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Deconstruyendo a Concha Piquer

190314 Ojos verdes

EDUARDO CRUZ ACILLONA | El torpe censor, valga la redundancia, a quien se le ocurrió sustituir “la mancebía” por “mi casa un día” en el verso de arranque de la canción Ojos verdes no sabía el favor que le estaba haciendo a la difusión de la auténtica letra firmada por el siempre poco laureado trío de apellidos Valverde, León y Quiroga (responsable de la música).

Grabada en 1937 por Concha Piquer, ésta se negaba a interpretar la versión edulcorada en sus conciertos, por lo que era invariablemente multada por ello ya que se trataba de una canción escrita durante la República y en la que, decían, se narraba la relación entre una prostituta y su cliente. Sin embargo, fue el también intérprete Miguel de Molina quien dio un paso más al frente que Concha Piquer y desveló en una entrevista concedida a Canal Sur en 1990 que, en un encuentro entre Rafael de León, García Lorca y él mismo (los tres, reconocidos homosexuales) hablando de la canción y de su letra, habían estado regodeándose en fantasías que tenían como protagonistas a unos marineros de ojos verdes, lo que abría la puerta a nuevas interpretaciones de la ya mítica letra.

Y es en ese punto donde enlazamos con Alicia Pérez Gil, una autora que ya había publicado tres novelas cortas de corte fantástico y que quiso probar con la mezcla de géneros, uniendo el terror y la canción española, dando como resultado un relato breve titulado Yo soy aquel (Cazador de Ratas, 2018) y la novela corta Ojos verdes. Nace así lo que Itziar Mínguez en el prólogo da en llamar “copla de terror futurista” o, lo que es lo mismo, género fantástico coplero.

(Como nota al margen señalaremos que la editorial Cazador de Ratas ha publicado recientemente un libro titulado España Punk, compuesto por relatos breves de corte fantástico inspirados por canciones tanto de Rocío Jurado como de Raphael. El relato Yo soy aquel mencionado antes forma parte de esta curiosa y recomendable antología)

Pérez Gil deconstruye la canción y la lleva a un Madrid, escenario futurista aunque reconocible en sus calles y en sus barrios, en el que existen tres brujas (igual que existen tres autores). Regentan un negocio (la mancebía del futuro) en el que someten a la protagonista hasta en tres ocasiones (otra vez el número tres presente) a un ritual de introspección, de autoconocimiento, que le cambiará la vida. La primera bruja esconde sus ojos verdes tras unas gafas y ofrece a la protagonista, mientras espera la aparición de las otras dos, una infusión que sabe a menta y canela, el mismo sabor que dejan en la boca los besos del amante en la copla.

Y si en el origen de la letra de la canción se habla, lo decíamos más arriba, de marineros de ojos verdes y de amores entonces prohibidos, también en la novela aparece el amor de dos mujeres y se hace discurrir la trama por una historia de amor violento, peligroso, no convencional; un amor que transita por el engaño y la infidelidad, un amor políticamente incorrecto. Pura copla.

Habrá que estar atento a los derroteros de este nuevo género fantástico coplero. Quizás, al igual que Mary Shelley creó a Frankenstein, Alicia Pérez Gil haya reinventado a Lauren Postigo

Ojos verdes (Cazador de Ratas, 2019) | Alicia Pérez Gil | 180 pags. | 6

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