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El método Synge

Kassel 9788432221132

 

Kassel no invita a la lógica

Enrique Vila-Matas

Seix Barral, 2014. Colección «Biblioteca breve»

ISBN: 978-84-322-2113-2

304 páginas

19,50 €

 

 

 

Antonio Rivero Taravillo

Tiene la narrativa de Enrique Vila-Matas siempre un punto de refinada impostura, de bien montado embeleco. Lo que menos importa es qué cuenta, sino el modo que tiene de engatusarnos; no el conejo que se pueda sacar de la chistera, sino toda la puesta en escena, el arte desplegado en captar nuestra atención, esa forma que tiene el barcelonés de quedarse con nosotros y tomarnos el pelo que, la verdad sea dicha, el lector habitual de sus libros pone muy a gusto en sus manos.

De alguna manera, esto es lo que sucede con Kassel no invita a la lógica, que puede considerarse una divagación (un paseo como los de su admirado Robert Walser), una charla improvisada sin apenas preparación y no poco rellena con materiales de aluvión como la conferencia con que se cierra el libro, un tanto “marciana”, como uno de los personajes califica la citada charla. El mismo autor explica esta clave de su obra cuando reconoce: “En mis libros, el eje suele ser el recorrido: un escritor que viaja y describe su desplazamiento.”

Aquí, este escritor que es –es decir, no es del todo– el propio EV-M recibe la extravagante invitación de la exposición de arte contemporáneo Documenta 13 de ser él mismo una instalación, algo así como el escritor que puede ser observado mientras escribe (en su caso, sentado a la mesa de un restaurante, chino por más señas). El autor, que en cierto momento pasa a llamarse a sí mismo Autre (ese otro en el que se desdobló Rimbaud) y luego Pinipowsky (esto se podría interpretar a la luz de la gran impresión que le había causado Los desdoblamientos, de William Gaddis, donde los personajes, especialmente Wyatt, van cambiando de nombre como el que lo hace de traje) se siente pletórico por las mañanas, lo mismo que al atardecer le invade el desánimo y el malestar. Las últimas páginas son muy expresivas de esta dicotomía, un poco también de Jekyll y Hyde.

Y aquí lo tenemos en la ciudad alemana de Kassel, sin saber ni palabra de alemán ni de chino, pero haciendo como que los entiende utilizando lo que él llama “el método Synge”, que consiste ni más ni menos que en figurarse de forma tan deductiva como abracadabrante lo que dicen aquellos a los que se escucha sin entender en realidad la lengua que hablan. Eso es lo que dice el narrador que hizo John Millington Synge en las gaélico-parlantes islas Aran (en la bahía de Galway varias veces mentada en el libro), aunque Máirtín Ó Direáin, poeta nativo de ese microarchipiélago recordara muy elogiosamente a Synge, como si realmente este se hubiera enterado. La alabanza es meridiana: “Tá cleacht mo dhaoine ag meath, / Ní cabhair feasta an tonn mar fhalla, / Ach go dtaga Coill Chuain go hInis Meáin / Beidh na bréithre a chnuasais tráth / Ar marthain fós i dteanga eachtrann.”

¿Comprendía Synge el gaélico? ¿Comprende el autor de Kassel no invita a la lógica el arte contemporáneo? Este es el contrapunto de toda esta obra de ‘non-non-fiction’ en la que aparecen una y otra vez motivos recurrentes. Más allá de la primera perplejidad, el narrador va mostrando su entusiasmo por diversas obras presentadas en Documenta, aunque alguna vez muestre rechazo como ante la denominada Momentary Monument IV, la cual y siguiendo con las aliteraciones podríamos calificar como una monstruosa montaña de chatarra que “según el catálogo, trataba de la inexperiencia inestable que oscila entre lo duradero y lo pasajero.” Esto le parece al narrador: “Sin duda, podríamos habernos ahorrado la visita y yo lo habría agradecido. Porque era un hecho que yo me sentía entusiasmado ante muchas de las cosas que iba viendo en Kassel, pero no por ello había perdido el sentido crítico, y ante Momentary Monument IV no se me ocurrió nada mejor que pensar en Las Meninas del pintor Velázquez y en la música de Mozart y de Wagner y a punto estuve de romper en violento llanto.”

