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Gloria bendita, nunca mejor dicho

JOSÉ CENIZO JIMÉNEZ / Hemos seguido la trayectoria de Lutgardo García Díaz (Sevilla, 1979) con verdadero interés por su calidad, respaldada por el V Premio Iberoamericano de Poesía “Hermanos Machado” y el accésit del Premio Adonáis 2013. La llave misteriosa, un intenso y emocionado homenaje, de principio a fin, al flamenco y a los flamencos, fue el último libro suyo que comentamos.

Como algunos poetas de su generación o anteriores –José María Jurado, Carmelo Guillén Acosta, Enrique García-Máiquez…- se centra a menudo, como en Senderos de Gloria, con mayúsculas Gloria, en la intensa vivencia de lo religioso, en la expresión del sentimiento de lo divino. Lo dice en el excelente prólogo el también poeta Juan Lamillar, que se refiere a cómo en sus libros encuentra “la presencia iluminadora de lo divino”. Lo sagrado -prosigue-, en esta ocasión, se inclina más hacia lo religioso que hacia lo mistérico.

El título remite enseguida al de la película de Kubrick, interpretada magistralmente por Kirk Douglas, de índole antibelicista, en blanco y negro, una joya de la historia del cine. Aquí queda la repulsa por la violencia, por la guerra, sea lejana -batalla del Marne de la I Guerra Mundial- o más cercana, como la de Afganistán, o actual, como la de Ucrania, invadida por Rusia y que aún vemos a diario en la televisión tras dos años de contienda. La crítica acérrima o la furia queda amortiguada, quizá, por esa especie de alivio, o eufemismo o como queramos llamarlo, cuando acaba un poema de un soldado muerto con estas palabras: “Y una bala que pasa, como un aria de Bach / luminosa y certera, / abre, entre sol y nubes, las puertas de la Gloria”. Si bien empezaba con esta descripción dantesca de la guerra (p. 54):

El mundo está hecho surcos de trincheras.

Es un huerto de muerte y de dolor.

La guerra, con su sucia dentadura,

ha ido hozando los campos dejándolos estériles.

Otros temas presentes son el perdón -“Misericordia”, “Mañana de diciembre”…-, el amor con sus luces y sus sombras, la belleza (aun en lo sencillo, como un nido), Dios y su presencia en todo…

En “Declaración” (p. 44) concluye:

(…) y también un sinfín de imperfecciones

que nos hacen pensar que existe un Dios

que se sonríe cuando nos besamos.

            Todo el libro tiene calidad y desde luego hay varios poemas, a nuestro parecer, extraordinarios, de lujo, como “Salmo”, “El fin de la música” o “Eclesiastés”, entre otros. Y lo son porque, claro, usan el lenguaje con maestría, un ritmo acorde y un efectivo conjunto de recursos literarios. Un poeta, en fin, de altura cuando habla de lo divino y de lo humano, que, para él, como para los poetas citados anteriormente y tantos otros, es lo mismo.

Senderos de Gloria (Númenor, 2023) |Lutgardo García Díaz | 80 páginas |  15 euros

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