JOSE TORRES | Que la Guerra Civil, y posterior represión franquista, se cerró en vano es algo evidente. Ahí está la imperturbable monarquía designada por obra y gracia de Dios y del dictador fascista, guardiana desde entonces de las esencias del régimen, del “atado y bien atado”.
Es por este cierre en falso, por ese “no te signifiques”, que decían nuestros mayores, atrapados aún en el tiempo del miedo y la delación, por lo que, de cuando en cuando, las heridas supuran. Y se estrenan películas sobre la Guerra Civil, (¿otra película sobre la Guerra Civil?), se tramitan querellas a torturadores de la brigada político social, y libros tan sobrecogedores como este Dicen, de Susana Sánchez Arins, publicado por la editorial De Conatus, escarban en nuestro pasado.
Escrito con una prosa hipnótica, salmódica, a base de pequeños párrafos que nos van desvelando ese Dicen, esa intrahistoria, que se cuenta en susurros, en la noche, alrededor de una hoguera, que se silencia cuando pasa junto a la ventana la persona equivocada.
Esta historia nos lleva a la Galicia profunda, a los oscuros años de la posguerra. Es el relato de toda una sociedad, atrapada en el silencio del miedo, y de la supervivencia, y el retrato íntimo de una familia. Un libro coral, un rompecabezas incompleto, que el lector debe hilar y reconstruir, a través de la información que su autora/narradora nos proporciona.
No es una historia completa. No es un relato lineal y temporal de lo sucedido en esa familia y en la sociedad española y gallega durante esos años. Como un reflejo de nuestra propia historia, es una narración repleta de lagunas, que apela a la memoria de los narradores, de los recuerdos, que, a veces, pueden evocarse de manera equivocada, o tergiversarse interesadamente. Es una de las grandes virtudes del libro; la historia de esos años, de la dictadura y represión franquista, es así, incompleta, fragmentada, lejos aún de la sociedad española asumir que en este país hubo un golpe de estado, una sublevación frente al orden constitucional, una dictadura cruel y represiva. Como los verdugos de Dicen, que borran ese rastro de odio, abusos y torturas, y limpian su historial delictivo, para acudir impolutos a la llamada de la democracia, así nuestro país se acostó dictadura, y se despertó demócrata. Pero los “Manueles” de la época, jueces, policías, torturadores, diputados, funcionarios, siguieron desempeñando su trabajo, como si todos estos dolorosos años hubieran sido un mal sueño, o más bien una anécdota que se arregla con un pescozón.
Y así, empujamos a las víctimas, a los que siguen teniendo a sus familiares en cunetas, a los exiliados, a los que salieron de pronto de las falsas paredes, a los que simplemente aparecieron después de años de entierros en vida, a susurrar en la noche, cuando todos duermen, cuando ningún vecino que mató a su padre, robó esas tierras, torturó, puede escucharlos.
general mola
“debe ser sembrado el terror como grano de maíz. tenemos que dejar sensación de dominio eliminando sin inquietud de consciencia ni dudosa vacilación a todas aquellas personas que no piensen del mismo modo que nosotros. debe ser sembrado como grano de maíz, el terror.”
Dicen es un libro necesario, un homenaje a la historia oral de ese terror que fue sembrado, como pedía el cruel general, como grano de maíz entre miles y miles de represaliados. Si usted tiene la fortuna de tener aún a su lado a abuelos, abuelas, bisabuelos, testigos de ese terror, no deje de escucharlos, de oír su testimonio. Es necesario que, como en este magnífico libro, esa historia no se olvide.
Dicen –Título original: Seique- (De Conatus, 2019) | Susana Sánchez Arins | 169 páginas | 15,90€ | Traducción de Susana Sánchez Arins