En la página 222, el narrador califica al libro de “reportaje novelado”, la definición que mejor le cuadra, y en otros lugares ofrece pistas sobre su obra y el título de esta: “Kassel no invitaba a la lógica porque no estaba muy relacionado con ella, pues exigía a los creadores invitados moverse por los parámetros vanguardistas de una locura de altura”. Y tras citar en la misma página al Nietzsche enloquecido que se abrazó a un caballo en Turín (quizá pidiendo al caballo disculpas por Descartes, como escribió Kundera) y a Italo Calvino, turinés de adopción, que añadió que “sin embargo no hay que perder de vista que Turín invita a la lógica, que abre el camino a la locura”, el narrador apostilla: “En Kassel, pensé, más bien ocurría algo distinto: la ciudad invitaba a la ilógica que abría el camino a una lógica no conocida.”

En la ciudad, “la absorción de lo que había ido viendo me había dado una energía creativa y un entusiasmo absolutamente inéditos en mi vida y hasta me habían dejado, a mi hora habitual, sin melancolía.” Y agrega: “Quizás tanto optimismo se debiera a que allí en Kassel había recobrado los mejores recuerdos de mis inicios de artista. Mi admiración, por ejemplo, de quienes habían hecho de la escritura su destino: Kafka, Mallarmé, Joyce, Michaux, aquellos para los que la vida apenas era concebible fuera de la literatura, aquellos que hicieron con su vida literatura.

Como el resto de la obra de Vila-Matas, Kassel no invita a la lógica no es para todos los paladares. Para muchos constituirá una fuente de estupefacción parecida a la que suscitan las obras de arte contemporáneo de las que trata precisamente el libro. Pero la constante inteligencia y el muy bien dosificado humor, que incluye la autoparodia, no son valores que prevalezcan en la mayor parte de libros que se publican. Por su tono festivo y optimista, reivindicado por su autor, no cabe duda de que este “reportaje novelado” debe de haberse escrito por las mañanas.

admin

6 comentarios

    • ¿Del español o del gaélico? Maliciándome que sea lo segundo, ahí va: no me lo he inventado, se trata de una estrofa del poema que Maírtín Ó Direáin dedicó a Synge: Lo tituló «Homenaje a John Millington Synge» y pertenece a su libro «Ó Mórna agus Dánta Eile» («Ó Mórna y otros poemas»), de 1957. Los versos citados son los últimos del poema, que cito por mi porpia traducción (si no recuerdo mal, inédita):

      HOMENAJE A JOHN MILLINGTON SYNGE

      El impulso que te trajo a mi gente,
      desde fértiles dominios a ásperas rocas
      corría parejo con el vivir de la tierra
      y el ansia que manaba de la aflicción y la pérdida.

      No escuchaste lo que contaban las rocas,
      el fuego del hogar contaba hazañas;
      no prestaste atención a lápidas o a tumbas,
      no profería una queja el polvo muerto.

      Deirdre se presentó ante ti en el camino
      y la barca de Naoise dobló Ceann Gainimh;
      Deirdre y Naoise desaparecieron
      y Péigín vertió calumnias sobre Seáinín.

      Siempre tenías el cuaderno en la mano,
      de él trajiste palabras a la vida;
      Deirdre, Naoise y Péigín cobraron forma
      y dieron el salto del héroe desde sus páginas.

      Las costumbres de mi gente declinan,
      ya no pueden las olas ser muralla.
      Pero hasta que Coill Chuain vaya a Inis Meáin,
      las palabras que entonces recogiste
      seguirán vivas en una lengua extranjera.

  1. Sí, me olía que decía eso pero… tú sabes… prefería que lo dijeras tú… 😉

  2. En tu respuesta, escribes correctamente el nombre de John Millington Synge. Pero en el texto del artículo le llamas John «Milton» Synge. Supongo que a él le hubiera halagado la errata (o quizá no, quién sabe).

  3. Es a mí, Pedrete, a quien halaga enormemente haber estado ciego, como el propio Milton, ante esa errata. Gracias por advertir de ella.

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