2

Espectros balcánicos

top_gal_4641_35990_gr

 

Soñé con elefantes

Ivica Djikić

Sajalín Editores, 2013

ISBN: 978-84-940627-1-1

239 páginas

19 €

Traducción de Maja Drnda y Christian Martí

 

 

José Martínez Ros

Yugoslavia, o lo que antes era Yugoslavia, un país que ya no existe, actualmente dividido en media docena de pequeñas repúblicas tras una interminable serie de baños de sangre que nos han recordado que la Europa de finales del siglo XX y del XXI no está aún libre de los virus de la barbarie, el ultranacionalismo y la estupidez, poseía una de las literaturas más interesantes y poderosas del continente. Y todavía hoy, en los nuevos países que ocupan su lugar, podemos destacar un puñado de escritores de gran valía y, quizás, insuficientemente conocidos en España.

Ivica Djikić (1977) es uno de los escritores más conocidos de la actual Croacia, también un polémico periodista y, teniendo en cuenta las circunstancias que le tocó vivir, un muy valiente ciudadano que, durante los años más sombríos del régimen de Franco Tudjman -primer presidente de la Croacia independiente y un criminal de guerra a la altura, al menos, de Milosevic y que, sin embargo, gozó de toda clase de parabienes por parte de las potencias occidentales y de la iglesia católica-, fue uno de los principales redactores del Feral Tribune, un diario satírico abiertamente crítico.

Como narrador, sin embargo, no puede compararse al puñado de autores de genio que ha dado la literatura yugoeslava o ex–yugoslava: no está dotado del aliento épico y la capacidad de crear un enorme tapiz narrativo como el gran Ivo Andric (Un puente sobre el Drina), ni la de crear un universo de ficciones autónomas y lúdicas como el borgiano Milorad Pavic (Diccionario Jázaro), ni es un supremo estilista como Danilo Kîs (Circo familiar) o su lejano discípulo, el bosnio transplantado a Estados Unidos y al inglés y, aún así, inequívocamente yugoslavo, Aleksandar Hemon.

Soñé con elefantes, su segunda novela, dista de ser perfecta, pero tampoco lo necesita. Djikić quiere realizar una radiografía (o una exhumación) de un país infectado por un pasado maldito, describir una enfermedad que flota en el aire y afecta por igual a los políticos, los mafiosos, los miembros de los órganos judiciales y policiales, los generales, los empresarios o los mafiosos y lo hace a través de una leve trama policiaca: alguien ha matado a alguien, alguien ha de descubrir el “quién” y el “por qué”. La víctima es un miembro de una antigua unidad de élite del ejército, un héroe de guerra que, desde hace algún tiempo, parecía haber perdido la cabeza: hablaba de lo que no se debe hablar -de fosas comunes, de civiles torturados- y estaba obsesionado con unos elefantes que un dignatario extranjero ha regalado al omnímodo presidente… Su muerte es vista con alivio por todos, excepto por Bosko, su hijo secreto, que trabaja para el Servicio de Seguridad Nacional y que decide investigar un poco por su cuenta, a pesar de que apenas sabe nada del hombre que fue su padre…

Aunque ni el valor ni la honestidad son, en si mismos, valores literarios, Soñé con elefantes muestra que, si van acompañados, como es el caso, de un fuerte sentido crítico, pueden salvar una obra, aunque los recursos literarios que emplee resulten pobres o tópicos. Djikić nos sumerge en un lodazal de podredumbre y corrupción y, en todo momento, tenemos la sensación de que es real, de que el mundo se encuentra muy cerca de nosotros. Eso es lo que la convierte en una novela interesante y digna de ser leída y lo que me hizo preguntarme, a medida que terminaba el libro, si la literatura española no necesitaría unos cuantos Djikić. Nosotros no hemos pasado, afortunadamente, por una guerra idiota y sangrienta, pero también vivimos en un país en caída libre, con las instituciones resquebrajadas, con un montón de corrupción y podredumbre aflorando por cada grieta. Nos parecemos más a la Croacia que describe Djikić de lo que nos gustaría.

Quizás estaría bien que las jóvenes promesas de la literatura española tomaran nota de ella. Es muy posible que, si lo hicieran, no vendieran mucho ni ganaran premios. Pero -tal vez- escribirían unos cuantos libros que valdría la pena leer.

[Publicado en Notodo]

admin

2 comentarios

  1. Sr. Pante, que yo sepa, mi familia, ese concepto siempre elástico, no aparece en El País. En todo caso, gracias por el comentario y un saludo.

Responder a José Martínez Ros Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *