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Carritos rigurosamente vigilados

JOSE TORRES | ¿Cuánto tiempo de nuestra vida dedicamos a comprar en supermercados y centros comerciales? Hay estudios que ponen cifras a esa pregunta; 40 minutos de media a la semana, y el sábado es el día preferido de los españoles para llenar la cesta de la compra. Es indudable que nuestros hábitos de compra no tienen nada que ver con los de nuestros padres, por no retrotraernos demasiado en el tiempo. Las tiendas de barrio, donde se fiaba y se conocía al cliente, y contribuían a sostener el andamiaje del barrio, se baten en retirada ante la pujanza de las grandes cadenas de hipermercados. Ordenados, asépticos, programados para tentar sin misericordia al consumidor, los supermercados forman parte ya de nuestra cultura y de nuestra memoria.

Annie Ernaux, escritora francesa, autora entre otros de La mujer helada y No he salido de mi noche, es una consumidora más, y también dedica parte de su tiempo a comprar, en este caso en un supermercado de la cadena francesa Alcampo. Durante un año, Ernaux llevó un diario de sus visitas al hipermercado, esforzándose en captar aquello que para cualquiera de nosotros, ausentes de su talento como escritora, pasaría desapercibido. La mirada de Ernaux no es belicosa, no es su intención demonizar a estos gigantes del consumo. Al contrario, confiesa abiertamente que la compra en el Alcampo del centro comercial de Les Trois-Fontaines, en la región de París, forma parte de sus hábitos, y le produce el mismo placer que desayunar o tomarse una copa de vino. Es este uno de los grandes aciertos del libro, de este divertimento, (no, no se trata de gran literatura, a dios gracias) que nos regala la autora francesa. Con su privilegiada mirada de voyeur, Annie Ernaux desgrana la sociología que el microcosmos del híper esconde. Ahí están las secciones para bolsillos pudientes, en las que los avisos de “robar no merece la pena”, “prohibido consumir en el centro comercial”, brillan por su ausencia, sabedores los gestores de que son innecesarios para los consumidores VIP de esos productos. Al contrario, en las secciones más baratas, el ambiente es totalmente distinto. La mera colocación de los productos tiene algo de amenaza, de distinción social, de clasismo. Productos a granel, carteles de advertencia contra el robo y la permanente sensación de vigilancia, hacen que el incauto comprador tenga presente en todo momento que pertenece al grupo de los perdedores de esta sociedad neoliberal, del capitalismo salvaje que nos mide por nuestro grado de consumo, y el tipo de productos al que podemos acceder. En este sentido resulta muy interesante cómo la fina pluma de Annie Ernaux reflexiona sobre la función de los hipermercados como formas de control social cuando el desempleo sube; adecuando sus ofertas y productos a los sin trabajo, permitiendo que estos puedan también llenar el carrito de la compra, el capitalismo se vale de estos templos del consumo para aplacar el descontento social.

Hay también una parte de Mira las luces, amor mío, que es puro goce lector. Ernaux (va en el oficio) se detiene también a observar a los consumidores; las historias de amistad, amor, rupturas, desengaños,… que se desarrollan en los pasillos del supermercado. Jubilados para los que el hipermercado permite restar tiempo a su ocio infinito, parejas con prisa, agotadas, arrastrando a niños, intentando mitigar el hechizo irresistible que golosinas, juguetes y demás producen en ellos. Parejas al borde de la ruptura, ausentes el uno del otro, rellenando el carrito mecánicamente…

Termino con dos apuntes más. La mirada cariñosa y nostálgica a la sección de prensa y librería. A lo largo del libro, vemos cómo el pequeño reducto cultural (protagonizado casi exclusivamente por best-sellers) va menguando y perdiendo protagonismo en el hipermercado a lo largo del libro, hasta casi la irrelevancia, haciendo que los heroicos curioseadores de libros, que buscan un momento de paz en la compañía de los libros, sientan que acceden a un lugar sospechoso y casi prohibido. Y el otro momento gozoso es cuando una lectora reconoce a nuestra escritora en la cola de la caja, y se declara admiradora suya. En ese instante Ernaux se convierte en la escudriñada, y se siente expuesta ante la mirada de su lectora. Porque una pequeña parte de nuestra vida, cabe en un carrito de la compra.

Mira las luces, amor mío (Cabaret Voltaire, 2021) | Annie Ernaux | 120 páginas |15,95€

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