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H de azor

H de HalcónCAROLINA EXTREMERA | “Un águila para un emperador
un gerifalte para un rey;
un peregrino para un príncipe,
un sacre para un caballero,
un esmerejón para una dama;
un azor para un hacendado,
un gavilán para un sacerdote,
un mosquete para un clérigo,
un cernícalo para un rapaz. “

(Libro de San Albano, 1486)

De todas las aves rapaces que aparecen en el poema, ¿cuántas somos capaces de reconocer por nombre? ¿Y por su aspecto o tamaño? Es muy posible que hayamos estado llamando “águilas” o “halcones” a la mayoría de ellas cuando las hemos visto sobrevolando las carreteras o en alguna película. De hecho, el título de este libro ya es controvertido, ya que en el inglés original, hawk es azor. H de azor. Menudo problema para la traducción al español. Y eso no es todo. ¿Se acuerdan de Lady Halcón? Pues se llamaba Lady Azor. ¿Y el Halcón Callejero? El Azor Callejero. Para añadir mayor confusión al asunto, el ave que aparece en la película de Rutger Hauer no es ni un halcón ni un azor: es un águila ratonera.

Hasta hace unos años, mi conocimiento sobre las rapaces era aún más básico que el de ustedes, pero en el verano de 2015 leí H is for Hawk, que había ganado el Premio Costa y el Samuel Johnson en Reino Unido, y experimenté el mismo furor por las aves que había sacudido a los británicos el año anterior. Luego, en otoño, Ático de los Libros lo tradujo al español y sucedió, en menor escala, algo parecido también aquí. Los vídeos en b que muestran azores en sus nidos o rapaces cazando experimentaron un aumento de visitas repentino y los libros sobre el tema empezaron a proliferar, como la afortunada recuperación de Kes de Barry Hines a cargo de la editorial Impedimenta y unos meses más tarde, la reedición por parte de Ático de los Libros de El azor de T.H White.

H de halcón es una historia de duelo, pérdida y de los caminos que emprendemos para superar el dolor. Helen Macdonald nos cuenta cómo entrenó a un azor hembra, Mabel, tras la muerte repentina de su padre y cómo se refugió en todos los pasos del adiestramiento para superar su dolor. La acompañamos a comprar el pájaro, la observamos mientras va controlando la cantidad de alimento que recibe y las horas de sueño a las que está autorizado y también vamos asistiendo a la transformación de su mente para acompasarla con el animal. El grado de intimidad que se genera entre mujer y ave y las conclusiones a las que esta cercanía conducen se van mostrando poco a poco mientras aprendemos el vocabulario casi arcano de la cetrería y su fascinante historia.

Sin embargo, Mabel y Helen no son las únicas protagonistas de estas memorias. La autora traza una línea paralela entre su propia experiencia y la de T. H White en su primer intento de dedicarse a la cetrería. A T. H. White se le conoce principalmente por haber escrito el ciclo artúrico de cinco novelas The Once and Future King, traducido al español como Camelot, que adapta La muerte de Arturo de Thomas Malory al público juvenil. Esta obra marcó la infancia de generaciones de británicos y americanos desde los años cincuenta en adelante y aunque fue menos conocida en otros países, tal vez los españoles la recuerden porque en ella está basada la película de Disney Merlín el encantador. En La espada en la piedra, la primer novela del ciclo, se cuenta la historia de un joven que ha sido abandonado y maltratado durante la infancia que es recogido por Merlín y, de mano del mago, va aprendiendo a convertirse en el rey que será, pero ese mundo idílico sin dolor ni pesar que White buscaba en el Reino de Camelot, estaba muy alejado de la propia experiencia personal del autor, que tuvo una infancia de maltrato físico y psicológico –sus padres incluso se amenazaban con dispararse el uno al otro durante sus terribles discusiones- de la que nunca se recuperó y una juventud dura en un internado inglés. A lo largo de su vida, intentó de muchas formas escapar a su naturaleza homosexual que, como él mismo reconocía en cartas y diarios, tenía cierta vena sádica que le aterraba. No llegó a aceptarse a sí mismo jamás y vivió durante la mayor parte de su existencia tratando de alejarse de los humanos a los que decía temer y despreciar.

Helen Macdonald nos cuenta con detalle los hechos que se describen el El azor, donde White explica cómo actuó adiestrando a su azor Gos y cuáles fueron los terribles errores que cometió. Entrelazando sus propios temores con los del autor de Camelot, ella nos muestra lo fácil que es equivocarse, lo complejo que es tratar con un ser vivo si lo único que se posee para ayudarse son libros y manuales. No creo que sea posible leer este libro sin sentir una piedad inmensa por White, a pesar de las consecuencias de sus equivocaciones.

H de halcón es un canto a la naturaleza de los animales tal cual es, alejándola de la mitología humana que se empeña en modelarla. “Las cosas salvajes están hechas de historias humanas”. La caza está mostrada en toda su gloria, como el instante en que Mabel por fin utiliza su fuerza con el fin para el cual ha evolucionado durante siglos y abate su primera pieza. En ese momento nosotros somos conscientes de que no hay nada malo en esta violencia instintiva y salvaje pero también comprendemos cuán lejos de los humanos se hallan las rapaces.

Los paisajes de Cambridge, donde Mabel realiza sus primeros vuelos, son descritos con precisión y una melancolía tal vez provocada por las circunstancias de pérdida sobrevuela siempre esas escenas en la campiña inglesa. “Enamorarse es una experiencia desoladora, excepto cuando uno se enamora de un paisaje”. También es una disección pormenorizada del dolor del duelo, de sus fases, del narcisismo del sufriente que todo lo relaciona con su tragedia, como Joan Didion en El año del pensamiento mágico, hasta tal punto que hay momentos en los que ella cree que el azor volará mejor si ella hace avances en su tristeza.

Es sin embargo, un libro esperanzador. El contraste entre la experiencia de ella y la de White, el carácter de Mabel, la nobleza del arte de la cetrería, la artesanía que la rodea, el vínculo que la une a la cetrera con el animal, así como el que tuvo con su padre, dotan de belleza cada página. El azor no es humano, los pájaros no lo son y, nosotros, al dotarlos de significado, tal vez les estamos haciendo daño. “Pienso en lo que representan los animales salvajes en nuestra imaginación. Y en cómo están desapareciendo, no solo de la naturaleza, sino también de la vida diaria de la gente, reemplazados por imágenes impresas o en pantallas. Cuanto más raro sea ver animales, menos significados podrán tener. El cóndor es un icono de extinción. Hay poco más en él que el hecho de ser el último de su especie. Y en esto radica el empequeñecimiento del mundo.”

H de halcón (Ático de los Libros, 2017), de Helen Macdonald | 352 páginas | 22,50 euros | Traducción de Joan Eloi Roca

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