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Escribir es difícil (con los ojos abiertos)

Maquetación 1

 

Blitz

David Trueba

Anagrama, 2015. Colección “Narrativas hispánicas”

ISBN: 978-84-339-9790-6

176 páginas

16,90 €

 

 

 

José María Moraga

Como ya sucedió hace siete años con su magnífica Saber perder (Premio de la Crítica 2008), febrero es el mes elegido para la llegada a las librerías de Blitz, la última novela de David Trueba. Desde entonces, muchas cosas le han pasado a David Trueba que no han hecho sino acrecentar su estatura en España de artista e intelectual de izquierdas, de los pocos que quedan -me atrevo a decirlo- verdaderamente multidisciplinares y verdaderamente grandes. Dos películas: Madrid 1987 (que pasó sin pena ni gloria) y Vivir es fácil (que arrasó con seis Goyas), una nueva recopilación de sus artículos en prensa (conviene recordar que este Trueba es, por carrera, periodista) y una serie, ¿Qué fue de Jorge Sanz? (que lo conecta con la moda de televisión de calidad).

Siete años entre novela y novela puede ser mucho o poco tiempo, pero en el caso de Trueba la tardanza está más que justificada pues su currículum es apabullante. Voy a compartir con vosotros una pregunta que me surgió en los años noventa cuando aparecieron sus primeras obras: ¿Es David Trueba un escritor de mérito o es solo un famoso más con acceso al mundo editorial? A la vista de la cantidad de mentecateces que se publican en España bajo el epígrafe de “novela”, firmadas por toda ralea de guionistas de culebrón venezolanos, petardas catódicas y/o radiofónicas y, básicamente, cualquiera que haya salido alguna vez por la tele, dudar de la legitimidad de David Trueba (un columnista y guionista acrisolado) para hacer literatura puede parecer pecado de hipercorrección, pero en mi pregunta subyace un interés extremo por proteger a este creador y su obra. Dudo de él por su bien, sería otra forma de expresarlo, para que no tenga que ir por ahí pidiendo perdón por ser director de cine y guionista de las películas de su oscarizado hermano.

La respuesta debe tranquilizarnos a todos: David Trueba es un escritor cojonudo (valga el casticismo); como leí una vez por ahí, está en la más pura tradición del ‘writer’ anglosajón, que indistintamente significa “escritor”, “articulista” o “guionista”. Ya el Premio de la Crítica para su anterior novela pareció otorgarle un refrendo que a lo mejor yo era el único que pensaba que él necesitaba. Todas sus novelas están escritas de manera brillante, con un lenguaje moderno y accesible que por coloquial no renuncia a la precisión, cargadas de un fino humor negro típicamente español que le ha granjeado el título honorífico de sucesor de Rafael Azcona y presentan un sano equilibrio entre pintura de personajes y tramas interesantes (y bien resueltas). Su última obra, Blitz, no es una excepción: se trata de una novela corta, un cuento largo -como queráis verlo- al que solo le pongo una pega. Me queda por decidir si su escasa extensión y calado son una decisión voluntaria y consciente o si en cierto modo son fruto de una falta de tiempo o de poso para haber cuajado un novelón de más peso como lo fue Saber perder. No soy tan inocente que piense que un relato largo es una novela a medio terminar o que le falten páginas, pero he leído ‘tutto’ Trueba y sé por qué aquí digo lo que estoy diciendo.

Aparte de eso, no entraré a juzgar lo que Blitz podía haber sido sino lo que es, y así encontramos la historia de un joven arquitecto español víctima de la crisis, el típico producto de estos años, inmerso además en su propia crisis personal, sentimental e identitaria. En este sentido, aunque la novela es de rabiosa actualidad por sus reflexiones acerca de la recesión económica y la presencia de las nuevas tecnologías, la historia de Beto Sanz bien podría haber sido desgajada de Saber perder y aquellos cuatro grandes perdedores. Encuentro muchas similitudes en la forma de contarnos la peripecia del  personaje; en este caso, empero, el relato debería llamarse “Saber empatar”. A propósito del tema del subgénero al que Blitz pertenece hemos leído estos días muchas tonterías en la prensa con la promoción de la novela. Como que “podría ser una tragicomedia romántica [pero] ese género no existe”. Se me ocurren tantos ejemplos de tragicomedias románticas, desde La Celestina a El apartamento de Dios-Wilder… pero no se trata de que yo me haga el listillo, sino de denunciar que en ocasiones las editoriales, en su alocada carrera por vender aunque sea humo, se olvidan de que muchos productos cuentan con valores suficientes para promocionarse solos, si uno quiere pararse a mirar.

El Beto herido de amores de Blitz guarda algunas similitudes también con el protagonista de Cuatro amigos (1999), pero en este caso la resolución de la trama y la historia de amor que lleva imbricada es muy diferente. Al sexo con humor y la mirada generacional que son marca de la casa Trueba se unen en esta novela las reflexiones sobre el momento socioeconómico actual, contextualizado en la todopróspera Alemania. La estructura del libro (dividido en doce capítulos que son los doce meses) resalta el otro gran tema del que se ocupa el autor: el tiempo. El tiempo, su percepción subjetiva, su paso, la edad y su relevancia -o no- a la hora de buscar el amor son constantes en todas las secciones del libro: Beto se acerca a una mujer mayor que él, a la vez que su pasado le alcanza para ajustar viejas cuentas, todo esto enmarcado entre dos proyectos profesionales relacionados con los relojes de arena. ¿Será que a David Trueba le preocupa cada vez más el paso del tiempo? Sería una conclusión demasiado burda, aunque de igual modo podría argumentarse que si no le preocupara no habría escrito esta novela.

El título, sabido es que significa “relámpago” en alemán, cobra una interesante dimensión simbólica en varios momentos de la trama, amén de venir sancionado por un epígrafe extraído de un poema de Emily Dickinson, otra autora muy preocupada por el paso del tiempo. No obstante, no quiero revelar nada más acerca de la trama ni de los personajes porque no resulta necesario. Solo quiero recomendar Blitz a todo el mundo: es una novela corta de notable alto, los que hayan leído las obras anteriores de Trueba se encontrarán como en casa. Para los que no, no se me ocurre mejor punto de partida como introducción a un escritor que tiene calada a la generación de los treintañeros (sobre todo a los varones, las cosas como son), y que con su mirada abierta de par en par hace que lo difícil parezca muy fácil. David Trueba, ¿eh?, el rayo que no cesa… de asombrarnos.

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