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Echamos tanto de menos a Sharpe…

200210 La cucaracha

EDUARDO CRUZ ACILLONA | En la serie cómica de la BBC Yes, Minister hay una escena en la que el Primer Ministro charla con sus asesores sobre la posición del Reino Unido en la Unión Europea. El Foreign Office, argumentan, siempre quiso una comunidad europea desunida. Por eso batallaron contra españoles, franceses, alemanes e italianos. “Divide y vencerás”, es su lema. El ministro no entiende, entonces, por qué están dentro de la Unión. El asesor le explica que, como aquella táctica no funcionó, ahora van a intentar reventarla desde dentro.

Es un diálogo de apenas dos minutos. Es un sketch emitido en los 80, pocos años después de la incorporación del Reino Unido a la Unión Europea. Y es, finalmente, la mejor y más divertida explicación del Brexit que se ha dado en los últimos años.

Ian McEwan también lo ha intentado. Ha querido dar su propia versión de todo este proceso recurriendo a uno de los adjetivos que más se ha utilizado para describirlo: kafkiano. Así, emulando a la célebre novela de Kafka, La Metamorfosis, una pequeña cucaracha londinense se despierta un buen día convertida nada menos que en Primer Ministro británico. Bueno, como gracia tiene su aquel, pero no aguanta mayor recorrido que el de ver al recién transmutado en político aguantarse las ganas de comerse una mosca delante de algunos miembros de su Gobierno.

Por seguir con las comparaciones, McEwan plantea la división de la sociedad británica y de sus principales partidos políticos no en términos brexitianos (si se me permite el palabro), sino en una suerte de diatriba entre dos modelos económicos, el avantista (que viene a ser el modelo actual, en el que uno cobra por su trabajo y gasta en la compra de bienes y productos) y el reversionista, que es todo lo contrario, es decir, pagar por trabajar y cobrar por consumir. Se enreda en demasía el autor al principio de la novela en la explicación de estos términos y en su defensa por parte de algunos miembros del Gobierno. A partir de ahí, las similitudes entre esta propuesta y la que vivimos en la realidad del día a día del Brexit están servidas, tratadas con variable acierto y salpicadas, en el mejor de los casos, del típico fino humor británico sin llegar a la altura, ni mucho menos, de maestros en dicho noble arte. Cuánto hubiéramos disfrutado de las explicaciones del Brexit, del descubrimiento de los entresijos de las negociaciones y peleas entre laboristas y conservadores, si hubiéramos podido contar todavía con la afilada pluma de Tom Sharpe, por ejemplo.

Él, que nos contó el mundo universitario del Reino Unido, que nos contó las colonias británicas y el apartheid africano, las maldades y traiciones del mundillo literario y que, en definitiva, no dejó títere con cabeza ni lector impasible, él, digo, se habría frotado las manos con este material de primera mano, recién salido del horno y que ha puesto patas arriba a su país y, por extensión, a toda la comunidad europea. Cuánto habría gozado Tom Sharpe escribiendo sobre el Brexit. Y cuánto habríamos gozado sus lectores, hartos ya del capítulo diario de los telediarios.

McEwan lo intenta, se le agradece el esfuerzo, pero se queda corto. Sólo funciona el relato si nos olvidamos de su venta como la “mordaz sátira” que promete la contraportada y nos quedamos en algo menos ambicioso, algo como un “intento de denuncia de la situación política actual en Gran Bretaña aderezada con toques de humor”.

La novela es corta y se lee rápido. Pero más cortos son los dos minutos de la escena que comentaba al principio y mayores las risas. Tecleen en Google “yes minister brexit” y disfruten.

La cucaracha (Anagrama, 2020) | Ian McEwan | 126 pags. | 17,90€ | Traducción de Antonio-Prometeo Moya Valle

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