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El pasado no es pasado

MANUEL MACHUCA | Reza una manida cita de William Faulkner: «The past is never dead: it´’s not even past». Una cita que marida perfectamente con la que abre el libro de Carlos Arenas Posadas y que ha publicado recientemente el editor David González Romero en su editorial El Paseo. Esta es de Sixto Cámara, y habla de que ninguna época puede ser estudiada y comprendida de modo aislado, porque todo lo que sucede hoy está íntimamente enlazado con lo de ayer. Y también, cómo no, con la cita que la secunda, esta de Leonardo Sciascia, que a su vez parece una explicación de la del escritor norteamericano y que, a diferencia de la de Cámara, sí la transcribo de modo literal tal y como aparece en la publicación: «El pasado, sus errores, sus maldades, nunca es pasado; continuamente hemos de vivirlo y juzgarlo en el presente».

Y es que el nuevo libro del veterano y lúcido historiador sevillano nos va a transportar a lo largo de los siglos, desde la Edad Media, incluso antes, hasta nuestros días, para explicarnos los porqués de Andalucía. Y lo hace de una forma indudablemente subjetiva, cargada de ideología propia, pero también de una honestidad fuera de toda duda. Y no porque, como otros historiadores y gente con título académico nos trate de imponer una verdad inobjetable y científica, apabullante y sin posibilidad de debate, sino porque lo hace como lo debería hacer un historiador y cualquier otra persona de ciencia que se precie, como un interpretador de los hechos que sucedieron a la luz del conocimiento actual, con el fin de que esto pueda contribuir a conocer el pasado y, sobre todo, a actuar sobre nuestro presente y nuestro futuro.

Ninguna ciencia es absoluta, discutible ni carece de sesgo político, por mucho que ciertos historiadores, casualmente de un sesgo políticamente contrario al del autor al que se reseña, tratan de hacernos ver. Ya se sabe que quienes gustan de dictaduras y pensamientos únicos también nos trasladan, a puro grito, casi siempre, lo poco que saben y mucho que opinan como si ello fuera la única verdad existente. Por eso, más allá de la discusión propia, necesaria, más allá de la reflexión personal de cada cual a la hora de leer el libro, este libro rezuma honestidad porque no trata de imponernos su visión como única verdad. Mi verdad, que decía antes la gente del campo. Y esa su verdad, la de Carlos Arenas, no la vamos a discutir en esta reseña porque esa reflexión corresponde a cada lector que se acerque a estas páginas. Y de la misma forma va a tratar de actuar el estadista que reseña.

Dicho esto, y a modo de preámbulo, huelga decir que estamos ante un libro denso, que requiere una lectura atenta y relajada, que a veces puede agotar. Ello, obviamente, no le resta mérito alguno, puesto que el tema lo merece. Y lo merece porque, a pesar de que el título nos hable de Andalucía y su hecho diferencial, no es en realidad un libro sobre Andalucía stricto sensu. A veces, durante su lectura, uno siente que se habla demasiado de España en detrimento de la comunidad a la que hace referencia el título. Creo que esto se debe a que el autor, tal y como se transmite a lo largo de las páginas, defiende que las grandes frustraciones y desengaños de los nuevos modelos de país que tímidamente han aparecido en los últimos siglos y que han fracasado, lo han hecho cuando no han tenido en cuenta la realidad y el hecho diferencial andaluz. Este fue uno de los grandes errores de la Segunda República, al no entrar de manera radical a resolver las injusticias sociales que aún permanecen en Andalucía desde los tiempos de aquella cruzada a la que todavía hoy se la conoce como Reconquista, este estuvo a punto de ser el fracaso del régimen del 78 y probablemente sea una de las grandes cuestiones que a día de hoy estén por resolver y que obvian los que dicen pretender sumar. Porque, a pesar de todos los fracasos, a pesar de todas las lecciones que nos ofrece la historia, y a pesar de que quienes se tienen por progresistas presuman de leer mucho y se rían de Feijóo cuando habla del libro 1984 que George Orwell no escribió en 1984, la izquierda española jamás ha prestado atención al hecho andaluz, a sus peculiaridades. Lo más que hizo fue aprovecharse de ese sentimiento identitario que surgió como político a finales de los años 70 del siglo pasado, y que luego se preocuparon muy mucho de enterrar para mantener el vasallaje del sur. Andalucía siempre ha sido tratada por el progresismo de forma paternalista, es decir, sin molestarse ni un minuto en tratar de entender una identidad tan potente como la que más y un sufrimiento que nunca ha preocupado a gentes de toda ideología de poder, para las que las fronteras del reino por el sur no van más allá de Aranjuez. Un sentimiento que cuando resurge encuentra siempre fuerzas de toda ideología para aplastarlo. Y así le va a los andaluces, y así le va a los españoles.

Carlos Arenas defiende que Andalucía y sus profundas injusticias sociales se explican por la forma en la que se conquistó y se repobló ocho siglos atrás por las órdenes militares, muy diferente a la de las regiones más al norte. Una forma de conquista que luego se trasladó a América y también explica, y muy bien, las estructuras sociales de aquellos países y que hacen de Andalucía la última colonia.

El pasado, ya se ve, no existe, es puro presente. Y por eso quienes son herederos de aquella forma de actuar, beneficiarios ideológicos y/o económicos, jamás están interesados en desenterrarlo. Miremos hacia adelante, aprendamos de nuestros errores, el pasado nadie lo puede cambiar, superemos odios fratricidas, dejemos a Queipo de Llano descansar…Son frases que habremos podido escuchar de las facciones más educadas de aquellos que bajan los impuestos a los ricos y que, por acción u omisión, insisten en mantener todas las condiciones para que la historia se repita. Un camino abonado al regreso de los menos educados y más sanguinarios de sus afines, que ya vivaquean por toda esa Europa desmemoriada que vuelve a alzar con sus votos a aquellos que arrasaron el continente hace ochenta años. Paradojas del pasado. ¿O es el presente? Qué lío.

Para finalizar, creo que este es un libro no apto para todos los públicos y que, a poco que se tenga algo de conciencia colectiva, puede producirnos noches de insomnio y rabia, en especial cuando describe la Andalucía de la primera mitad del siglo XX. No es apto para todos los públicos porque jamás interesará a quienes basan su ideología en la ausencia de letras o en la lectura de cuentos llamados libros que relaten lo que uno quiere escuchar. Es un libro para quienes desean buscar la verdad, aunque tampoco la encuentren aquí. Y es que la verdad, como el pasado, no existe. La verdad es un camino para recorrer de la mano de otros, con una mirada limpia que permita aprender juntos. No queda otra.

Lo andaluz. Historia de un hecho diferencial. (El Paseo Editorial, 2022) | Carlos Arenas Posadas|592 páginas| 28,95 € |

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