LUIS ANTONIO SIERRA | Siempre he pensado que los ensayos, por muy sesudos que sean, deben presentarse y expresarse de la manera más llana y cercana posible. A no ser que el ensayista en cuestión sea un soberbio de manual – que los hay –, la intención en su trabajo debe ser que su recepción y comprensión lleguen al mayor número de lectores posible. Y, precisamente, el hecho de hacer accesible al gran público ideas y conceptos más o menos complejos viene a demostrar también su habilidad y maestría. Soy consciente, también, de que esta empresa no es nada fácil y que, por otra parte, al lector se le debe suponer cierta capacidad de comprensión que no siempre se da.
Todo esto va paralelo a la cuestión ideológica, o sea, a la capacidad de penetración en el receptor de las ideas expuestas en el ensayo, asunto del que Antonio Maestre, estoy seguro, es muy consciente. Su último libro, Los rotos. Las costuras abiertas de la clase obrera, así lo demuestra. Al igual que en sus obras anteriores, Franquismo S.A. e Infames, en Los rotos late una clara voluntad de comunicar sin florituras, de utilizar un lenguaje claro, diáfano, directo y sin subterfugios. Esto lo realiza con bastante solvencia, si bien es cierto también que hay momentos en este libro en los que su comprensión se hace un poco farragosa. Esto suele darse cuando se adentra en la presentación de conceptos más o menos complejos, más o menos abstractos que requieren cierta explicación y que, aunque intenta hacerlos comprensibles, no tiene, en última instancia, todo el éxito que debería. Sucede, por ejemplo, con la glosa que hace de la idea de las “estructuras del sentir o de sentimiento” que Raymond Williams desarrollaba en su libro Marxismo y literatura. Podemos excusar a Maestre porque, lógicamente, al lector se le suponen también ciertas capacidades, pero, de cualquier manera, entendemos que en ocasiones lo que consigue el autor es complicarnos la vida y la lectura y que, bien podría haberse ahorrado esas explicaciones, o bien, si eran tan necesarias, lo que debería haber hecho es bajar al terreno que domina, el del lenguaje periodístico y el de la divulgación. Ahí lo hace muy bien y se agradece su claridad.
Otro mérito de Los rotos es el de dar la batalla cultural en estos tiempos en los que el neoliberalismo más fiero se impone sobre ideas que creíamos asentadas y normalizadas. Maestre nos ayuda a aclarar posturas, a definir lo que somos y lo que no, a identificar al enemigo – porque sí hay un enemigo – y a plantarle cara. Este es un libro de postulados, de definiciones, pero también de herramientas de defensa ante lo que tenemos en frente y es de agradecer que editoriales valientes y de prestigio como Akal decidan publicar este tipo de libros que otras más apegadas a lo que llamamos el establishment jamás publicarían a no ser que encontraran la posibilidad de algún beneficio económico en ello tal y como hace, por poner un ejemplo, el grupo del todopoderoso Lara con la Sexta, cadena con la que, casualmente, colabora Maestre. Y es que ya lo dice el propio autor en algún momento del libro con palabras más certeras que las mías, que el fin último de cualquier trabajador es poder vivir de su trabajo, aunque ello suponga en ocasiones emplearse en actividades que crean contradicciones ideológicas en el individuo por una supuesta traición a su clase, por colaboracionismo con el sistema, etc. Este es, precisamente, uno de los peligros que afronta la clase obrera en el intento de desclasamiento que sobre ella ejerce el neoliberalismo siguiendo la máxima del “divide y vencerás”. El sistema capitalista es mucho más consciente que la propia clase obrera del potencial transformador de esta y, por lo tanto y con la intención de mantener su posición de privilegio, lo más inteligente es disgregar esa masa, dividirla, crearle aspiraciones ficticias de ascenso social, etc. Así y solo así se puede anular la fuerza colectiva y, como decíamos más arriba y Maestre nos lo recuerda constantemente, la batalla la gana el enemigo. De momento. El problema es que las perspectivas ahora mismo no son demasiado halagüeñas para todas esas personas que algunos llaman “mayoría social” y que no es otra cosa que la clase obrera de toda la vida, lo que pasa es que últimamente – incluso dentro de la izquierda – parece ser pecado utilizar cierto lenguaje tradicional (marxista) que sigue definiendo muy bien los conceptos, pero que puede acabar demonizado por el discurso mayoritario y monolítico neoconservador que algunos sectores de la izquierda han comprado.
Para acabar con esta reseña, tenemos que destacar la relación de películas, libros, series, etc., que Maestre nos regala como guía para la conformación de la conciencia de clase. Es solo una guía; por supuesto que ni es todo ni suficiente, pero es sin duda una buena manera de empezar a saber dónde y cómo estamos. Así que no solo lean el libro, sino que pueden nutrirse de una muy buena colección de títulos.
Los rotos. Las costuras abiertas de la clase obrera (Akal, 2022) |Antonio Maestre | 256 páginas | 20,50 euros.