LUIS ANTONIO SIERRA| Todos los años sobre el mes de mayo y como todo ciudadano que se precie de llamarse así, presento la declaración de la renta. Suele salirme a devolver. No es mucho, pero da al menos para pagarse una cena (o dos). Quienes tengo a mi alrededor, fundamentalmente asalariados y pensionistas, también la hacen y casi siempre les sale a devolver. De hecho, ahora que lo pienso, no conozco a nadie que no la presente, aunque también es verdad que no me codeo con grandes fortunas ni siquiera con grandes asalariados. Entiendo que es nuestra obligación, si creemos en un estado social y de derecho, contribuir de manera proporcional a nuestros ingresos con la financiación y ampliación de los servicios públicos – y ahí entran desde la educación hasta las pensiones pasando por la sanidad o la construcción de infraestructuras. Al fin y al cabo, esta idea es, precisamente, la que aparece blanco sobre negro en nuestra sacrosanta Constitución; paradójicamente, esa misma ley fundamental que algunos de los que la defienden a capa y espada luego la desprecian cuando pregonan sandeces como que cuantos menos impuestos paguemos, mejor, o que el dinero está mejor en el bolsillo de la gente.
Explicar todo el aparataje y el funcionamiento de los impuestos con un lenguaje comprensible al común de los mortales es tarea complicada por su inherente complejidad, pero hay valientes – editoriales y autores – que están comprometidos con los valores ciudadanos y se embarcan en aventuras de este tipo. Esto es lo que han hecho Carlos Cruzado y José M. Mollinedo con su libro Los ricos no pagan IRPF. Claves para afrontar el debate fiscal. Como se suele decir, este proyecto no hubiera sido posible sin la ayuda y el activismo de una editorial independiente ya referente en el paisaje hispano, Capitán Swing. Como decíamos, el tema por si mismo es tremendamente complejo y aunque se nota el esfuerzo de los autores por poner pie en tierra y utilizar un lenguaje comprensible para el lector, en ocasiones es fácil perderse entre conceptos que, por otra parte, entendemos que son difíciles de explicar. Aun así, la intención del libro queda meridianamente clara y debería ser de obligada lectura para aquellos que siguen bendiciendo las supuestas bondades del neoliberalismo.
Como todo el mundo sabe – y nos dejan muy claro Cruzado y Mollinedo – la financiación del Estado no solo se hace a través del IRPF y la declaración de la renta, sino también se contribuye con otros muchos impuestos tanto directos como indirectos. Pero, hete aquí que hay gente que no entiende – o no quiere entender – esto del bien común, de la progresividad fiscal, de la justicia social y, por lo que sea, se buscan las artimañas para eludir sus responsabilidades ciudadanas. Paradójicamente, esta gente incluso cuenta en ocasiones con la connivencia del propio aparato estatal que le muestra el camino de las exenciones fiscales, las bonificaciones, las amnistías (de las que no provocan crisis políticas), etc. Además, es muy llamativo – nótese la ironía – que el propio aparato del Estado, tanto el legislativo como el judicial, cuando se comete un delito fiscal castigue a los defraudadores con penas a veces irrisorias – Bárcenas, Urdangarín, Rato, … –, cuando no se van de rositas con ejemplos tan notorios como el de Messi, Juan Carlos I (el emérito), Shakira, y un largo etcétera.
Es cierto, como recuerdan los autores, que, en los últimos años de gobiernos progresistas, se han introducido medidas encaminadas hacia la justicia fiscal, hacia la redistribución de la riqueza como reza – insistimos – en la Constitución, pero son del todo insuficientes. Por un lado, nos encontramos con cierta falta de valentía y decisión por parte de nuestros legisladores, pero, por otro, hay que asumir que el poder fáctico (bancos, multinacionales, grandes fortunas, …) no lo tiene la izquierda. Por ello, cuando gobierna tiene que aprovechar la ocasión y hacer todo lo posible por enfrentarse a esos poderes para tomar medidas que vayan decantando la balanza hacia los intereses generales, esto es, hacia el beneficio de las clases populares. Es una tarea complicadísima por la cantidad de obstáculos que el poder hegemónico pone y la influencia ejercida por sus tremendamente influyentes medios de comunicación de masas y por sus aliados políticos de la derecha y la ultraderecha en el ámbito legislativo.
Quienes salen realmente beneficiados de la aplicación de esas políticas fiscales regresivas que en nuestro país ha aplicado la derecha – aunque también el PSOE menos socialista – son los ricos, pero lo asombroso del caso es que son muchos asalariados – y no precisamente los más afortunados – los que han comprado el discurso de esa derecha neoliberal y destructora del estado (ahí están los Milei, Trump, Ayuso, Orban, Bolosonaro y compañía). Les están meando y les dicen que llueve. Aquí, frente a estos discursos, la izquierda tendría que hacérselo mirar también porque no se entiende que un número preocupantemente importante de las clases trabajadoras defiendan con tanta vehemencia intereses que van en su contra. Para remar contra ese revisionismo ideológico existen libros como Los ricos no pagan IRPF.
Los ricos no pagan IRPF. Claves para afrontar el debate fiscal. (Capitan Swing, 2024) | Carlos Cruzado y José M. Mollinedo| 248 páginas| 22,00 euros.