Poemas a toda plana. Poesía y periodismo
Juan José Téllez (ed.)
Prólogo de Luis García Montero
Visor, 2009
ISBN: 978-84-9895-731-0
306 páginas
16 euros.
Juan Carlos Sierra
Mi corta experiencia en la redacción de un periódico y los comentarios de los amigos ‘plumillas’ me dicen que uno de los males con los que debe coexistir el periodista es la prisa, al margen, claro está, de otros que tienen que ver con los horarios, el salario o la precariedad laboral; en fin, todos los que cualquier hijo de vecino ha de soportar en un medio en el que prima la publicidad –de todo tipo- y los intereses empresariales.
De todos ellos, sin embargo, el que puede provocar más ansiedad, si uno quiere llevar a cabo su labor honestamente, es el mencionado en primer lugar; insistimos, la prisa, los plazos excesivamente breves, los empujones de la actualidad en las mesas de redacción y los espacios exiguos que dejan los diseños de maquetación. El resultado: falta de profundidad, noticias para el consumo –es decir, de usar y tirar-, errores ortográficos, ausencia de coherencia y rigor en la redacción de los textos, noticias no contrastadas suficientemente,…
La antología o recopilación, que ha confeccionado Juan José Téllez, magnífico periodista y poeta, bajo el título de Poemas a toda plana da la sensación de que adolece de algunos de los pecados achacables a la prisa periodística en un género, la poesía, que se lleva mal con las urgencias. Al igual que en algunas de las columnas de un diario redactadas a toda velocidad, en estos poemas seleccionados por Téllez falta alguna que otra tilde, los dedos al teclear han confundido vocales y consonantes, se han incluido quizás demasiadas letras de canciones que a duras penas encajan en una recopilación lírica y algunos de los textos seleccionados están cogidos por los pelos simplemente porque algún versos aparecía el campo semántico de lo periodístico, a pesar de que, no lo olvidemos, en Poemas a toda página, según reza el inicio de su introducción, el autor trata “de seleccionar textos íntimamente relacionados con los medios de comunicación”.
En cualquier caso, son todos estos pecados veniales, ya que el conjunto de poemas y autores que se dan cita en las páginas de Poemas a toda página resulta bastante digno y muy representativo de lo que pueden ser las páginas de un diario. Aparte de la estructura del libro, a la manera de las secciones del periódico o de un telediario, en sus titulares y en el cuerpo de sus textos predomina lo heterogéneo, es decir, la riqueza y variedad de la vida que se cuela en las páginas de cualquier cabecera o en los versos de los poemas. Y como en la vida y en los periódicos, hay buenos poetas y no tan buenos, buenos poemas y no tan buenos, incluso no los mejores poemas de los mejores poetas seleccionados, quizá atribuible a las limitaciones de las intenciones primeras de esta recopilación.
Pero, como señala Téllez en la introducción a estos Poemas a toda plana, este conglomerado más o menos amorfo de autores y textos “busca constituirse, obviamente, en un canto a la libertad de prensa” que se desliza entre “el juego y el capricho”. Así que no hace falta añadir nada más, puesto que en este sentido se puede afirmar que el objetivo está suficientemente conseguido.
Sólo una cosa más: soberbio prólogo el que ha escrito Luis García Montero para estos Poemas a toda plana. Y una idea fundamental del poeta que gusta de leer y colaborar en prensa: “lo mejor que pueden hacer los medios de comunicación por la poesía es defender la dignidad del periodismo”. Sin prisas, por supuesto.
La antología o recopilación, que ha confeccionado Juan José Téllez, magnífico periodista y poeta, bajo el título de Poemas a toda plana da la sensación de que adolece de algunos de los pecados achacables a la prisa periodística en un género, la poesía, que se lleva mal con las urgencias. Al igual que en algunas de las columnas de un diario redactadas a toda velocidad, en estos poemas seleccionados por Téllez falta alguna que otra tilde, los dedos al teclear han confundido vocales y consonantes, se han incluido quizás demasiadas letras de canciones que a duras penas encajan en una recopilación lírica y algunos de los textos seleccionados están cogidos por los pelos simplemente porque algún versos aparecía el campo semántico de lo periodístico, a pesar de que, no lo olvidemos, en Poemas a toda página, según reza el inicio de su introducción, el autor trata “de seleccionar textos íntimamente relacionados con los medios de comunicación”.
En cualquier caso, son todos estos pecados veniales, ya que el conjunto de poemas y autores que se dan cita en las páginas de Poemas a toda página resulta bastante digno y muy representativo de lo que pueden ser las páginas de un diario. Aparte de la estructura del libro, a la manera de las secciones del periódico o de un telediario, en sus titulares y en el cuerpo de sus textos predomina lo heterogéneo, es decir, la riqueza y variedad de la vida que se cuela en las páginas de cualquier cabecera o en los versos de los poemas. Y como en la vida y en los periódicos, hay buenos poetas y no tan buenos, buenos poemas y no tan buenos, incluso no los mejores poemas de los mejores poetas seleccionados, quizá atribuible a las limitaciones de las intenciones primeras de esta recopilación.
