MANOLO HARO | La realidad encuentra siempre una fisura por donde filtrarse. Es como una gran masa de agua que acaba permeándolo todo. Aunque se instalen diques para evitar su fuga, la realidad se topa con una vía por la que colarse. Resulta evidente que vivimos en una época donde la realidad no existe, pues nadie repara en ella, y los que reparan, por el color de sus camisetas, por el tamaño de los favores que deben o por su visión mineral del mundo, no dan con la forma de ofrecerla en toda su plenitud y extensión. Vivimos en una época desértica en voces que se crucen con el pensamiento en su función de visibilizar lo que ocurre fuera. Este Curso elemental de misantropía de Javier Mije es la detonación de esa realidad (a veces íntima, otras pública) que no sale en una prensa acostumbrada a hacer de trilera, distrayendo de los verdaderos focos de interés a sus lectores. Un libro-grieta por donde se cuelan los males del mundo contemporáneo por medio de una colección de aforismos, definiciones, microrrelatos, algún que otro cuento y alguna que otra noticia traída al presente (desde un pasado no muy lejano pero sí ignominioso). El turismo de masas y sus consecuencias (gentrificación, expulsión del paraíso, sustitución del pasado por un presente que no es sino tramoya del vacío), el neofascismo, la explotación humana, la miseria y la pobreza, el amor como mercancía, el fin del amor, la soledad, la búsqueda implacable de un sentido de la vida, etc. Todos los personajes que procesionan por estas páginas contraen el gesto por algún motivo que tiene que ver con una sobredosis de realidad.
Su lectura pone al descubierto la fina capacidad del autor para desenmascarar la hipocresía del mundo. De ahí que el título de la obra no lleve a engaño al respecto y que la lectura se disfrute de una forma ambigua. Nos reímos, sí; es probable que no se pasen dos páginas sin que la risa aflore en nuestros labios. Incluso la carcajada; pero esta nos deja desnudos, porque nos reímos de un mundo del que hemos aceptado todas sus reglas, siendo partícipes de ellas sin enjuiciarlas en muchas ocasiones. El también escritor sevillano Daniel García Ruiz ha dicho en alguna ocasión que es menos comprometido mostrar la realidad en la ficción que en la prensa, pues la primera nadie la lee. Mije coloca sin ambages los nombres de las multinacionales, los apellidos de empresarios ruines, a Felipe VI en una Sevilla realmente empobrecida y (tal vez el gran hallazgo del volumen) la voz no de los desheredados del mundo, sino de los individuos que vierten su estupidez, sus deseos, sus sueños, sus miedos y su cosmovisión en foros variados de internet. Leídos así, estos testimonios no ocultan lo que piensan nuestros contemporáneos vecinos.
No se deja títere con cabeza. El desvelamiento de la pobreza en el relato “Pájaros” con un Cash Converters de fondo; el explícito vampirismo de las marcas globalizadoras que pone al descubierto la explotación humana en “Sangre”; o las veleidades del negocio editorial en el que participan editoriales, autores, directores de grandes librerías en “K” permiten que aflore de cada pieza un malestar silencioso que siempre estuvo ahí pero que pocos repararon en él. En ocasiones la lectura nos deja como en un pasmo, pues la respiración se suspende cuando nos sorprende la realidad más chusca en forma de noticia recuperada. Igualmente uno recorre “Abstenerse” observando un cúmulo de perfiles de, se ha de suponer, Meetic en los que se muestra la realidad abisal del alma humana y de una sociedad como la nuestra, que hace coincidir en la misma pista a seres heridos con otros de una inocencia de cuento. Esta pieza es un mónada del deseo, de la infidelidad y de la vacuidad humana.
La condenación a una escritura “tuiteada” hace a las empresas lanzar sus mensajes entre los empleados y para los clientes después de una poda. Las AMPAS (Asociaciones de Madres y Padres de centros escolares) se quejan de que las cartas enviadas por la directiva son extremadamente largas. La sociedad pide condensación, aunque sea insustancial. Estos mismos podrían leer el volumen de Javier Mije con comodidad, aunque la sutileza de su escritura pediría un poco de exigencia elucubrativa. Malos tiempos para la verdad. Aquí, entre la evidente broma y el ingenio conceptual, nos encontramos con un crujido en el eje de nuestras existencias.
“Si conozco vuestra secta, anticipo vuestro argumento” dejó escrito R. W. Emerson. El posicionamiento ideológico del autor, mal que les pese a algunos [y a algunas], es humanístico. No hay espacio para la estéril polaridad ideológica. La lupa sesgada de las escuelas del no-pensamiento del momento no lograrán en una rápida ojeada a estas páginas –la rapidez, siempre tan superficial– llegar hasta el tesoro que guardan. Y que conste que el que las firma no es un amargado. Es simplemente un misántropo, que podría ser la condición natural del que escruta al hombre de la calle y su contexto diario, y guarda pocas esperanzas de que el futuro sea mejor.
Javier Mije pertenece a una inusual raza de escritores que creen, como también lo creyó Charles Baudelaire, en el arte como un medio para desenmascarar la vida. Curso elemental de misantropía cumple con creces con todas las funciones importantes de la literatura, ya que recoge el guante que le lanza el mundo contemporáneo y le da la vuelta con fina ironía, construyendo desde una bicéfala ficción-no ficción un reivindicación silenciosa de que el pensamiento y el humor son de las pocas armas que nos quedan para aplicar el bisturí al fango.
Los articulistas de hoy se han amodorrado en el desierto de la actualidad como estilitas sobre columnas corintias de coloridas hojas de acanto. Mije observa desde una severa pero implacable columna dórica con la que, además, soporta el peso de este mundo. Si quieren actualidad de veras, no queda otra que leer literatura (de verdad).
Curso elemental de misantropía (La uña rota, 2022) | Javier Mije | 148 págs. | 12 €