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Esquelas de Ucrania

Muerte con pingüinoJOSÉ MARTÍNEZ ROS | Estamos en los alegres y salvajes noventa, en un país del este de Europa que había formado parte de la antigua Unión Soviética, pero que ahora es una flamante república independiente: Ucrania. En la gélida capital, Kiev, vive nuestro protagonista, Viktor, que aspira a convertirse en novelista, pero que, en realidad, a duras penas consigue escribir relatos extremadamente cortos. Está solo, después de que su pareja le haya abandonado, y sin trabajo: su única compañía es… sí, un pingüino. Las cosas están yendo tan mal en Ucrania que el zoológico local avisó que, cualquiera dispuesto a comprometerse a cuidar de uno de sus animales, podía llevárselo a casa, porque allí no podrían continuar alimentándolos. Viktor, apesadumbrado, escogió a ese pingüino y lo bautizó como Misha.

Escritor y pájaro, desubicados y abúlicos vegetan juntos, tratando de sobrevivir en una ciudad que es casi tan hostil a los humanos como a los pingüinos, mientras Ucrania se desmorona a su alrededor: hay enfrentamientos entre clanes mafiosos a tiros por las calles, la corrupción infecta a los políticos de todas las tendencias y la mayoría de los ciudadanos intenta acumular dólares por lo que pueda pasar. Se puede afirmar que su mutuo afecta es lo único que les permite seguir adelante. Hasta que algo ocurre y saca a Viktor de su triste ociosidad.

Un conocido, director de un periódico, le ofrece un extraño trabajo: escribir por anticipado los obituarios de ciertos personajes poderosos y/o famosos de la clase alta ucraniana. El objetivo es, aparentemente, tener un buen número de textos lacrimógenos listos para su publicación por si mueren de repente. Inicialmente, todo parece ir bien. Sin embargo, el nuevo empleo de Viktor adquiere un matiz siniestro cuando aquellos de los que ha escrito el obituario comienzan a ser asesinados.

Pero eso no es todo: un amigo suyo, metido en problemas con la mafia, desaparece, dejándole a Viktor una pistola, una importante cantidad de dinero y, ante todo, su hija pequeña, Sonia, una niña que tendrá que cuidar le guste la idea o no. Por si fuera poco, a esa familia frágil y provisional, se une pronto otro miembro: la niñera de Sonia, una espabilada joven llamada Nina que iniciará una relación con nuestro héroe, tal vez más basada en el deseo de hallar algo de compañía, consuelo y ternura en un mundo tan duro que en el amor o el deseo. Así que cada vez hay más gente –y no olvidemos el pingüino, por supuesto- que dependen del macabro empleo del pobre Viktor, que a su vez está cada vez más atribulado.

Muerte con pingüino es una novela estupenda que se las arregla para funcionar como un thriller a ratos melancólico y a ratos disparatado; una comedia negrísima sobre un par de seres –un escritor fracasado y un pájaro exiliado de su Antártida natal- unidos por una especie de amistad imposible, tratando de mantenerse a flote en un país enloquecido, en el que cualquier noción de ley y orden se ha esfumado; y un retrato feroz de las sociedades del este después del trauma de la caída del comunismo, en las que cada una trata de salvar el cuello por su cuenta. Está escrita en un tono realista ligero, casi de fábula, lo que no le impide que resulte a menudo conmovedora. Ojalá pudiéramos leer una novela tan inteligente, cómica y sensible sobre algunos años oscuros de la reciente historia de España.

Hace un par de años, Ucrania naufragó ante las cámaras de todo el mundo. Lo que sucedió exactamente está sujeto a interpretaciones. Según algunos, un corrupto presidente pro-ruso (lo que equivale a decir pro-Putin) fue derrocado por un heroico alzamiento popular cuyo objetivo era establecer un sistema democrático real y estrechar lazos con la Unión Europea. Según otros, el gobierno democráticamente elegido fue derribado por una coalición de extrema derecha –con elementos neonazis- impulsada por Estados Unidos y varias potencias europeas, como Alemania, que deseaban ver a Ucrania fuera de la órbita rusa.

Lo que siguió, en cualquier caso, fue el caos total: la península de Crimea fue anexionada por Rusia directamente, y las regiones del este, rusófilas, se produjeron movimientos independentistas, iniciando una larga guerra civil que aún no ha terminado. Supongo que en algún momento los historiadores se harán una pregunta: ¿cuándo se jodió exactamente Ucrania? Si alguien tiene ganas de averiguarlo, creo que la lectura de esta liviana y simpática novela le ayudará más que cualquier análisis del tertuliano de turno.

Muerte con pingüino (Blackie Books, 2018), de Andrei Kurkov | 288 páginas | 21 euros | Traducción de Atalaire (Mario Grande y Mercedes Fernández)

admin

Un comentario

  1. El espléndido microrrelato elaborado por José Martínez Ros en esta reseña, además de ser delicioso y ser una obra maestra de la ‘faena corta’, produce el deseo instantáneo de leer la novela de Kurkov. Es un placer leer una crítica que exhibe un ‘mapa’ tan completo y en tan poco espacio de una obra literaria. De lo melancólico a lo siniestro, entre el idealismo de una amistad disparatada y la realidad aniquiladora, cuenta M. Ros todo el despliegue emocional de algo que hemos vivido no hace mucho, en la misma clave de humor tierno y visión poliédrica que debe de tener la novela. Y esa es su mayor virtud: la capacidad del crítico (y excelente escritor) para transmitir el universo estrámbotico de este atribulado escritor frustado, que acaba formando una extraña familia con la que sigue adelante en medio de los escombros.
    Felicicidades

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