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En Su-Puta-Madre

Fran G. Matute

Resulta fácil ensañarse con una obra postmoderna y más si es de principios del siglo pasado. Siempre podemos invocar el sambenito de que es una obra que se ha quedado obsoleta o que en su día se sobrevaloró más por la forma que por el contenido. Pero En Nadar-Dos-Pájaros (1939) de Flann O’Brien sigue siendo un clásico intocable dentro de los cánones literarios universales y su autor uno de los integrantes de la Santa Trinidad literaria irlandesa, junto a Joyce y Beckett.Así que llevarle la contraria a gente como Graham Greene, John Updike, Anthony Burgess, Dylan Thomas o Borges no es moco de pavo. Pero vamos, como todos los que cito o eran unos borrachos o unos drogatas o eran ciegos y además están ya muertos, pues yo gano la batalla dialéctica: En Nadar-Dos-Pájaros es un mojón muy gordo.

Siempre nos dice el amigo Alejandro Luque que cuando hagamos reseñas procuremos introducir en el texto los elementos de valor literario que nos han llevado a determinar por qué nos ha gustado o no una obra, para que así el lector de Estado Crítico tenga capacidad de compartir o discutir el enjuiciamiento del texto en cuestión. Tiene más razón que un santo, el amigo Luque, así que os expondré mis argumentos literarios contra una obra tan encumbrada como En Nadar-Dos-Pájaros: no me enteré de nada cuando la leí.

Entonces cuando uno no comprende qué está pasando en un determinado párrafo (esto es, no sé quién está hablando, no sé dónde están, no sé a cuento de qué ha surgido una conversación…) pues no caben valoraciones literarias críticas posibles. Baste decir que me tuve que ir alguna que otra vez a la Wikipedia a ver si me explicaban de qué iba el libro. ¡Y menos mal que lo hice! Según nuestra enciclopedia ‘on-line’ favorita, lo bonito de este libro es que se entremezclan tres historias distintas entre sí que están siendo contadas por tres personas alrededor de una mesa en una taberna irlandesa y, sin comerlo ni beberlo, dichas historias empiezan a interactuar entre sí, rebelándose los personajes contra sus supuestos autores y bla bla bla. Sin duda la premisa no deja de tener su gracia y originalidad salvo cuando lo escribe O’Brien, claro. Ah, bueno, y salvo por el pequeño detalle de que todo eso ya se le había ocurrido a Pirandello.

No voy a negar que determinados pasajes (sobre todos los protagonizados por una especie de duendecillo juguetón) me hicieron gracia, pero el conjunto era demencial. A medida que se te va poniendo cara de urta (y las explicaciones de la Wikipedia se te quedan cortas para comprender qué coj… está pasando en el libro) empiezas a buscar por internet otros estudios de esa gente tan sesuda y lista que pulula por las universidades con el ánimo de encontrar una contextualización más apropiada de la valía y osadía literaria de esta pretendida obra maestra. Pero compruebas que esos estudios son casi tan soporíferos como el propio libro, así que das por perdida la batalla del entendimiento y te sumas a la moda del «bienqueda» y decides, cuando te encuentras a tus amigos culturetas, contarles que estás leyendo un libro magnífico, una obra clásica llena de vericuetos literarios que estimulan el intelecto la mar de bien y que se trata de una maravilla sin parangón que sólo los más preparados pueden llegar a disfrutar (entre los cuales, claramente, no te encuentras tú).

Y es que esa es la otra opción a valorar. Pensar que mis neuronas no dan para mucho más. Vamos, que la obra me viene grande. Pero entonces me pregunto… ¿por qué el autor utilizó un pseudónimo para firmar sus novelas? Detrás del nombre Flann O’Brien está en realidad un señor que atiende a Brian O’Nolan. ¿Acaso tenía miedo de que sus amigos le canearan cuando publicase esta joyita? Si yo fuera consciente de que estoy petándolo, tened por seguro que pondría mi nombre completo bien grande. Así que es planteable que ni el mismo autor se creyese lo que estaba escribiendo y pensase «menuda tontá más gorda me está saliendo, me van a moler a palos mis colegas cuando lo lean…». Insisto, me parece una opción más que plausible, sinceramente. Así que ahí lo dejo caer, para que llegue algún estudioso de esos y le de vueltas al tema… Mientras tanto me voy a un pub a pillarme unas birras, que he quedado con unos colegas y seguro que nos ponemos a decir chorradas en la mesa y luego las escribiré todas, las mezclaré y lo mismo me sale una obra maestra. Cosas peores se han visto (y leído)…

admin

4 comentarios

  1. Para su consuelo, Sr Matute, a mí también me pareció un soberano coñazo, aunque piadosamente le eché la culpa al traductor/a…

  2. Monólogo interior: «Pues a mí esto me parece una mier… uy, no, cómo me voy a meter yo con esta soberbia obra que … Que otro eche los huevos de decir que el emperador está desnudo»

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