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El ulular del lobo

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El cansancio ajeno. Poesía completa

Vasko Popa

Vaso Roto, 2012

ISBN: 978-8415168-60-7

524 páginas

29,50 €

Traducción de Dubravka Sužnjević

 

 

Antonio Rivero Taravillo

En España, los buenos lectores de poesía tendrían noticia de él por haber sido vertido por Octavio Paz. Si elevamos un poco más el tiro, les sonaría también que parcialmente lo había traducido al inglés Charles Simic (de origen serbio como él pero asentado en los EEUU), e igualmente que fue admirado por el británico Ted Hughes, quien escribió un entusiasta prólogo para sus poesías completas hasta 1969. Y poco más. Vasko Popa (1922-1991) era uno de tantos poetas de la Europa del Este, oscuro como sus idiomas para nosotros, y más si su alfabeto es el cirílico.

Paz hizo su traducción en colaboración con Juan Antonio Prenz, directamente del serbocroata y teniendo en cuenta las traducciones al francés de Alain Bosquet (en las que colaboró el propio Popa) y al inglés de Anne Pennington y Simic. Las versiones de Paz en Versiones y diversiones son “Cuento de un cuento”, “El caracol estrellado”, “El último baile”, “El otro mundo” y “La cajita”. Además, Fondo de Cultura Económica utilizó “Imprólogo”, de Árbol adentro, como pórtico a la primera antología que se publicó de Popa en español. Ahora, precisamente gracias a una traductora serbia residente en México, y merced a una editorial hispano-mexicana, Vaso Roto, tenemos acceso a la poesía reunida de Popa, que incluye sendos homenajes a Paz y algún poema fechado en Oaxaca o en Cuernavaca, donde el serbio conoció la hospitalidad del mexicano en una casa que este compartía a la sazón con Mark Strand. Fue esto en 1975, el año en que Popa y Paz participaron en una mesa redonda para una televisión mexicana, programa en el que también tomaron parte –qué lujazo– Elizabeth Bishop, Joseph Brodsky y Álvaro Mutis.

Vasko Popa cultivó una poesía lejana a la retórica, que se nutre –no descubro nada– de una curiosa mezcla de irracionalismo y tradición popular, con un lenguaje de la calle, llano, que no consiente ni siquiera el mínimo relieve de la puntuación. No solo fue publicando libros cronológicamente correlativos, sino que se embarcó en ciclos que se solapan en el tiempo, trabajando a menudo en más de uno de ellos simultáneamente. Uno de los más singulares, que guarda concomitancias con el Cuervo de Hughes, es Sal lobuna (con poemas escritos entre 1968 y 1974), donde el poeta pregona un linaje compartido con el lobo, pero no desde la licantropía de la literatura fantástica sino ahondando en las raíces de la figura del lobo en la tradición eslava y su vinculación con un santo en particular: san Sava, protagonista de una sección de Tierra erguida. Pero el tema del lobo desborda esos libros y deja sus huellas en otras colecciones suyas.

Es un poeta difícil el que compone la primera mitad de este volumen, que conforme avanza se hace más accesible. La paradoja, la parábola están sin embargo siempre presentes, como en “Cuento sobre un cuento” (“Había una vez un cuento // Terminaba / antes de empezar / y empezaba / después de terminar”). También predominan los círculos concéntricos, las capas de cebolla que a veces se hacen bucle. Un buen ejemplo de esto es “El dragón en el vientre”. Desde finales de la década de los cincuenta, como decía, Popa gana en claridad y, en consecuencia, en capacidad de emocionar. Así, el poema que trata del entierro de su madre (“La última danza”) o el que comienza con las palabras “Camino con el bastón de mi padre en la mano”, que es casi un haiku de Seamus Heaney (el titulado “1.1.87” de Viendo cosas). Y ya que estamos con el irlandés, qué cerca está de la poesía gaélica medieval “El canto del mirlo”: “Yo el mirlo / La sotana negra entre los pájaros / Abro y cierro mis alas // Celebro misa en medio de mi campo / En mi pico convierto / Una gota de rocío y un grano de tierra en canto”. Como se ve, cuando quiere Popa alcanza una plasticidad como la que se manifiesta en este trasunto de la eucaristía. Se puede decir que tras una primera etapa elíptica y oscura, refractaria al realismo socialista, viene otra que no desdeña lo social, lo cercano, con dosis de humor incluso.

La traducción, sobre abnegada y realizada en contra de no pocas adversidades, es correcta y fluida. Hay en ella muestras del español de México, como “piso” por “suelo”, “a las escondidas” por “al escondite”, pero al lector de España que haya disfrutado con Salvador Novo, José Emilio Pacheco o el propio Paz, no habrán de estorbarle; al contrario, y como ya hemos escrito en más de una ocasión, le recordarán que ya la suya es una lengua mundial, compartida por varios cientos de millones de personas.

La edición se completa con un estudio del también poeta serbio Ivan V. Lalić, un álbum gráfico y una serie de textos (casi todos en prosa) de Popa en torno a la poesía.  En una de ellas, “El lugar del poeta”, escribe rechazando todo endiosamiento romántico: “La voz que desde tus adentros te habla, habla también desde cada persona, solo que tú no la callas.” Una idea en consonancia con quien apoyó siempre las causas populares y fue partisano contra el nazismo. Precisamente, en algunos poemas se refiere a las ordalías del campo de concentración en que fue encerrado (véase “Oficio del hombre”); otro texto, de 1952 y dedicado “a los guerrilleros españoles”, testifica: “El cielo el cielo azulea / El Guadalquivir corre // Lo imposible dura”.

admin

5 comentarios

  1. Gracias a ti, Ale. Si te he podido proporcionar alguna «pista», como dices, ya me doy por satisfecho.

  2. Muy interesante la reseña, que da verdaderas ganas de leer a VP. Un mínimo detalle: aunque dueño indudable de una cierta magia, no vivió, como aquí se dice, menos un año, ni escribió en ese sorprendente tiempo inverso toda su obra; en realidad sus fechas son 1922-1991 (y no 1922-1921, como aquí se dice).

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