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Echarse al monte

ALEJANDRO LUQUE | No es la primera vez que llamamos la atención en este espacio sobre la figura de Marcello Fois, novelista sardo que empezó siendo un prometedor exponente del giallo italiano para acabar trascendiendo las etiquetas y convertirse, simplemente, en un gran escritor. No resulta fácil olvidar el título con el que se dio a conocer de forma masiva en nuestro idioma, aquel sobresaliente Siempre caro, pero quedarse en él supondría perderse su jugosa producción posterior, publicada en España por el sello Hoja de Lata: desde la espléndida Memoria del vacío a la monumental saga de los Chironi, pasando por Decirse adiós.

Hablamos, pues, de un autor que ha crecido ante nuestros ojos, que ha respondido a las altas expectativas creadas en sus comienzos, y que lo ha hecho desde dos coordenadas muy claras: una geográfica, tratando de no alejarse mucho de su Cerdeña natal, alrededor de la cual ha construido casi todo su imaginario. Y otra genérica, volviendo a menudo a unos predios que podríamos identificar con el noir, pero que no se somete del todo a los corsés de ésta, que no se agota en la resolución de una trama negrocriminal.

En el caso de Pietro y Paolo, Fois vuelve a uno de sus temas predilectos, el banditismo, pero lo hace desde una perspectiva nueva. Aquí narra la historia de dos amigos, naturales de Nuoro como Fois (y como la premio Nobel Grazia Deledda, tan olvidada) cuyos apostólicos nombres dan título a la obra. Uno de buena familia, otro de extracción humilde, son hermanados en la niñez por las experiencias compartidas y en la juventud por la suerte común de ser llamados a filas –como nacidos en 1899– para combatir en la Primera Guerra Mundial.

La narración comienza con un tono de sencillo cuento clásico para ir enriqueciéndose con elementos muy bien armados. El hijo del terrateniente, el de la familia que trabaja sus tierras, ese planteamiento de hombre rico/ hombre pobre, igualados primero en el descubrimiento del mundo y luego en el horror de aquella inmensa matanza, tiene como telón de fondo, curiosamente, una época de peste que resultará familiar al lector de hoy. “Llegaría un tiempo en el que todas las enfermedades, incluso las más minúsculas y secretas, tendrían nombre. Pero ellos estaban en un tiempo anterior a ese, y habitaban una historia silenciosa”.

La guerra los iguala, decíamos, pero también trastoca sus destinos. Es el escenario en el que cobran un sentido diferente palabras como valor y cobardía, lealtad y traición, paz y violencia, amistad y enemistad. Todo ello lo maneja Fois con elegancia e inteligencia, conduciéndonos en una inexorable cuenta atrás hacia el momento supremo del reencuentro de los dos amigos, que por supuesto no volverían a ser los mismos tras pasar por la picadora de carne del frente.

Uno puede pensar en Aquiles y Patroclo, aunque tratándose de Fois siempre cabe esperar la vieja pregunta: ¿Y si la historia se hubiera resuelto de un modo diferente? Paolo será un héroe, sí, pero degradado a un nivel infrahumano por el fuego enemigo. Y Pietro, por su parte, correrá la suerte de los que son apartados de la sociedad: se echará al monte, vivirá al margen de la ley. Quién es el héroe, quién el villano, son las preguntas que Fois deja en el aire.

El escritor sabe ser contenido cuando la historia lo requiere, escancia con precisión la frase poética y la sentenciosa, juega hábilmente las cartas de los lugares comunes y se guarda los golpes maestros para que nadie cierre el libro sin una sonrisa. Relato de iniciación, novela pacifista, novela social a su manera, historia de bandidos, tragedia de resonancias clásicas, todo eso es esta Pietro y Paolo, pero sobre todo es la obra de un novelista en pletórica madurez, uno de los dos o tres nombres imprescindibles de la narrativa italiana de hoy.

Pietro y Paolo (Hoja de Lata, 2020) | Marcello Fois | Traducción de Francisco Álvarez González | 192 páginas | 17,90 euros

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