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El invierno de la escritura


Diario de invierno
Paul Auster
Anagrama, 2012. Colección «Panorama de narrativas»
ISBN: 978-84-339-7829-5
243 páginas
18’90 €
Traducción de Benito Gómez Ibáñez


Juan Carlos Sierra
Hasta hace unos años, Paul Auster para mí había sido una asignatura pendiente. Todo el mundo a mi alrededor hablaba del autor americano -no necesariamente bien- y yo aún no le había hincado el diente a ninguna de sus novelas. Así que me puse manos a la obra empezando por El libro de las ilusiones; luego vinieron Trilogía de Nueva York, El Palacio de la Luna, El cuaderno rojo y A salto de mata (Crónica de un fracaso precoz),… A partir de Un hombre en la oscuridad fui perdiendo el interés por la obra de Auster y he de reconocer que hasta el recién publicado Diario de invierno no había vuelto a él.
Y, ya que estamos con las confesiones, este último lo leí más que por interés literario por cierta afición que tengo a conocer las intimidades de los escritores que me interesan o me han interesado en algún momento. No obstante, en la autobiografía de un autor, porque un diario no es más que eso, espero leer además el paratexto de su obra: sus lecturas, sus filias y fobias literarias, el ambiente intelectual que lo rodea y en el que se mueve -incluidas ciertas miserias del mundillo literario-,… Sin embargo, muy poco de esto aparece en el Diario de invierno de Paul Auster. Finalmente, a este nuevo acercamiento a Auster he de añadir otra motivación: con el libro que más había disfrutado fue A salto de mata, el más cercano a Diario de invierno en cuanto al género escogido.
Pero, independientemente de mis expectativas y gustos personales, al diario de Paul Auster le falta el propio Paul Auster; es decir, le falta pulso, ritmo y tensión narrativas. Partiendo del hecho de que no hay una trama que mantener, unos personajes que perfilar, un factor desencadenante y un río de sucesos que explicar, algunas de las condiciones antes apuntadas podrían disculparse. Sin embargo, la cascada de hechos narrados a lo largo de las 243 páginas de este Diario de invierno se va solapando sin más, sin un hilo del que ir tirando, como sin ganas.
Esta sensación de pereza contagia la lectura, que se va desarrollando como a tirones, como si viajáramos en un coche gripado, confiados en que tras el último episodio anodino las cosas irán a mejor hasta que vuelve a encasquillarnos el humo blanco del tubo de escape. O a lo mejor es que la vida narrada -la de Auster- es así, como supongo que sucede en la de la mayoría de las personas, sean escritores o no; pero no necesariamente la manera de contarla ha de mimetizarse con el ritmo vital, porque la literatura no tiene que ser un trasunto fiel de la realidad, sino un ejercicio que la explique, la aclare o la revele utilizando las herramientas propias de la literatura y no las de la vida.
No obstante, hay momentos que merecen la pena en este Diario de invierno, como el extenso fragmento en que Paul Auster enumera los hogares por los que ha transcurrido su vida y la importancia que han tenido para ella. Quizá el libro habría ganado si, por ejemplo, este se hubiera desarrollado bajo esta estructura inmobiliaria nómada, ya que le habría proporcionado al libro un andamiaje narrativo preciso y al lector probablemente un pretexto para que sintiera la curiosidad de continuar leyendo.
No quisiera pensar que este Diario de invierno preludia el invierno artístico de Paul Auster, un autor que ha demostrado que atesora en su obra publicada hasta el momento novelas que seguramente están entre lo mejor del pasado siglo. Quizá solo ha sido un nubarrón.

admin

5 comentarios

  1. Un paratexto, en teoría literaria, no es lo que usted da a entender que es. Haga el favor de informarse antes de escribir. El libro de Auster, en realidad, no es un diario. Se trata de notas autobiográficas.

  2. Un paratexto, en teoría literaria, no es lo que usted da a entender que es. Haga el favor de informarse antes de escribir. El libro de Auster, en realidad, no es un diario. Se trata de notas autobiográficas.

  3. Perdone usted, señor anónimo, quizá la palabra no es la correcta, pero creo que se entiende qué quiero decir. Y, bueno, el título del libro es Diario de invierno, no ‘Notas autobiográficas’ de invierno.

  4. Auster lleva metido en un nubarrón hace muchas novelas o libros. Es curioso ver cómo la propaganda empuja a considerar a un escritor como imprescindible y no ver que ya ha entrado en el vacío. Pienso ahora en los «Diarios» de Iñaki Uriarte (Pepitas de calabaza) y pienso que sería o debería ser superventas con la debida información de su valor, originalidad y estilo. Auster quedó en el siglo pasado y desde entonces no ha escrito nada sobresaliente, se sobrevive a sí mismo, como una firma que da prestigio a las portadas, y compramos firmas y objetos, nada más.

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