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Con Dios de nuestro lado

El poder del perro

Don Winslow

Debols!llo, 2011. Colección «Best Seller»

ISBN: 978-60-7310-842-3

720 páginas

9,95 €

Traducción de Eduardo G. Murillo

Prólogo de Rodrigo Fresán

Fran G. Matute

Bob Dylan escribió «With God On Our Side» a modo de alegato en contra de la Guerra de Vietnam. Al parecer, la letra de la canción estaba inspirada en una frase del Evangelio de San Pedro: «Si Dios está con nosotros, ¿quién puede estar en contra nuestra?», que era lo que pensaban todos los ejércitos del mundo que rezaban a sus dioses antes de cualquier cruento enfrentamiento, con el objetivo de que la ayuda divina les devolviera su territorio o les permitiese alcanzar la ansiada paz. Pero, como ya sabéis, todas las guerras tienen sus vencedores y vencidos, así que al menos uno de esos dioses (si es que no era el mismo, que también podía pasar) no solía hacer mucho caso a las oraciones.

La guerra que Don Winslow narra en El poder del perro (2005) es la de la droga. La que llega a los Estados Unidos desde México. Verdaderamente es la contienda más longeva de todos los tiempos y la única sin un final aparente, por mucho que recen las partes implicadas, que son cuatro: la Drug Enforcement Administration (DEA), los cárteles mejicanos, la iglesia católica y la mafia irlandesa. Y creedme, todos ellos son temerosos de Dios y rezan con todas sus fuerzas. Pero os sorprendería escuchar las plegarias que hacen a Jesús. Ya sea a Jesús Malverde o a Jesucristo. Da igual. Porque piden por lo mismo: venganza.

El poder del perro comienza con una de las primeras actuaciones de la DEA, la llamada Operación Cóndor, dirigida a exterminar los campos de amapolas situados en la frontera mejicana a principios de los 70, estableciéndose un paralelismo evidente entre la guerra contra los opiáceos y Vietnam (como ya pusiera de manifiesto Robert Stone en su celebérrima Dog Soldiers, en cierto modo, referente indispensable para esta novela de Winslow). Repitiéndose los mismos errores. Desperdiciando recursos. Alimentando y extendiendo el cáncer más que erradicándolo. Y así durante más de treinta años, a través de una compleja red de relaciones entre varios países y actores, hasta nuestros días.

A pesar de ser ambiciosa en extensión y alambicada en la construcción de personajes y conexiones, esta obra pivota sobre la figura de Art Keller, personaje teóricamente destinado a ser el héroe de la novela. Pero Winslow deja bien claras desde el principio sus contradicciones. Si quieren, Keller sería una especie de Jack Bauer, de Vic MacKey, de Jimmy McNulty. Sí, héroes de la ficción televisiva (volveremos a esta idea). Que alcanzan mucho más realismo que los cinematográficos. Héroes imperfectos. Anti-héroes en la mayoría de los casos. Empeñados en su tarea pero dispuestos a saltarse todas las reglas por conseguir sus objetivos. Objetivos que no son la paz mundial ni hacer del mundo un lugar mejor. Son puramente personales. Son la venganza, ya lo hemos dicho. Keller sólo quiere vengar a un ser querido. Muy romántico todo. Hasta que te lo cuenta Don Winslow.

Porque El poder del perro es de una contundencia aplastante. No importa que el estilo de Winslow sea, en ocasiones, extremadamente visual o telegramático, pues es tal la fuerza del relato que temáticamente El poder del perro resulta imbatible. Es un texto que te muerde y no te suelta (perdón por la metáfora fácil). Que te lleva arrastrando de la solapa durante días, semanas, lo que el tiempo libre y el insomnio te permita dedicarle. Y es que Winslow está tan confiado en la adicción que genera su material que no parece preocuparle mucho más que contar lo que sabe -y vaya si sabe, vaya si hay un trabajo periodístico detrás- sin demasiadas florituras.

Por ello no nos extraña que se hable de una más que posible adaptación de la novela a la televisión. Sin duda, El poder del perro es carne de la HBO, a la que se cita en un par de ocasiones probablemente a modo de guiño del autor. También los referentes son claros: a medida que se sumerge uno en la novela va visualizando imágenes de Los Soprano, The Wire o Breaking Bad. Quizás sea esta aparente «facilidad textual» la que parece estar confundiendo, por otro lado, al mundo editorial. Qué error tan grande es publicitar la nueva edición de bolsillo de esta tremenda y espeluznante novela como algo parecido al nuevo Larsson. Si bien es cierto que Winslow ha facturado otras novelas con mayor o menor vocación de ‘best seller’, el caso es que El poder del perro -ya lo dice Fresán en el prólogo- es otra cosa. Aquí Winslow se pone a la altura de Tom Wolfe, de James Ellroy, de David Simon. Aquí Winslow comienza cada capítulo citando a Kris Kristofferson, a Tom Waits, a Townes Van Zandt. Definitivamente, estamos ante un texto que va mucho más allá en intención literaria.

Que El poder del perro se ha convertido en un superventas es algo que ha ocurrido por méritos propios y es algo maravilloso. Pero prevénganse los pusilánimes de comenzar a leerlo pensando que están ante una simple historia de drogas, tiros y mafiosos. Prepárense para vivir una epopeya de putrefacción, violencia, traiciones y sacrificios de una repugnancia tal que probablemente se sientan asqueados del ser humano durante una buena temporada. Y si eso ocurre, que Dios les coja confesados…

admin

8 comentarios

  1. Buenas tardes, sr. Matute.
    Le agradezco enormemente esta reseña porque me arroja en brazos de un libro al que me resistía por referencias como «Larsson» o «best-seller».
    Yo, por mi parte, soy más de peter-sellers.

  2. No sé por qué en este blog siempre hay un tonillo como de broma como de risa que yo no sé si viene de vosotros mismos o es de fuera, pero que casi se diría que no es tonillo ni es ná.
    De todos modos, muy buen blog y muy buena reseña, claro que sí.

  3. Hey man,
    No entiendo cómo dices en una única frase las palabras «putrefacción», «repugnancia» y «asqueados» y aún así afirma que le gusta el libro.
    Vaya rigor.
    Hágase mirar el campo semántico.

  4. Como recién nombrada sillón «n» de la Real Academia, les recomiendo encarecidamente que antes de adjetivar consulten ustedes el DRAE.

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