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Desasosiegos

CHIMAL_LA_C_20150724ANTONIO RIVERO TARAVILLO | Alberto Chimal (Toluca, México, 1970) aparece en sus retratos impresos o digitales como una traslación a la fotografía de sus cuentos: con marcadas ojeras, con mirada inquietante, desasosegada. Me disculpará si digo que hasta con cierto aspecto de caníbal, lo cual es una soberana necedad, lo sé, porque los verdaderos criminales, los antropófagos de hoy, suelen pasar inadvertidos, disimulados entre el común. No lo van a ir pregonando en las solapas de sus libros.

Los atacantes reúne siete de estos cuentos en título que ya anuncia amenazas. Estas son de diversa índole, pero todas traslucen una atmósfera irreal, de zozobra, obsesiones, pulsiones pervertidas que se adueñan de lo cotidiano y lo enajenan como si lo telúrico y ancestral, lo demente e imposible exhibieran la escritura de propiedad de la vida e hicieran valer su derecho. 

«Tú sabes quien eres» cuenta una historia de acoso y la relación de este con la hiperconectividad creciente, que multiplica, cuando la cosa se tuerce, las vías de agua abisal por las que entran las tinieblas y las bestias que las habitan. Consigue inocular la claustrofobia y una aguda sensación de impotencia, como la de quien asiste a una pesadilla; su final, un tanto desconcertante, hace que se desee, tanto como repele, repasar las páginas anteriores. Un homenaje a Bolaño es «Los salvajes», una historia singular sobre personajes de los cárteles de la droga mexicanos, equidistante de los narcocorridos, de la ciencia ficción y, también, de los ensayos de crítica literaria: esa liberación de las angustias de las influencias tan a lo Harold Bloom. «Connie Mulligan» me ha traído con una sonrisa recuerdos de mi fugaz etapa de editor y el trato con algún autor descacharrado, tan insistente como insustancial. Es el cuento en el que hay más humor y sátira de las corruptelas políticas, sociales, laborales, y en más de un punto recuerda –esto lo digo como halago– al gran Jorge Ibargüengoitia. Hay párrafos desopilantes en este cuento, un combinado de locura y lenguaje funcionarial en una sucesión de correos electrónicos con copia a una misteriosa dirección.

«Aquí sí se entiende todo» bordea el género de las ‘snuff movies’, y lo que queda de él es la sensación de absoluto desamparo ante el mal. Tampoco hay escapatoria ante la hecatombe de «Arte», ni ante la transformación de unos amantes poseídos por un ‘genius locii’ urbano de hotel de encuentros clandestinos en «Él escribe su nombre». El último de los cuentos es un relato de sadomasoquismo no voluntario, en el que víctimas y verdugo actúan no atendiendo a sus impulsos, sino a una especie de programada obediencia a instancias invisibles. En él coinciden unas cajas misteriosas recibidas de Ciudad Juárez, un dominio absoluto, aberrante, una imposibilidad de salir del lugar de la tortura, que es bien aceptada, como no podían salir de la mansión aquella del celuloide los personajes de El ángel exterminador, de Buñuel

Fino escritor sobre el terror, Chimal sabe que no hay persecuciones como las que se producen en el cerebro, esquinas más torvas y riesgosas que sus pliegues. Algún relato deja pensativo y estupefacto. Todos, una sensación rara en la boca que el paladar sabe veneno.

Los atacantes (Páginas de Espuma, 2015), de Alberto Chimal | 120 páginas | 14 €

admin

Un comentario

  1. Ya no puedo más. Lo tengo que decir: ¡las portadas de Páginas de Espuma son horribles!

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