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El virus de la repetición

CAROLINA EXTREMERA | Una oficinista de Nueva York se mantiene en su puesto de trabajo mientras a su alrededor las noticias empiezan a hablar cada vez más de una enfermedad asiática que cada vez se contagia a más personas. Al principio, se dice que no es más que una  simple gripe, pero poco a poco se van descubriendo efectos mortales y cada persona que va contrayendo la enfermedad tiene que guardar una cuarentena. ¿Les suena de algo? ¿Se impresionan un poco si les digo que esto forma parte del argumento de Liquidación, escrita en 2018?

            La aparente similitud entre la situación actual y la novela de Ling Ma saltó a la palestra en enero de  este año, en un artículo que apareció en la página de la CNBC de la India. A partir de ahí, Liquidación se recuperó con una luz nueva y se publicó en España en el mes de julio. Yo me encontré el libro sobre la mesa de una librería, sin saber nada de él, y decidí darle una oportunidad. Entonces descubrí que, en realidad, el parecido de la Fiebre Shen, la pandemia ficticia de la novela, con la Covid – 19, la pandemia que nos traemos entre manos, no es tan asombroso y que la autora estaba aludiendo a algo mucho más profundo que una enfermedad física.

            Así comienza el primer capítulo: “Tras el Final llegó el Principio. Al Principio éramos ocho, luego nueve – esa era yo – , un número que ya no haría más que disminuir. Nos encontramos unos a los otros en el camino, tras abandonar Nueva York en busca de la seguridad de los pastos del interior”. No es ninguna indiscreción por mi parte, entonces, que les explique que la fiebre de Liquidación tiene efectos tan devastadores que Candance Chen, su protagonista, se convierte en la última habitante de Nueva York y decide abandonarlo para poder sobrevivir. Después de este inicio, la trama se divide en dos hilos temporales: uno de ellos, el que narra la supervivencia post apocalíptica de la protagonista y otro que retrocede a su llegada a Nueva York.

            Una de las cosas que más me gustan de Stephen King cuando leo alguno de sus libros es toda esa realidad costumbrista que sustenta toda la parte terrorífica o sobrenatural de la historia. Me sorprendo disfrutando de esos pasajes mucho más que de las novelas supuestamente realistas y aclamadas de vacas sagradas como Franzen. Algo parecido me pasó con toda la trama anterior a la catástrofe en esta novela: me sedujo la narración de la vida de la millenial Candance Chen, nacida en China pero educada en Estados Unidos que trabaja para una editorial y cuya función es tratar con la empresa china – la cual trabaja con materiales y mano de obra baratos – que imprime las biblias de diferentes precios y tamaños que se maquetan en la oficina de Nueva York. Me sedujo su manera de encarar el sexo, sus reflexiones sobre su doble condición de asiática y americana, sus fiestas en escaleras de incendios y las visitas que realiza a la imprenta china, donde se encuentra en realidad la clave de esta novela. Porque la Fiebre Shen no es una enfermedad respiratoria como nuestra pandemia, es una infección que se contrae inhalando esporas microscópicas de hongos y cuyos síntomas empiezan como una simple gripe, pero después se agravan y convierten al enfermo en un autómata carente de emociones, condenado a repetir sus tareas cotidianas de forma continua. “Por lo que habíamos podido ver, la mayoría de los infectados eran criaturas apegadas a sus hábitos, que repetían maquinalmente viejas rutinas y actos que habían realizado durante años o décadas. El cerebro reptil es algo poderoso. Podían manejar el ratón de un PC ya muerto, manejar los cambios manuales de un coche robado, poner un lavavajillas vacío, regar plantas de interior que ya se habían marchitado”.

            Es, por tanto, una enfermedad que nos advierte de los peligros de la vida automatizada y repetitiva que llevamos en todas partes y que, por supuesto, y no por casualidad, empieza en China, en Shenzen, y que se transmite por todo el mundo a causa de las mercancías que allí se elaboran y que portan los hongos infecciosos. A pesar de que es evidente que nos quiere enseñar algo, no se puede decir que la novela tenga, ni mucho menos, tono didáctico, sino más bien irónico y muy ligero.

            De modo que no, no estamos ante una predicción del coronavirus, sino ante un retrato de una pandemia que ya existía antes, que nos come por dentro. La Fiebre Shen es un aviso de cómo se volverán nuestras vidas si seguimos inmersos en esta rutina destructiva. Por supuesto, como en toda obra distópica, subyace siempre ese alivio precario que experimentamos cuando todo se ha roto y cuando por fin somos libres de nuestra vida cotidiana.

Yo era como los demás. Teníamos la esperanza de que la tormenta destrozara cosas, que lo mandara todo a la mierda, pero no demasiado. Esperábamos que el daño fuera lo bastante grave como para que no hubiera que ir a trabajar al día siguiente, pero no tan malo como para no poder irnos de brunch.

Liquidación (Temas de hoy, 2020)| Ling Ma| Traductora: Munir Hachemi| 352 páginas| 19.90€

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