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El nuevo rey de la fiesta

pastoralia

 

Pastoralia

George Saunders

Alfabia, 2014

ISBN: 978-84-942552-1-2

247 páginas

16,90 €

Traducción de Ben Clark

 

 

José Martínez Ros

George Saunders está de moda. De hecho, tras los galardones y parabienes recibidos por su séptimo libro, el más que notable Diez de diciembre, se puede considerar que ha sustituido al finado y malogrado David Foster Wallace como gran pope de la literatura postmoderna norteamericana. Y no nombramos a Foster Wallace por azar: es complicado hallar una reseña en la que no se le relacione inmediatamente con el genial autor de La broma infinita. Por supuesto, esa “moda” se limita a una pequeña minoría de lectores interesados por las nuevas corrientes de la literatura, en particular de la norteamericana. Pero dentro de esos estrechos límites, podemos afirmar que George Saunders es el nuevo rey de la fiesta.

Aunque algunos de sus libros habían sido publicados con escaso eco, ha sido a partir de la edición de este último libro, Diez de diciembre, por Alfabia -y la recuperación de títulos anteriores, como este igualmente recomendable conjunto de relatos, Pastoralia– cuando el, por así llamarlo, “fenómeno Saunders” ha estallado en nuestras letras. Y a medida que se multiplican los elogios, aumenta el número de curiosos. Y entre ellos, el autor de esta reseña, que, conviene aclararlo, no es un especialista en relatos. Pero ha leído unos cuantos libros de cuentos que no dudaría en calificar de sobresalientes o geniales, de -por ejemplo- El Aleph a -por ejemplo- Relatos a la manera casi clásica. Digamos que el autor de esta reseña confía en saber distinguir un genio cuando lo tiene delante.

¿Y de qué van los relatos de Saunders? Optemos por una metáfora cinematográfica muy accesible. Como los personajes de la famosa película de Paul Thomas Anderson, Magnolia, sus protagonistas son seres marginados, grotescos, inadaptados, con problemas de comunicación, tremendamente infelices, pero anhelan ser “normales”, ser “uno más” en la sociedad norteamericana contemporánea (un país, no olvidemos, que incluye entre los derechos fundamentales, el de la búsqueda de la felicidad personal). Quieren una relación de pareja, una vida sexual satisfactoria, un buen trabajo, conservar el seguro médico, librarse de ese pariente tan latoso… No son especialmente inteligentes (bueno, en algunos casos son unos redomados idiotas), pero conservan el anhelo de una existencia mejor y más plena. Y están dispuestos a enfrentarse a las dificultades. Es ese deseo el que pone en marcha la acción de los relatos y sirve para establecer una conexión emocional con el lector. Los protagonistas pueden trabajar como cavernícolas en un parque temático, ser ‘strippers’, participar en un curso de autoayuda o, incluso, recibir la visita de un fantasma. Pero, por encima de esas circunstancias disimiles, comparten la misma y profunda insatisfacción.

El autor de esta reseña se lo ha pasado bien leyendo a Saunders: es ligero, divertido, irónico. Pero, sin embargo, aunque Saunders tiene la ironía (que muchas veces se convierte en franca y satírica mala baba) de Paul Thomas Anderson o Foster Wallace y, probablemente, su sentido moral, carece de su exuberante inventiva, así como  de su capacidad de sorpresa. Es un escritor elegante y ameno y merece la pena leerlo, pero no un monstruo de la literatura como el autor de La niña del pelo raro. O para expresarlo con otra metáfora cinematográfica: Pastoralia es una suma de cortos brillantes, pero no encuentra uno, por desgracia, un destello de genio descomunal como los que abundaban en la tercera película de Paul Thomas Anderson. Y el autor de esta reseña piensa que tal vez sus palmeros y publicistas no le están haciendo ningún favor al promover comparaciones que de ningún modo pueden sostener.

admin

2 comentarios

  1. Desde mi perspectiva de lector de Saunders de cuando tenía «escaso eco», siempre he creído que su narrativa es más «literaria» (sea esto lo que sea) que la de DFW. Es más, siempre he pensado que Saunders es verdaderamente el gran «escritor» (sea esto lo que sea) de aquella ‘next generation’, como la bautizaron los de Mondadori por aquí.

    Otra cosa es la «pirotecnia intelectual» (sea esto también lo que sea), que tanto puede llegar a atraer (a mí el primero) y en la que, en eso sí estamos plenamente de acuerdo, no hay color…

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