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El mundo es un escenario

El torturador arrepentido

Carlos Salem

Talentura, 2011

ISBN: 978-84-937659-6-5

136 páginas

13 €

Fran G. Matute

Ecléctico y virtuoso como pocos, el argentino Carlos Salem está decidido a hacerse un hueco en nuestra literatura (que es ya por derecho la suya). Novelista, poeta, organizador de festivales, conductor de blogs y tertulias literarias, relatista, director de colecciones… y ahora dramaturgo.

Reconozco que hacía siglos que no leía una obra de teatro. Quizás porque siempre he pensado que el teatro ha de verse representado en un escenario y lo contrario es como leer una letra de una canción sin que se encuentre acompañada por su melodía: un ejercicio más poético que otra cosa, un acto incompleto y onanista a través del cual se corta el cordón umbilical que une una obra con su creador y su público. Salem cree firmemente en este vínculo a tres bandas, por eso aboga por la perfopoesía y la sana crítica literaria cara a cara. Pero un servidor no ha tenido la oportunidad de asistir a las representaciones llevadas a cabo por la Compañía Brétama Teatro, así que mi acercamiento a El torturador arrepentido es meramente desde el papel y la soledad de mi habitación, un acercamiento que sin embargo, a la vista de la idiosincrasia de la obra, me ha deparado momentos de estremecimiento que dudo mucho hubiera podido percibir a través de la representación teatral.

Cuenta Salem en esta obra la historia de una venganza planificada a sangre fría con el telón de fondo de la dictadura de Videla. Una sangre fría que cuesta calentar llegado el momento. Pero no busquen en el texto un posicionamiento político más allá de la evidente repulsa a un sistema autoritario. Salem enfrenta a sus personajes con su pasado y sus actos y los abandona en el abismo de la duda. Y lo hace utilizando técnicas narrativas más propias de la ficción televisiva actual, rompiendo la cuarta pared, mostrando en escena al mismo personaje en su juventud y su madurez, discutiendo consigo mismo, intentando buscar sentido y coherencia a unas decisiones que se tomaron bajo el yugo del miedo, la coerción y el egoísmo. Salem no nos propone una lucha entre el bien y el mal sino entre la legitimidad y la redención.

Así que tenemos un personaje como Julio, un infante torturado por la milicia argentina que se transforma, una vez borradas sus señas de identidad y refugiado en España, en Jorge Luis (efectivo juego de palabras con dos de los grandes escritores argentinos). Por otro lado encontramos al torturador, conocido durante los tiempos más crueles como El Lobo y hoy día dócilmente retirado, cómo no, en España conviviendo en sociedad bajo su verdadero nombre, Horacio. Julio-Horacio, Lobo-Jorge Luis, Lobo-Horacio, Julio-Jorge Luis… Salem enfrenta a todos con todos, pasado y presente, torturador y torturado, torturador y militar retirado, joven inocente y adulto ávido de venganza. Monólogos intimistas y reflexivos, diálogos enfurecidos y subyugantes, convierten a El torturador arrepentido en un carrusel de tensas emociones.

Sin ánimo de desvelar detalles importantes en el transcurrir de la obra, mencionar que Salem, para hacer más doloroso el proceso de venganza, dota a sus marionetas de familia humanizante. Acompañan a Julio-Jorge Luis y a Lobo-Horacio sus sufridas esposas-hijas-novias, que actúan como contrapunto a una historia dura y desgarradora, que funcionan a modo de piqueta de la realidad, con golpe de efecto humorístico (no podía faltar en una obra de Salem) incluido que sirve de perfecta válvula de escape a esta historia que, ya lo hemos dicho, nos ha sobrecogido y estremecido durante gran parte de su lectura, por su fuerza expresiva y su profundidad reflexiva para tratar con éxito un tema alambicado que, por ejemplo, en este país de memorias históricas encontradas, seríamos incapaces de abordar con la distancia y solvencia con la que lo hace el arguñol.

No queremos dejar de resaltar que la presente edición de Talentura incluye a su vez un interesante prólogo de María Suanzes (directora de la compañía teatral que ha representado esta obra) detallando los pormenores del montaje y el peso de la visión y del entusiamo de Salem por hacer que la representación saliera adelante, así como unas notas finales escritas por el autor que ayudan a contextualizar el acercamiento de Salem a un tema tan controvertido como la dictadura argentina. Y para rematar se añaden algunas fotos de las representaciones para que podamos ponerle carne y hueso a los personajes de El torturador arrepentido, la primera y exitosa incursión teatral de Carlos Salem que esperamos poder ver algún día representada en nuestra ciudad.

Recitaba Elvis Presley: «alguien dijo una vez que el mundo es un escenario y cada uno debe interpretar un papel«. Sabemos que ese «alguien» era un tal William Shakespeare. Y también sabemos cuál es el papel que Carlos Salem ha decidido interpretar en este mundo: el de hombre del Renacimiento literario. Salem sabe hacer de todo y todo lo que hace lo hace bien. Da la impresión de que para Salem todo el camino es de ida. ‘Aller simple’…

admin

3 comentarios

  1. Es un buenísimo libro que me acabo de leer hace un par de días y que realmente merece la pena dedicarle un par de horas, no se tarda más en leerlo

  2. Gracias Porerror, por tus palabras.

    Como dice el gran Miguel Baquero, «El torturador arrepentido» sólo te ocupará un par de horitas de tu vida y la recompensa es mayúscula. Y si encima te mola Carlos Salem, pues resulta una lectura imprescindible.

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