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Cuentos deliciosamente terribles

EDUARDO CRUZ ACILLONA | Antes de que sus abogados llamen a mis puertas reclamando cuantiosas sumas por apropiación de ideas, confieso explícitamente que el título de esta reseña pertenece a Pedro Ugarte, nombre de autor que figura en ese tan exquisito como selecto Hall of Fame que supone el catálogo de la editorial Páginas de Espuma.

Manifestado lo cual, al lío:

Valeria Correa Fiz lo ha vuelto a hacer. Todavía recuerdo frases de la reseña que escribí sobre su primer libro de relatos, La condición animal (Páginas de espuma, 2016) Decía cosas como:

Más cerca de Plauto que de Sófocles, Valeria Correa Fiz rasga las vestiduras del ser humano, lo desnuda de convenciones universales y, en este su primer libro de relatos, nos muestra sin artificios ni anestesia al lobo que llevamos dentro”.

Estamos ante el debut de una autora que podríamos calificar de sorprendente si no apareciera bajo el cuño de Páginas de Espuma, editorial que, año tras año, nos regala el feliz descubrimiento de un autor novel en ese terreno de juego literario tan complicado como es el relato breve”.

Seis años después, regresa la autora argentina afincada en Madrid con Hubo un jardín, una nueva propuesta de relatos y una nueva afrenta contra lo acomodado y lo establecido, la mayoría de ellos ambientados en su Argentina natal, de la que ya decía Clara Obligado en su último libro (Todo lo que crece. Naturaleza y escritura, Páginas de Espuma, 2022) que es un inmenso jardín. Porque nos encontramos con personajes llevados al límite y que nos provocan un pánico contenido. Y ahí percibimos una más que meritoria habilidad para sugerir el terror interior e individual, el que nos hace quedarnos aislados del mundo por muy rodeados de gente que estemos.

Ya desde el primer cuento, lo sugiere la portada, percibimos la importancia de los ojos. La mirada, la observación de los otros, se convierte en inquietantes protagonistas en esta sucesión de pequeñas obras maestras de Correa Fiz. En uno de ellos, “Las comisiones”, incluso se explicita: “A ver, los ojos demuestran el estado de ánimo: amor, deseo, pena, esas cosas. La cursilería de que los ojos son el espejo del alma viene a decir que hay algo contenido en la mirada, aunque a veces uno no sepa qué es”. Por los ojos entra el terror. Y también lo reflejan.

Pero, para ser sincero, creo que la portada se queda corta. Es digno de destacar el punto de vista desde el que la autora narra cada historia, ahondando en esos terrores interiores que mencionaba antes. Es la creación de atmósferas, el qué contar, el qué no contar y el cómo contar, desde qué óptica, desde qué ojos. Y desde qué olores. Faltan narices (literalmente) en la portada. La importancia de los olores en los textos de Valeria Correa Fiz, del ambiente, de los jardines, de las estancias y hasta de los propios personajes (“…fue la primera vez que pude olerlo, un olor a sudor picante y dulce, como a tabaco con chocolate”). En muchos de los relatos huele a humedad, ejerciendo de involuntario (o no tan involuntario) hilo conductor de sensaciones. Prueba de ello es el relato titulado “El invernadero de Eiffel”, una exquisita estructura diseñada por el gran ingeniero francés cuya excelsa belleza es capaz de albergar los más terribles presagios y posteriores evidencias desde según qué miradas, un lugar donde habitan “orquídeas excesivas” y pasiones desatadas.

La condición animal de los humanos regresa a las páginas de este libro. “Pensar diferente, lo sé ahora, es una de las formas más profundas de la soledad” dice un personaje del relato titulado “Hotel Edén”.

Es este un libro para disfrutar leyendo en una primera ocasión. Pero también, a posteriori, en un tiempo más pausado, de estudiar y aprender la estructura de los cuentos, de estudiar y aprender el tratamiento de los personajes, de estudiar y aprender la forma de presentar y cuidar la ambientación. Estudiar todo eso, y aprenderlo, convalida varias ediciones de cualquier Taller de Relato.

Hay libros que remueven conciencias. Hay libros que hacen temblar tus convencimientos y tus convencionalismos. Hay libros que te hacen cuestionar tus sentidos. Hay libros que, directamente, te aplican un tercer grado: sobre tu forma de mirar, sobre tu forma de percibir olores, sobre tu forma de estar en el mundo. Y estos son los libros que, definitivamente, tienes que tener siempre cerca y a mano. Hubo un jardín es uno de ellos.

Reseña publicada con anterioridad en la web de Tres Pies al Gato.

Hubo un jardín (Páginas de Espuma, 2022) | Valeria Correa Fiz | 152 págs. | 15,00€

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