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Doppelgänger

JOSE TORRES | Jon y Katherina, pasan el invierno en la casa familiar de él, en Ribadesella. Confinados en el caserón, demasiado grande para su relación de pareja, teletrabajan en habitaciones separadas, en empleos que no son de su agrado. Se comunican mediante mensajes, se aburren, sestean. No diremos que su relación de pareja está en crisis, sino que el tedio, el aburrimiento más absoluto, amenaza con tragárselos. Una noche, acuden a su rescate unas luces extrañas en el cielo. Son aparentemente ovnis. Trazan figuras inverosímiles, ajenas a la física humana, en el cielo asturiano. Y tan repentinamente como han aparecido desaparecen. A la mañana siguiente, después del revuelo ufológico, una pareja aparece en la puerta de la casa. Son Markel y Virginia, y el primero afirma ser un primo lejano de Jon. Este duda de su parentesco, pero los invitan a entrar.

Este es el punto de partida de Los extraños, del escritor asturiano Jon Bilbao, editado por Impedimenta. Una novela corta, apenas 144 páginas, una nouvelle, en la que el autor, fiel a su estilo, reconocible en otras obras como Estromboli, El silencio y los crujidos, o Basilisco, practica con solvencia el juego de inquietar al lector con zonas de penumbra y elipsis en la narración, pero siempre sin despegarse de la cotidianidad, de la mesa camilla y lo tangible como ancla de la narración. En Los extraños es casi más importante lo que no se dice o sugiere, que lo que vamos conociendo de los personajes, que, en todo caso, siempre será un retrato fragmentario e incompleto, que el lector tiene que esforzarse en rellenar y construir con sus propias inquietudes y carencias. La pareja de “extraños” actúa como espejo deformante de Jon y Katherina, y pese a que el título de la obra, y la condición de Markel y Virginia de elemento distorsionador de la rutinaria y anodina vida de Jon y Katherina, nos empuje a otorgarles la condición de extraños, iremos viendo poco a poco que quizá los extraños resulten ser nuestra pareja de teletrabajadores.

Hay que resaltar también el estilo preciso y sin adornos de la prosa de Jon Bilbao. El autor prima la concisión, en detrimento de la narración prolija en detalles, decisión que se agradece, y que permite avanzar a la historia con ese narrador en tercera persona que telegrafía más que narra las vicisitudes de estos cuatro personajes, que recorren la novela recelando y aliándose unos con otros, dependiendo de las necesidades vitales de cada uno de ellos.

En el fondo, el tema central de Los extraños es el aburrimiento. Cómo la rutina y el tedio carcomen la cotidianidad, incluso la más entusiasta y apasionada, y la necesidad imperiosa de encontrar elementos novedosos que nos hagan sentirnos vivos de nuevo.

Tras Basilisco, una novela monumental, necesitada de una documentación que presumimos abundante, se podría tener la tentación de considerar Los extraños como una obra menor en la carrera del escritor asturiano. Pero para nada. Hay mucha más miga en esta novela de la que se aprecia a simple vista. Y, si miramos por la mirilla, allí estamos nosotros; unos extraños encerrados en nuestra pequeña realidad, esperando que ocurra algo que nos devuelva de nuevo esa adrenalina vital que creemos irrecuperable.

Los extraños (Impedimenta, 2021) | Jon Bilbao |144 páginas | 17,25 €

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