2

El capitalismo mata (III)

LUIS ANTONIO SIERRA| Existe desde hace unos años un argumento que se ha convertido prácticamente en un mantra para un amplio sector de la derecha de este país: el comunismo y los comunistas son la perfecta encarnación del mal más malvado. Es tal la paranoia de esta gente que solo les falta retratar a los comunistas con cuernos, cola y tridente – si no lo han hecho algunos ya. Son varias las causas que han llevado a estos individuos a alcanzar este grado de absurdo paroxismo y no es esta reseña lugar para analizarlas, pero entiendo que merece la pena detenernos en el origen de muchas de ellas, esto es, la cruzada anticomunista – y sus trágicas consecuencias. Tras el fin de la conflagración mundial, la conocida como “doctrina Monroe” – esa que decía lo de “América para los americanos”, pero que en román paladino significaba “América para los norteamericanos” – se quedaba corta y se imponía la necesidad de ampliar la influencia de los Estados Unidos más allá del continente. Qué mejor excusa para ello que buscarse un nuevo enemigo con el que confrontar a lo largo y ancho del mundo, o sea, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas liderada en aquel entonces por Stalin, país que – por todos es sabido – había luchado junto con EE.UU. y el resto de los aliados para derrotar al nazismo y sus adláteres.

Aquí estaría el punto de partida del libro que nos ocupa y que nos habla sobre los millones y millones de muertos por todo el mundo que provocó esta caza al comunista. Según las fuentes, y aunque esto no se trate de una competición, son muchas más las víctimas de la paranoia anticomunista que las que causó la mismísima represión estalinista. Esto no lo digo yo, lo hace Vincent Bevins en su magnífico ensayo titulado El método Yakarta: La cruzada anticomunista y los asesinatos masivos que moldearon nuestro mundo. Aunque el título alude a la capital de Indonesia, el “método” aplicado en este país para acabar con el comunismo fue exportado a distintos países, especialmente a Latinoamérica y el sudeste asiático. También tuvo sucedáneos o desarrollos más autónomos – aunque siempre patrocinados desde los Estados Unidos – como la operación Cóndor en el continente americano o también la Gladio en Europa.

Antes de recurrir a los asesinatos masivos, hay que preparar el terreno para que estos puedan llegar a ser justificados por sus perpetradores y la población los asuma como parte de la lucha de un pueblo por su libertad. Para ello, los servicios de inteligencia norteamericanos recurrieron en estos países a algo que ahora nos resulta muy familiar y que parece actual por el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información, pero que es mucho más antiguo, esto es, las falsas noticias o fake news. Propagando bulos, manipulando la información, controlando los medios de comunicación de múltiples formas (subvencionando a afines, proveyéndoles de noticias interesadas, etc.); así es como se crea un estado de opinión, algo que un propagandista como Joseph Goebbels ya puso en práctica durante el dominio nazi en Alemania y que encontró fervientes seguidores por todo el planeta – de sus prácticas, no necesariamente de su ideología. Después de eso, vienen los asesinatos, en masa o selectivos dependiendo del contexto. En el caso de Indonesia y algún que otro país del sudeste asiático como Filipinas, por ejemplo, los turistas que abarrotan sus paradisíacas playas no son conscientes de las decenas de miles de cadáveres que hay enterrados bajos sus pies o que esos idílicos lugares fueron testigos de asesinatos masivos de inocentes, muchos de los cuales ni siquiera eran conscientes de lo que era el comunismo y solo eran utilizados como herramientas de terror, como aviso a navegantes para el resto de la población.

Lo triste de este asunto – o una de sus aspectos más tristes – es la escasísima información que hay sobre estos hechos. Las vergüenzas hay que taparlas y de ahí que la política de secretos oficiales estadounidense calificara todos estos desmanes como alto secreto y que pasado el debido tiempo se hayan ido desclasificando con cuentagotas. Estos documentos nos dan la medida – aunque no exacta – de las barbaridades cometidas en nombre del capitalismo y el imperialismo norteamericano. Todavía queda mucho por discernir, muchos detalles por saber, aunque el grueso se conozca. Hemos de agradecer a investigadores como Bevins por la labor que hacen de divulgación hacia el gran público y a editoriales como Capitán Swing y a su equipo de traductores, entre ellos, Enrique Maldonado, que nos den la oportunidad de aprender, de saber, de conocer mejor los entresijos de la política mundial – una disciplina muy necesaria esta de la política, pero que en ocasiones puede tener consecuencias tremendas cuando se pervierten sus fines.

El método Yakarta: La cruzada anticomunista y los asesinatos masivos que moldearon nuestro mundo (Capitán Swing, 2021)| Vincent Bevins |Traducción de Enrique Maldonado |402 páginas | 23,00 euros

admin

2 comentarios

  1. Realmente hay que tener mucho valor (o mucha desvergüenza) para salir en defensa de un sistema que propugnaba la «lucha» (de clases… y de cualquier clase) como modo social preminente y la ·»dictadura» (del proletariado… y de la cúpula del partido, según se vio) como sus mantras. Ponerse del lado de Stalin y de Mao y Pol Pot… en fin, lo dicho: hay que tener muy poco, o nada, de inteligencia o de vergüenza.

  2. Con todos los respetos, creo, Roque, que no has entendido del todo la reseña.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *