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Este no es un libro sobre ajedrez

LUIS ANTONIO SIERRA | Todos y cada uno de nosotros, lo queramos o no, formamos parte de engranajes en los que, bien consciente o inconscientemente, nos vemos inmersos. Algunos podemos pertenecer a organizaciones políticas, sociales, sindicales, culturales, etc., y otros no; pero, de cualquier forma, nos podemos ver implicados en conflictos tanto a pequeña como a gran escala, voluntaria o involuntariamente, forzados por las circunstancias, por la casualidad, … . Son tantas las ocasiones en las que uno puede verse envuelto en algo así como momentos hay en la vida. A veces – las menos – se tratará de circunstancias políticas de primer orden, de cuestiones geopolíticas que pueden cambiar el sentido de la historia, pero en otras ocasiones – la mayoría – estas girarán en torno a cuestiones mucho más nimias como, por ejemplo, las mecánicas – muchas veces perversas – existentes en nuestros centros de trabajo. De cualquier manera, e independientemente de las circunstancias, nos convertimos en peones al servicio de intereses – a veces legítimos, otras espurios – que pueden coincidir con los nuestros o no, pero que en cualquier caso pueden dejarnos una profunda huella, para bien o para mal.

Se suele admitir que el valor de una obra literaria reside en su universalidad, en su capacidad de apelar al lector cualquiera que sea su contexto. Esta cualidad se alcanza muchas veces desde el tratamiento de lo particular, lo cual acaba trascendiendo su ámbito concreto para convertirse en valor compartido por las cuatro esquinas del mundo. Pues bien, creemos que El peón de Paco Cerdà podría perfectamente formar parte de esa categoría de libros universales. Pero nos surge una primera duda con esta obra y es si cumple con el calificativo de literario en el sentido canónico del término, esto es, si este compendio de historias reales, documentadas y mostradas aparentemente con una asepsia rayana en la objetividad puede ser considerado como literatura. Bajo nuestra perspectiva, la respuesta es que sí, que lo de Cerdà es literatura, heterodoxa, pero literatura, al fin y al cabo. Y de la buena.

Aparte de esas consideraciones estilísticas, tendríamos que destacar que El peón no es, ni mucho menos, un libro de ajedrez. O, dicho de otro modo, es muchísimo más que un libro sobre ajedrez a pesar las estrategias de márquetin editorial que han alabado, enclavado y aludido al texto de Cerdà como si solo fuera del interés de aquellos aficionados al ajedrez y a pesar, también, de que dos de sus principales personajes sean los famosos maestros de este deporte, Arturo Pomar y Bobby Fischer. Tanto estos ajedrecistas como otros personajes que aparecen en la obra son ejemplos de individuos que han visto cercenada su libertad para ser puestos al servicio de intereses en principio superiores a los suyos; es decir, hombres y mujeres – pocas – que han sido manipulados por esas altas e invisibles esferas mientras les han sido de utilidad para, posteriormente, ser olvidados – en el mejor de los casos – y hasta perseguidos por aquellos mismos que poco tiempo antes los alababan y los cuidaban. Otros individuos en la obra, sin embargo, formarán parte consciente de complejos proyectos políticos que podrán poner en peligro sus vidas o incluso por los que las llegarían a entregar. Por tanto, el valor y la trascendencia de todos estos personajes, no residen en si juegan o no al ajedrez que es, al fin y al cabo, una circunstancia casual, sino que se encuentran en el rol que desempeñan dentro de las circunstancias en las que se ven inmersos, o en sus tragedias personales, consecuencia del papel asignado o voluntariamente aceptado.

En definitiva, El peón es una obra en la que la recurrente metáfora del ajedrez como partida de la vida conjuga muy bien con los asuntos más destacados del libro como pueden ser el ejercicio del poder, la manipulación que este puede llegar a ejercer, los juguetes rotos que produce, o las consecuencias personales – en la mayoría de las ocasiones no deseadas para los “jugadores” de dichas partidas.

El peón (Pepitas de Calabaza, 2020) | Paco Cerdà | 256 páginas | 18,00 euros.

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