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‘Georgia on my mind’

PORTADA FINAL UNA INFANCIAUna infancia. Biografía de un lugar

Harry Crews

Acuarela & A. Machado, 2014

ISBN: 978-84-7774-218-0

240 páginas

13,90 €

Traducción de Javier Lucini

Prólogo de David Bizarro

Ilustrado por Michael McCurdy

 

Fran G. Matute

En lo poco que he leído de Harry Crews (lo que Acuarela & A. Machado ha publicado hasta la fecha) siempre he tenido la misma sensación: que la novela era un formato que este autor no terminaba de dominar del todo. La propuesta literaria de Crews se veía así sustentada (y validada) por la fuerza de sus historias, tan grotescas, retorcidas y cafres. Que Crews tiene un imaginario literario potente como pocos, no creo que haya quien lo ponga en duda; pero que sea un gran novelista, eso quizás sea más opinable. Mientras leía Una infancia. Biografía de un lugar (1978), para muchos su obra clave, me asaltaba constantemente la anterior apreciación ya que a esta exquisita y deliciosa suerte de memorias no he sido capaz de encontrarle pega alguna.

Aquí está el Crews más auténtico, el narrador sincero y honesto que se abre en canal para poner sus vísceras sobre la mesa, el que es capaz de reconstruir una infancia durísima con un halo absolutamente enternecedor, el que mira atrás sin ira, el que no distingue entre cuentos y recuerdos, el que homenajea con verdadera devoción a una tierra ingrata poblada de gente noble (y muy extraña) que sin duda configuró, en todas sus dimensiones, a ese niño con el alma llena de cicatrices que luego se convertiría en escritor, en un portentoso contador de historias.

En Una infancia Crews ofrece un sentido viaje sentimental hacía el pequeño y agreste condado de Bacon (Georgia), donde se crió allá por los años cuarenta del siglo pasado. “El mundo en que se movía la gente de la que procedo tenía tan poco margen de error, tan poco margen para la mala suerte, que cuando algo iba mal casi siempre acababa ocurriendo algo que lo empeoraba aún más. Se trataba de un mundo en el que la supervivencia dependía del valor, de un coraje crudo nacido de la desesperación y mantenido por la ausencia de alternativas” (p. 68). Así describe Crews el desolador panorama que se vivía entonces entre esa “buena gente del campo”, recién acaba la Gran Depresión y con poquísimas cosas que hacer o poseer más allá del terruño que algunos tuvieran la suerte de poder trabajar. Y calamidad tras calamidad, a veces provocada por la propia mano del hombre y otras por el más cruel de los designios, Crews nos hace saber que la única forma de sobrevivir en esos entornos es gracias a la fabulación: “Como tanto el lugar y el modo en que vivíamos se hallaban casi herméticamente cerrados con respecto a otros lugares y gentes, la invención se convirtió en un modo de vida. Hoy me parece que inventarse historias no solo fue la manera que teníamos para entender nuestro modo de vida, sino también una defensa contra el mismo” (p. 88).

Qué fácil es encontrar en este texto el germen de todo ese «gótico sureño» que rezuma la literatura de Crews: no solo porque transcurra en los estados de Georgia y Florida, donde se desarrolla gran parte de su novelística, sino por lo bizarro de las situaciones y los personajes (ese señor Willis y su odisea con las tenazas…) que marcaron su infancia. También está aquí presente ese respeto casi reverencial al campo y a la naturaleza que Crews siempre profesó (la cetrería, esa gran pasión a la que dedicaría su célebre The hawk is dying) y, por supuesto, queda patente de dónde nace esa capacidad innata que muestra el autor para fantasear sobre todo lo anterior: “Inventarse historias sobre aquellas cosas no solo hacía que las entendiésemos sino que nos ayudaba a poder convivir con ellas. (…) La fantasía puede no ser verdad en lo que respecta al mundo real pero ¿qué importa la verdad cuando la fantasía significaba supervivencia?” (p. 131).

La limpieza de la mirada de Crews en Una infancia es su principal activo y, a su vez, su elemento más extraño. Lejos parecen quedar los tatuajes, los años combatiendo en Corea, las drogas y el alcohol, los dramas de la vida, toda esa sobria leyenda negra que siempre ha acompañado al autor-personaje. En esta “biografía de un lugar” (qué gran subtítulo) no hay necesidad de escudarse tras unos personajes llevados al extremo ni de montar alambicadas estructuras narrativas para hacer llegar el mensaje. Aquí lo que encontraréis es la narración de un niño grande que lo ha vivido todo y sus recuerdos, su experiencia, conforman uno de los textos más hermosos sobre la condición humana que hayáis leído en mucho tiempo.

admin

3 comentarios

  1. Después de leer esta reseña, tengo clarísimo que debes proceder YA a la lectura de La senda del perdedor, de Bukowski. El próximo día te la doy sí o sí.

  2. Y tú que te debes leer a Harry Crews! Te llevaré los libros que tengo…

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