Pero, como señala Téllez en la introducción a estos Poemas a toda plana, este conglomerado más o menos amorfo de autores y textos “busca constituirse, obviamente, en un canto a la libertad de prensa” que se desliza entre “el juego y el capricho”. Así que no hace falta añadir nada más, puesto que en este sentido se puede afirmar que el objetivo está suficientemente conseguido.
Sólo una cosa más: soberbio prólogo el que ha escrito Luis García Montero para estos Poemas a toda plana. Y una idea fundamental del poeta que gusta de leer y colaborar en prensa: “lo mejor que pueden hacer los medios de comunicación por la poesía es defender la dignidad del periodismo”. Sin prisas, por supuesto.
Lo que no entiendo de estas antológías es que persisten en no pedir permiso a los poetas que incluyen para usar sus poemas, ni siquiera les avisan antes o después, ni les envían un ejemplar siquiera.
Si quieres un fantástico prólogo de LGM reciente y muy significativo de su papel en la poesía actual, lee el último libro de poemas de Yolanda Sáenz de Tejada.
Estoy de acuerdo tanto con Sierra como, parcialmente, con Suárez.
Vaya por delante que soy amigo de J.J. Téllez, a quien debo tanto que no cabe enumerarlo aquí; vaya por delante que sumarme a las críticas no es falta de amistad sino, quizas, exceso de ella: la primera obligación del alumo es hacerlo mejor que el maestro, y para eso es imprescindible saber reconocer los fallos del maestro. Eso, para los que dicen que criticar es asestar puñaladas. No: es hacer un homenaje
(un prólogo que me habría ahorrado por obvio si no hubiera sido por la reciente polémica etc.)
Estoy incluido en la antología: a mí JJT sí me avisó antes y después (aunque aún no tengo mi ejemplar: ¿igual la crisis acabó con el presupuesto para sellos de Visor?). Pero no dudo de que pueda haber ocurrido lo que dice Suárez: se nota una especie de disposición de ‘recojo y publico lo que he visto por ahí y me ha gustado’, incluyendo tanto clásicos ya fallecidos (Brecht, Hikmet) como gente sin trayectoria ni recorrido literario (como es mi caso). Tampoco creo que esté mi mejor poema periodístico, pero es el antólogo quien elige, para eso está…
Lo que son las erratas, sí parecen haberse convertido en todo un sello del periodismo: si miramos la reseña de la antología en Nueva Tribuna – http://www.nuevatribuna.es/noticia.asp?ref=22407 –
descubriremos tres erratas en diez nombres de poetas, cuando sólo se trataba de copiarlos del índice del libro. Ay, las prisas…
Entrevisté a Téllez -a quien sin duda debo que hoy me gane la vida haciendo entrevistas- al respecto de lo que habláis y, con un humor rayano en la poca vergüenza (léase estrictamente al gaditano modo) me dijo que la pesca de los poemas se había realizado, siguiendo en el guiño periodístico, mediante la técnica de «foto robada» de los paparazzi.
A mí me avisó a toro pasado, pero es de la familia y sabe que dispone de todos mis permisos. Que cada antologado cuente su historia, en cualquier caso debe ser la editorial, pienso, la que gestione estos trámites… y haga llegar el correspondiente ejemplar de cortesía a los poetas, cuando no las magras liquidaciones que correspondan.
Un detalle importante que se le pasa a Juan Carlos: la gran concentración de poetas gaditanos se debe a que esta edición conmemora el centenario de la muy ilustre Asociación de la Prensa de Cádiz. Ignoro por qué ese hecho no consta en portada ni contraportada, pero ya lo hago yo constar aquí.
Por lo demás, me ha encantado desayunar con la reseña, empezando por el título, que es el de una de mis canciones favoritas de Obús. Y ahora, si me lo permiten, me voy corriendo al peri.
Estoy de acuerdo en una cosa: cargarle al antologista la responsabilidad de gestionar derechos de autor, envío de ejemplares etc. es abusar: una editorial, y más una solvente y con trayectoria prestigiosa, debería disponer de empleados (a veces incluso mejor pagados que poetas, antólogos y periodistas) duchos en las materias de derechos, logística, envío y recogida de autorizaciones, gestión de listas de distribución y todo lo demás que, doy por supuesto, se estudia en la carrera de Empresariales especialidad edición. ¿O nos encaminamos en el negocio editorial al mismo modelo que en el periodismo, donde algunos ya exigen al reportero que tras la entrevista haga la foto con el móvil, grabe el sonido, maquete la página web y, yaquestamos, llame a la marca de leche local para diseñar, realizar y cobrar el anuncio?
En cualquier caso, si la cosa fuera de generosidad, a Tellez le sobra, tiene de eso tanto como de talento. Yo le agradezco a Juan Carlos la reseña, voy a ver si Deprisa deprisa me hago con uno. Así aprovecho y os leo también a vosotros.
Enhorabuena a Estado crítico.