JOSÉ MARTÍNEZ ROS | Hilary Mantel (Glossop, Derbyshire, Inglaterra,1952) es una de las más grandes autoras de la literatura contemporánea. Aunque pertenece, más o menos, a la misma generación que sus compatriotas Martin Amis, Julian Barnes, Kazuo Ishiguro o Ian McEwan, hasta hace unos pocos años era una autora mucho menos apreciada y leída que cualquiera de los citados, incluso en Gran Bretaña. Y francamente, no tendría ninguna duda en considerar su obra superior a la de cualquiera de ellos, a excepción, tal vez, de McEwan. No fue hasta que En la corte del lobo, su novela histórica sobre el reinado de Enrique VIII, ganó el premio Booker en 2009 (posteriormente, ganaría otro con Una reina en el estrado), cuando se empezó a redescubrir su obra.
Es probable que el motivo por el que una autora de tan enorme altura haya sido ignorada, se deba a que, en el panorama actual, ser un/a gran escritor/a no es suficiente. También requiere una labor de relaciones públicas -conferencias, tertulias, promoción- que Mantel no podía llevar a cabo. Mantel, en los inicios de su carrera, vivió en Oriente Medio y África, siguiendo a esposo, que era geólogo; después, una serie de graves problemas de salud, la han mantenido prácticamente recluida hasta fechas muy recientes. También es cierto que es una novelista difícil de categorizar, que ha tocado varios géneros distintos, aunque hayan sido sus novelas históricas las que la han consagrado.
Pero, por fortuna, aunque sea tan tardíamente, hemos descubierto su obra, y pausadamente nos van llegando sus novelas anteriores. Experimento de amor, que ahora nos ofrece Destino, su séptima novela, fue publicada a finales de los noventa. Y en contra de lo que indica su título, el centro de la historia no es un romance, una historia de amor en el sentido convencional del término. Se trata de una novela de aprendizaje situada en los sesenta y setenta, de protagonista femenina, en el que las particularidades de la amistad femeninas, de la influencia que unas jóvenes ejercen sobre otras en los decisivos años de formación, es un elemento predominante. Es una novela sobre niñas que se convierten en mujeres jóvenes, sobre sus diferencias de clase y religión, sobre sus madres y profesoras. El escenario es una Gran Bretaña en la que ha comenzado la liberación de la mujer, pero aún quedan numerosas reminiscencias de la sociedad anterior. También es un libro sobre el hambre, el hambre intelectual y el hambre física, y sobre los efectos que tiene el cuerpo sobre la mente y la mente sobre el cuerpo, cuando la personalidad aún se encuentra en construcción, en la que los trastornos alimentarios son una especie de perversa metáfora del deseo de cambiar o del disgusto con una misma.
La narradora es Carmel, que nos relata saltando entre varios tiempos: la adulta que rememora su pasado tras hallar en un periódico la fotografía de una antigua compañera de cuarto, la jovencita provinciana que llega a Londres para sus estudios universitarios y se instala en una residencia femenina y la niña de una muy modesta familia católica asentada en una decrépita ciudad del norte de Inglaterra. Así nos encontramos con la conflictiva relación con su madre, una mujer dominante, neurótica y estricta que desea para ella un ascenso social que ella nunca pudo obtener; y la que mantiene con dos chicas que se convierten en sus principales amigas/rivales. Por un lado, Karina, también de una familia muy modesta, procedente del este de Europa, tozuda y astuta, que es una especie de espejo oscuro de la protagonista. Mientras Carmel es delgada, tímida y escéptica, Karina es gruesa, decidida y santurrona. Por el otro, Julianne, de clase media acomodada, mucho más segura de sí misma y desinhibida y que representará su progresivo acercamiento a un mundo más amplio, pero también más lleno de riesgos.
La novela -da igual cuánto hay de autobiografía temprana de la señora Mantel: se presenta como una novela, y es una novela excelente- está colmada de momentos a la vez intimistas como grandiosos a nivel de escritura: los fragmentos dedicados a la infancia son tan sombríos como tiernos y universales. Es casi imposible no identificarse con las escenas que narran el despertar sexual y el desarrollo emocional de Carmel.
Quizás el mayor problema que encuentro a la novela es que se hace demasiado breve; a pesar de que no es una novela corta, en absoluto, tras un desenlace oscuro e inquietante, queremos saber más acerca del destino de Carmel y sus condiscípulas. Una parte de este hechizo se debe a que está escrita con una fuerza difícil de igualar. Hilary Mantel es dueña de una prosa personalísima, tan precisa como elegante, visual e imaginativa, que podría compararse perfectamente con Nabokov o Banville si no fuera tan absolutamente personal. Cada página está llena de un sinfín de hallazgos que convierten su lectura, con independencia del tema, en una auténtica aventura literaria. La imagen del lóbrego ambiente familiar de la protagonista, de la pequeña ciudad en decadencia en la que pasa su infancia o de su deslumbramiento a la llegada a Londres se quedan grabadas en el cerebro del lector. Experimento de amor es una novela tan buena que cabe dudar si a lo largo de todo el resto de 2016 se publicará otra mejor.
Experimento de amor (Destino, 2016), de Hilary Mantel | 320 páginas | 18 € | Traducción de Albert Vitó i Godina