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El poeta Javier, salva(do) por la novela

JOSÉ CENIZO JIMÉNEZ | Javier Salvago (Paradas, Sevilla, 1950) es sin duda uno de los mejores poetas de su generación. El autor de poemarios memorables como Ulises (1996) llega a sentir una especie de cansancio de la poesía, al parecer, y desde hace unos años se refugia en la prosa. Con el nuevo siglo y los cincuenta a cuestas edita sus memorias en dos tomos de gran interés y significativos títulos –Memorias de un antihéroe (2007), El purgatorio (2014)-, publicados por Renacimiento. Después inaugura la narrativa de creación con las colecciones de relatos o cuentos –El miedo, la suerte y la muerte (2015), No sueñes conmigo (2017), El corazón de oro y otros relatos (2019)-. Entremedias un libro de aforismos, Hablando solo por la calle (2016).

En 2021 da un giro a su prestigiosa trayectoria de escritor. Publica su primera novela, de sonoro y atractivo título, La matanza de Collejas. Se ha lamentado Salvago de que esta primera incursión en la novela no haya recibido apenas comentarios críticos. A saber por qué. Por nuestra parte, creemos que en la novela, que cuenta una matanza por resolver en un poblado con aroma de realismo mágico -según el propio narrador omnisciente del texto-, se mezclan todos los elementos que configuran un fresco social dantesco, un argumento propio para una serie o una película: mucha sangre, crímenes atroces, amores prohibidos, corrupción intensa del dominante cacique, cárcel, intriga desde el primer momento hasta las páginas finales que no dejan descanso, etc. Se partía de una anécdota que tiene su recorrido en la tradición oral e incluso en la literatura, la del fantasma o pantasma, un amante que se disfrazaba de esa guisa para ahuyentar a la gente y dejar la vía libre para moverse libremente por la calle de su compañera. Muy original y fresco este motivo inicial.

Lo más logrado de la obra es, en el plano expresivo, la sencillez de estilo y la frescura en el manejo de los diálogos, tan abundantes, así como la variedad de temas y la apertura del punto de vista o la presentación de los personajes. Completamos el comentario constatando que en La matanza de Collejas Salvago ha renunciado a algo peculiar y muy presente en su poesía y en su obra narrativa anterior: la ironía y el humor. Y, en fin, valoramos que renunciara a la truculencia excesiva y descarnada. Y terminamos afirmando que, en suma, tenemos a un gran poeta presentándose en la corte de los novelistas, donde la competencia es enorme. A los setenta y un años nos entregó su primera novela, todo un signo de su versatilidad literaria y de su empuje vital.

Ahora, como él mismo ha escrito en redes sociales, vence otro reto: “Novelista tardío. La primera, a los 71 años. La segunda, a los 73. Nunca digas nunca jamás”. Por eso hemos titulado nuestra reseña “El poeta Javier, salva(d)o por la novela”. Parece que ha encontrado ahí, en la novela sobre todo, su refugio como escritor, su inspiración para el arte de contar, su ilusión por las palabras de nuevo tras verse como algo desterrado de la poesía, en la que ha dado la talla con creces.

Su segunda novela se titula La primera que lo llamó Alain Delon, título también de uno de los tres capítulos del libro. Alude a un prófugo de la cárcel sobre el que girará la novela al par que sobre dos mujeres -Sara Sarmiento y Rosa Galindo- y el inspector de policía Bermúdez. Se suma un espíritu reencarnado, clave durante buena parte de la trama y, por cierto, llena ese tramo narrativo de curiosidad y encanto. No vamos a desvelar la evolución de los personajes ni nada del final, no se preocupe el autor ni ustedes, claro. Entremos página a página en este enredo de corte morboso, tintes policíacos, claves de relato negro y no poco condimento de humor, ironía y parodia. Como los lectores serán adultos no se asombrarán de la turbia sexualidad que circula por estas páginas merced a unos personajes que tienen sus secretos y su fogosidad alocada y perturbada. El centro de interés no será el indicado, no obstante, pues no es una novela erótica en sí, por mucha sal gorda y detalle escabroso que haya, sino el desarrollo de la investigación sobre unos crímenes. Como dijimos, no desvelaremos nada de lo importante. Hay que leerla, porque en esa resolución está el interés mayor de la obra, de este tipo de obras de misterio y crímenes con varios sospechosos.

Hipocresía, mentiras, críticas al clero (por sus miembros abusones, nunca mejor dicho), los cuernos y su diferente juicio («Los cuernos en los pueblos pesan más», p. 118): mucha falsedad en definitiva. Ya lo sentenció Larra, siempre es carnaval, y dice una prostituta en la novela: “Todos vamos disfrazados”. Se ve que no sólo los niños y los borrachos dicen la verdad, sino también las prostitutas, por experiencia propia.

Lo mejor de la novela, a nuestro parecer, es el tono distendido, conversacional, con abundancia de diálogos, así como, sobre todo, los momentos de humor -negro más bien- por las situaciones (anda que ese pastelero que se masturbaba y luego amasaba y la gente cuando se enteró…, o el narrador cuando con finura describe a una de las protagonistas, una guapa alemana como “la rubia beldad teutona y tetona”). Directo al grano, encantado de hurgar en la llaga de lo políticamente incorrecto -el sexo depravado-, con ironía y parodia, a Javier Salvago se le nota feliz con esta segunda aportación a la narrativa de hoy. Tendrá muchos lectores. Seguro que ya está con la tercera. Ojalá que, como en la comentada, siga en la línea del humor y la ironía, la mejor forma de la crítica mordaz. La esperamos con interés. Adelante, poeta -y novelista- Javier Salvago.

La primera que lo llamó Alain Delon (Renacimiento, 2023) | Javier Salvago| 292 páginas | 21.90 euros

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