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¿Es usted un embudo o un filtro en mal estado?

Sin título

 

Errores infalibles para (y por) el arte

Neil Gaiman

Malpaso, 2015

ISBN: 978-84-15996-73-6

80 páginas

14,50 €

Traducción de Bernardo Domínguez

 

 

Manolo Haro

Neil Gaiman llegó a la University of the Art de Filadelfia en el florido mayo de 2012. En calidad de artista (guiones, novelas, cómics, cine, etc.), se subió al estrado y leyó ante un auditorio entusiasta sus ideas acerca del arte trufadas de apuntes biográficos con las que construyó una guía para encaminarse hacia el mundo de la creación. Fueron apenas veinte minutos, pero su discurso de clausura contenía seis ideas básicas y gigantes a la vez sobre el asunto que él redujo a “Haced buen arte”, expresión que arrancó los aplausos de los asistentes (pueden verlo en Vimeo) y, entre ellos, a mí mismo.

Gaiman trataba así sobre asuntos claves que han venido plagando las discusiones en torno al arte desde hace ya un rato: ¿qué es y no es arte?, ¿quién lo dice?, ¿tiene la obra de arte fecha de caducidad?, ¿ha de ser el museo un supermercado? Al hilo de lo oído, pude enunciar la “Teoría del embudo y el filtro en mal estado”, mi pequeña contribución a la causa con la que intentaba aprovechar la fuerza motriz que movía el discurso de Gaiman. El embudo y el filtro en mal estado en la cocina serían lo que el artistoide y el artista en el mundo del arte. El artistoide-embudo toma la realidad y la empequeñece, selecciona y jibariza, solo da forma de obra de arte a algo recurriendo al espejismo que le otorga el uso del “estilo mandarín”, que sólo reconocerán las élites y que es una burda imitación de lo ya canonizado o, cuanto menos, un cliché reconocible. Finalizado su trabajo, emboca el embudo que ha utilizado para su creación por la parte más estrecha a modo de megáfono y lo vende (siempre con ayuda de los medios) a lo que se ha llamado acertadamente “nicho de mercado”. De todas formas, como el propio Gaiman dice, pronto llega a la puerta de estos individuos “la brigada antifarsa”, que se ocupa de desenmascarar a exitosos talentos. En cambio, el artista es un filtro con la trama de aluminio rota por el uso. Su filtrado, por lo tanto, dejará alguna impureza que otra: esa es la esencia de su arte. La realidad es transformada desde la imaginación. Claro que el Arte también puede ser fagocitado por el Mercado, que en muchos casos actúa como tasador, crítico, historiador, canonizador y de-canonizador al mismo tiempo. El viaje natural del artista comienza por el estado embrionario del embudo para rematar en la culminación madura del filtro. Vean, si no, la biografía artística, por ejemplo, de Francisco de Goya: del trabajo alimenticio de los tapices pasa a convertirse en pintor aúlico, donde aguza su mirada; luego, esa forma de intuir el trasfondo de la realidad la usa para retratar la crueldad de la guerra hasta llegar a las personalísimas pinturas negras. El discurso de Gaiman recoge una actitud que todos los verdaderos artistas, desde Giotto hasta Banksy, desde Chaucer hasta Bolaño, desde Lisipo hasta Gargallo han trascendido. Han hecho todos “buen arte” filtrando del ambiente de su época la impureza que ellos han convertido en una obra esencial.

Tanto por su contenido como por su factura, este libro es una maravilla. El estudio de comunicación y diseño Atlas de Palma de Mallorca convierte estas sabias palabras de Gaiman en un precioso volumen donde se juega con la tipografía, los tamaños y los colores, haciendo del adagio del artista su propio ‘modus operandi’. Los seis puntales sobre los que se sustenta el discurso pueden parecer a priori una muestra más de la tedificación del mundo (los TED talks están marcando tendencia y provocando versiones de calidades dispares ‘urbe et orbi’), incluso, colocados aquí podrían dar pie a pensar que son cuestiones de escaso interés; sin embargo, estos apuntes –pienso que su autor podría hacer algo más sesudo con ellos si decidiera convertirlo en un ensayo– abordan con gran tino preguntas que hoy día se puede hacer un artista que comienza y, por qué no, que está en su madurez creativa, sea cual sea su disciplina. En pocas palabras, esto es lo que se dice aquí: la Academia está en contra de lo imposible; el camino hacia la meta está lleno de cantos de sirenas; los problemas del éxito son casi más desagradables que los del fracaso; el arte es el único salvavidas ante la adversidad; cuando se tiene la sensación de que se está exponiendo mucho de nosotros mismos, tal vez se haya dado en el clavo; la preocupación por perpetuarse en el éxito es agotadora e inhibe el talento creador.

Contar todo esto con humor, planteando caminos para la reflexión y la acción a los futuros artistas (embudos o filtros) que salimos de la University of the Art de Filadelfia, es lo que hace Neil Gaiman. Les aseguro que la lectura inocente y a la vez crítica de este bello libro puede resultar muy útil para encarar un verano creativo.

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