los discursos políticos, que siempre querrían apropiarse de ellos; la titánica tarea de abrir melones como la liberación sexual, tras décadas de represión decretada por el Franquismo en connivencia con la Iglesia católica, o la oposición a la psiquiatría tradicional, señalada como fuerza no menos represiva y deshumanizadora.

Por último, cabe destacar el papel del humor en la labor desinfectante de un empeño como Ajoblanco, cuyos redactores y simpatizantes desfilaban por las Ramblas al grito de “¡Cachondo, únete!” España estaba cansada de tinieblas y solemnidad, y necesitaba en cambio aire fresco, ideas nuevas, savia nueva para reactivar la vida tras 40 años de letargo. Como temían algunos de los partidarios de esa transformación, la conversión de aquellas manifestaciones creativas en productos de consumo y la capitalización de sus logros por los partidos políticos acabaron dando al traste con muchos de los sueños incubados en aquellos años. Felipe González y el PSOE harían su asalto al poder tres años después de que la primera época de Ajoblanco se diera por clausurada. Lo colectivo iba a dar paso a lo individual, nos esperaban la OTAN y Europa, en breve España no iba a conocerla ni la madre que la parió. Pero la aventura de la revista, su tal vez ingenuo, pero honesto empeño de cambiar el mundo, ya estaba escrita y había dado sus frutos.  

Ángeles bailando en la cabeza de un alfiler (Libros del Ko, 2024) | Pepe Ribas | 326 páginas | 22.90 euros

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