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Defiéndenos, Tintín, que nos atacan

9788496824690

 

Temblad villanos

Luis Manuel Ruiz

Fundación José Manuel Lara, 2014

ISBN: 978-84-9682-469-0

304 páginas

19 €

Premio Málaga de Novela 2014

 

 

José María Moraga

La ciudad lluviosa ofrece un panorama inhóspito, en las dos acepciones de la palabra que recoge el DRAE. Una inspectora de policía no tan dura como ella quisiera parecer, plagada de problemas personales. Una serie de turbios asesinatos trufados de saña, gore, fetichismo, tarantinescas torturas… Señas todas inequívocas de la novela policiaca, por no decir negra.

Un macabro restaurante de comida rápida, un maniático chalado con contactos en los bajos fondos, una überabuela adicta a las pastillas para dormir y la telebasura, un niño de cuatro años que lee a Einstein, un jefe que no te escucha porque está oyendo melodías de Bach en su cabeza… ¿Acaso no resultan ingredientes excelentes para una disparatada comedia?

Lo bueno del caso, y lo que me lleva a recibir este libro con verdaderos vítores, es que todos los ingredientes anteriores (y muchos más) se pueden encontrar juntos en Temblad villanos, la última novela del sevillano Luis Manuel Ruiz. Flamante ganadora del Premio Málaga 2014, la obra de Ruiz nos vuelve a ofrecer lo mejor de la literatura de “género”, como ya hizo a principios de este mismo año con El hombre sin rostro (ésta escorada también hacia la fantasía y la ciencia ficción) y como viene haciendo en otras novelas anteriores. Con no transitar un territorio nuevo, puesto que lo policiaco y el humor inteligente son marcas de la casa en Luis Manuel Ruiz (¿Cómo olvidar al detective Pólux Poncio de Tormenta sobre Alejandría?), Temblad villanos cuenta para mí con ventaja sobre el resto de sus predecesoras, ya que auna ambos ingredientes de manera impecable, con mayor soltura que cualquiera de las otras novelas del autor.

El referente más claro que me asaltó mientras leía Temblad villanos son las novelas sobre criptas y aceitunas de Eduardo Mendoza, no porque se parezcan o Ruiz las haya querido emular, sino porque cuentan con oscuras tramas que nos son servidas con grandes dosis de humor y siempre siempre -y aquí está la clave- con un lenguaje muy exigente y una alta calidad literaria. Ocioso reeditar aquí el debate sobre si la literatura de género es o no de calidad: baste decir que Temblad villanos cuenta con ese riquísimo y preciso vocabulario al que Luis Manuel Ruiz nos tiene acostumbrados, amén de una generosa colección de intuiciones y metáforas en boca del narrador con un elevadísimo porcentaje de acierto (no en vano Ruiz es filósofo, aunque líbreme Dios de caer en la falacia biográfica). Otro punto fuerte de las obras de este autor es la creación de personajes memorables, no solo protagónicos sino también secundarios, cuidados con mimo hasta el último detalle para hacerlos más entrañables. Si bien es verdad que las creaciones de Luis Manuel Ruiz siempre nos arrancan una sonrisa, en ocasiones sus muy acentuados rasgos definitorios los acercan a la caricatura. No encuentro este problema en Temblad villanos, pese a contar con algunos de los personajes a priori más inverosímiles de la bibliografía del autor, y achaco este triunfo a la maestría con la que están seleccionadas las escenas y situaciones en las que los personajes nos son presentados.

La ambientación, de la que ya he podido dar una idea en el primer párrafo, también aporta jugo y carnosidad a esta novela policiaca, evitando que quede en una mera sucesión de escenas con personajes sacados de un recortable. Para Temblad villanos, Ruiz ha escogido Sevilla como escenario, y la ciudad -orgullosa y dormida, como la aristócrata decadente que es- se presta a las mil maravillas para acoger los sórdidos casos que se le achacan. El mundillo o submundo de los aficionados al cómic, tan a menudo incomprendidos y tildados de frikis, sirve como específico telón de fondo para una trama que se abre a mucho más. En cuanto a la trama, no soy muy amigo de revelarla o tan siquiera glosarla en las reseñas, pero entiendo que es necesario dar algún apunte, especialmente en el caso de una novela policiaca. En este caso Esther Béjar, una joven pero experimentada inspectora de policía, llega a Sevilla huyendo de sus fantasmas personales, y en su comisaría (convulsa por un mediático caso de asesinatos en serie) le asignan otro asunto menor aunque igualmente sangriento. En el curso de sus investigaciones se hará imprescindible la colaboración de Mo Pardo, excéntrico “conseguidor” que sufre algo muy parecido al síndrome de Diógenes, quien pese a sus heterodoxos métodos logrará dar con las claves de un caso extraño, que parece tener en el cómic clásico la solución a sus interrogantes. Sigo pensando que decir esto sobre la novela y no decir nada es lo mismo, a no ser que sirva como excusa para celebrar el hallazgo de esa pareja detectivesca tan memorable, Esther Béjar y Mo Pardo, de los que esperamos, no: deseamos, no: exigimos próximas entregas al autor.

[Publicado en Buensalvaje España y ampliado]

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