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El bicho que nos habita

ALEJANDRO LUQUE |Hace unos años, Jon Bilbao escribió un estremecedor relato en torno al concursante de un reality-show que debía superar una última prueba para llevarse el premio gordo: comerse viva una araña de patas largas y peludas. Y cierta fijación, pensamos algunos, debe tener el escritor con esas pacíficas criaturas, porque Araña es precisamente el título de su última novela.

Sin embargo, muy pronto va a descubrir el lector que esta nueva obra no está tan conectada con aquel cuento como con la anterior entrega de Bilbao, Basilisco, de la que, en cierto modo, es secuela. Bajo ese sobrenombre, Basilisco, se conoce al pistolero John Dunbar, buscador de oro y lector de La Ilíada a quien conocimos embarcado en una expedición paleontológica, y ahora vamos a ver desnudo, maniatado y arrastrando tres cráneos de bisonte por el polvo del Salvaje Oeste antes de enfrentarse a su gran enemigo, el indio Lengua Azul.

Más tarde, se convertirá en guía de unos iluminados, dispuestos a atravesar los más áridos territorios en busca del Paraíso de los Hombres. Una única mujer forma parte de la expedición, Lucrecia, hermana de uno de los peregrinos y tan huraña como Dunbar, y con ella creará el héroe una fuerte alianza para afrontar las insólitas aventuras por venir.

Paralelamente a esta trama, nos reencontramos con los personajes de otro libro anterior del asturiano, Los extraños. Aquella historia estaba protagonizada por Jon, trasunto del propio Bilbao y autor de las novelas del Basilisco, y Katharina, su compañera. Ahora se han divorciado, y mientras Jon atraviesa con sus hijos el desierto de Nevada, en el que tropezará con algunos imprevistos, Katharina llega a París con los hijos de su nueva pareja, bajo una apocalíptica lluvia de barro. Se refugian en un hotel que se halla momentáneamente sin electricidad, y donde un encuentro inesperado la aguarda.

Así, Jon Bilbao parece dispuesto a seguir avanzando en una obra en marcha, planteada sobre una estructura de vasos comunicantes con sus libros anteriores; que funciona perfectamente sin necesidad de haberlos leído con anterioridad, pero que se disfruta más si se ha pasado por ellos. Sin duda, la peripecia de Dunbar, esa voluntad del autor de poner al día el western literario a través de un personaje memorable y de un viaje de resonancias bíblicas, es el primer gran reclamo de la saga. Toda esa épica de revólveres, caballos y botas polvorientas decoradas con espuelas de plata vuelve a brillar, poderosa, casi hipnótica, en estas nuevas aventuras.

Pero no menos estimulante resulta el juego con los viajes del pasado al presente, y de la ficción a la realidad (o aquello que se presenta como realidad, pero que no deja de ser otro seductor artificio). Tanto las dificultades de Jon como el desasosiego de Katharina están trabajados con extrema habilidad, dirigidos por una mano experta que domina los tiempos y las tensiones. El excelente narrador de distancias cortas que reconocemos en Bilbao desde sus primeras obras vuelve aquí a mostrar sus mejores cualidades, sabedor de que la verdadera naturaleza de los personajes -y de las personas- sale a la luz ante una situación anómala. Y que esta revelación, cuando está bien desarrollada, ilumina a su vez el interior del lector, lo interpela, le devuelve la complejidad de la vida.

Cada uno de los lectores que se asome a estas páginas reconocerá tal vez influencias distintas, pero de lo que no cabe duda es de que Araña funciona con multitud de referencias. Este reseñista ha evocado, por citar algunos nombres, desde Cervantes –con la fórmula quijotesca del héroe que vive a la vez su vida y la de las novelas que sobre él se escriben, en este caso con dos padres simultáneos– a las colecciones de kiosco de Marcial Lafuente Estefanía –y también de la literatura de ambiciones mayores que ha producido el género– pasando por ciertos relatos de Richard Ford, la cruzada de Andrzejewski o el Stephen King de La torre oscura.

Sí, tal vez el denostado (por algunos desnortados) Stephen King sea una buena pista para adivinar por qué derroteros avanza la literatura de Jon Bilbao. Y no porque nuestro autor quiera convertirse en el nuevo maestro del terror, ni falta que le hace; por el contrario, su comodidad para moverse por el terreno de la fantasía sin perder del todo la verosimilitud, sumada a su pericia para sembrar la historia de elementos inquietantes que pueden detonar en cualquier momento, acaban cristalizando siempre en una dimensión metafísica muy sólida. Bajo la música envolvente de las palabras y el indisimulable placer de contar, subyacen los grandes interrogantes, quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos.   

Porque la araña del título -ya casi nos olvidábamos de ella-, esa araña que espera a todos los personajes de esta novela en algún rincón sombrío, no es (o no solo) un animal pavoroso, como no lo eran (o no solo) las moscas o los roedores de otros libros anteriores de Jon Bilbao. El bicho más monstruoso, parece decirnos el escritor, no nos acecha en ninguna cueva, sino en el interior de nosotros mismos. Y aunque la literatura no sirve para matarlo, sí puede al menos hacerlo emerger, exponerlo a la luz para verlo y entenderlo mejor. O simplemente para saber que está ahí y que toca aprender a vivir con él.    

Araña (Impedimenta, 2023) | Jon Bilbao | 416 páginas | 22 euros

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