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Contra el cinismo

Un invierno propio

Luis García Montero

Visor, 2011. Colección «Palabra de Honor»

ISBN: 978-84-9895-065-6

176 páginas

20 €

Juan Carlos Sierra

Decir que Luis García Montero es uno de los poetas de referencia de la literatura española contemporánea resulta casi una perogrullada. He estado a punto de escribir que “resulta una perogrullada”, pero he incluido el “casi”, porque siempre hay que dejar un espacio a la discrepancia, a la disidencia, a la heterodoxia. Y está bien que sea así ya que de esta manera se enriquece quien piensa una cosa y la contraria, siempre que se cumpla una condición, a saber, que hablemos exclusivamente de literatura y no de circunstancias extraliterarias –el poder, las influencias, el mercado editorial,…-.

No sé si Un invierno propio es o será el mejor libro de Luis García Montero, entre otras cosas porque no he leído la obra completa del poeta granadino –bueno, a decir verdad «casi» todo sí-, pero puedo afirmar que quien guste de una poesía que habla a la cara del lector, sin trucos ni trampas, podrá disfrutar de un conjunto de poemas sólidos, bien trabajados, bien argumentados y, sobre todo, certeros; de aquellos que apuntan al epicentro del alma y la conciencia humanas.

Como novedad más destacable de este libro hay que apuntar a los poemas que podríamos llamar «sociales». Aunque ya se hallaba apuntada en libros anteriores, es en Un invierno propio donde la voz comprometida de García Montero se eleva sobre otros registros, en un intento de honestidad con el personaje poético que habla en todos ellos, un tal Luis, nombrado explícitamente en el primer y último texto de este libro.

En la tradición del «Soliloquio del farero» de Luis Cernuda se hallan quizá las claves de este diálogo entre la soledad de un personaje poético que se busca a sí mismo, y la muchedumbre ciudadana a la que el poeta cita en la plaza pública de sus poemas. Es la soledad, la desnudez de esta, el mejor punto de partida para conversar con los amigos, con el amor –aún en la esfera de lo privado-, pero también con la polis, con lo público. De ahí la absoluta pertinencia de poemas como «Antes de embarcarse en una ilusión compartida conviene aprender a quedarse solo» o «Las revoluciones son un asunto propio», por poner solo un par de ejemplos.

Por otra parte, conviene destacar la conexión directa que existe entre muchos de los poemas de Un invierno propio y gran parte de los artículos que García Montero escribió años atrás para El País –edición de Andalucía- y viene publicando últimamente en el diario Público. En ambos géneros se defiende el escritor granadino con la misma soltura argumentativa: una perspectiva muy personal sobre la realidad civil que no da nada por sentado y que, por lo tanto, se posiciona al margen de los altavoces mediáticos más sospechosamente prestigiosos para, siguiendo al Antonio Machado del «Retrato» de Campos de Castilla, poder distinguir las voces de los ecos. Y, volviendo a Un invierno propio, no solo en la poesía más comprometida socialmente se guía de esta manera, sino también en las opiniones más acríticamente extendidas, como se puede comprobar en el poema «Los viejos cascarrabias son tan peligrosos como los jóvenes sin historia».

En resumen, se puede concluir que Un invierno propio es un libro que cuestiona las grandes mentiras pasadas por verdades con las que convivimos sin preguntar demasiado, sin pasarlas por el filtro de la conciencia; un libro contra los fundamentalismos de cualquier tipo, contra la autocomplacencia y contra los cinismos; un libro contra el yo que camina por la vida con una seguridad a prueba de interrogantes, que pisa con decisión el suelo por el que camina y a los que en él habitan. Un libro, en fin, necesario en este tiempo de medias verdades o de mentiras a secas.

admin

2 comentarios

  1. Penosamente prosaico, sin ritmo, vanidosa poesía que está ya vacía desde hace años, sin riesgo lingüístico. En fin, un libro cualquiera. Que este tipo de poesía adquiera fama da mucho que pensar acerca de la lectura y la crítica especializada en España.

    De los aportes morales, éticos y políticos, es mejor el silencio.

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