
LUIS ANTONIO SIERRA | Hace años acudir a la feria del libro de Madrid era todo un acontecimiento ya que suponía, sobre todo, un momento para pasar un rato con amigos, organizar picnics en el Retiro al mediodía y si algún incauto se dejaba “engañar”, firmar alguno de mis libros en la caseta de Sílex Ediciones. Pero debo decir que esa ilusión ha ido desdibujándose con los años; será cosa de la edad, de que cada vez aguanto menos las riadas de gentes, de mi aversión al calor, … De cualquier manera, todos los años paso por allí, aunque sea un rato, para dejar mi conciencia tranquila. Para los defensores de los libros, de la lectura y demás podría considerárseme casi un esquirol de la feria, ya que a menudo despotrico contra esas multitudes que hacen irrespirable el paseo de caballos del Retiro, y, sobre todo, contra esas masas informes que acuden para seguir endiosando un poco más, si cabe, a esos autorzuchos productos de YouTube, de Instagram o de las grandes editoriales – léase premios Planeta y derivados –. Este año casi ejerzo mi esqurolaje al 100% porque estuve a punto de ni siquiera asomar la nariz por allí. Fue el último día de feria cuando hice acto de presencia y, bueno, no me quedó más remedio que comprar unos cuantos libros.
Uno de ellos fue One Big Union. Un gran sindicato, de Valerio Evangilisti y cuando acabé de leerlo hace unos días, me sentí en cierta manera identificado con su personaje, el triste y aspiracionista Robert Coates, un esquirol profesional en los Estados Unidos de principios del siglo XX cuando el movimiento obrero se está partiendo la cara por organizarse y plantarle cara al capital. Es cierto que lo de Coates es mucho más grave que lo mío, pero en cierta manera esa traición a mi misma clase social, esto es, a la clase lectora, está ahí. Eso sí, creo que mi esquirolaje es más sensato y digno que el del despreciable Coates, aunque a ratos el hombre dé un poco de penica y hasta sintamos lástima por él.
La historia de One Big Union describe a la perfección los métodos, estrategias y artes – malas, muy malas – empleados por el capitalismo ante el mínimo intento de organización por parte de la clase obrera para reivindicar mejoras laborales en primera instancia, o un cambio radical de sistema los más osados. En ese contexto, el capital echará mano de todo instrumento a su alcance para frustrar cualquier tentativa del proletariado, incluso si para ello tiene que utilizar a los mismos proletarios. Aquí viene a la perfección el dicho, salvando las distancias, de que no hay mayor tonto que un obrero de derechas. Pues de esos obreros con ínfulas de clase media, aspiracionistas, renegados de su clase social es de donde se nutre el esquirolaje dirigido y financiado por los patronos. Individuos como Coates se pondrán al servicio de la burguesía capitalista por un puñado de dólares y desde dentro trabajarán para minar, con distinta fortuna, cualquier intento de organización de la clase obrera. O sea, Coates, al igual que su hermana periodista o su hijo son el claro ejemplo de traidores a su clase social.
Por otra parte, también es interesante el retrato del movimiento obrero, del movimiento sindical, pues Evangelisti muestra las fracturas dentro del mismo, las luchas por la hegemonía y la evolución de estas organizaciones. Aunque fundamentalmente la novela gira en torno a la creación del Industrial Workers of the World (IWW), sindicato norteamericano con ramificaciones en otros países, presenciamos también la competencia con otros sindicatos, o vemos cómo se exponen las distintas formas de entenderlos, bien como movimientos que engloban a toda la clase trabajadora, con un perspectiva sociopolítica amplia y a ratos revolucionaria – dependiendo de los casos –, bien como organizaciones corporativas más parecidas a un club donde todos sus miembros cumplen con ciertas características de oficio, raza o incluso credo religioso. Dichas divisiones, nos guste o no, las hemos heredado las organizaciones sindicales actuales, circunstancia que, desgraciadamente, siempre favorece a la contraparte, esto es, al capital.
Estas son algunas de las razones que hacen de la lectura de esta novela un placer tanto para nuestra construcción ideológica como para nuestro deleite literario. Así que no se me ocurre mejor plan que acercarse inmediatamente a la feria del libro más cercana a nuestro domicilio y comprar One Big Union – a pesar de caer en el esquirolaje de ferias del libro.
One Big Union. Un gran sindicato (Hoja de Lata, 2024) | Valerio Evangelisti | Traducción de Francisco Álvarez | 446 páginas | 24,90 euros