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Historia de una transformación

REYES GARCÍA-DONCEL | No sabemos quiénes somos realmente hasta que las circunstancias nos ponen a prueba, hasta que desaparece el suelo conocido y seguro bajo los pies y nos enfrentamos desnudos de apoyos al futuro: «Cuando la vida nos empuja como un aullido interminable», que diría José Agustín Goytisolo. La novela que nos ocupa narra la transformación inevitable de Olga, una culta, refinada y atractiva mujer de la alta sociedad onubense tras la muerte de su marido en un extraño accidente, dejándola en la ruina con tres hijos pequeños.

Su vida plácida se desmorona de golpe, no solo por el accidente de Javier, su marido, sino por los posteriores rumores de desfalco y deudas acumuladas que la obligan a trabajar fuera de casa, primero como profesora particular de inglés para hijos de la colonia, después en el economato de la empresa Rio Tinto Company Limited, hasta que finalmente se independiza, decide cortar sus vínculos anteriores, aceptar ser administrativa en el ayuntamiento gobernado por los socialistas y enfrentar su vida bajo otro prisma. La vida idílica en la colonia inglesa de las minas de Río Tinto se le muestra excluyente y clasista, como siempre había sido para los otros, en un choque brutal para Olga que pertenece a las privilegiadas dentro del mundo privilegiado, la creme de la creme. «Mi padre perteneció a este club antes que todos ellos. Mi bisabuelo fue uno de sus fundadores». Este cambio de mirada transforma la imagen de sus amigos y de todo su entorno social, de manera que conforme avanza la narración vemos su necesidad cada vez más acuciante de soltar lastre: «El automóvil aún tenía muy pocos kilómetros. Además, formaba parte del pasado. Y el pasado ya no se podía recuperar»; de romper esa jaula de oro de comodidades para crecer como persona en un proceso de transformación, nunca fácil, donde a menudo se siente perdida: « ¿Qué había sido de ese mundo en el que ella había crecido y vivido sus primeros años de adulta? »

Paralelamente Entre mujeres aborda la transformación social y política de España, ya que la novela está centrada en los años 80, en las elecciones municipales, en la reconversión industrial —que fue especialmente dura con la minería y las agotadas minas de Rio Tinto en particular— y el consiguiente derrumbe de todo un estilo de vida clasista y anacrónico, que se instaló y permaneció así desde la explotación inglesa en el siglo XIX: «las fachadas de las casas inglesas, con sus barandas de madera verdes y sus tejados a dos aguas y sus chimeneas glaucas, y se derramaba con tibieza por la calle interior hasta las canchas de tenis». En este caldo de conflictividad social: «Javier había sido el principal gestor del recorte de plantilla y la cara visible de las negociaciones».

Entre mujeres anda la trama, incluso aunque ya no estén, como la madre, personaje muy importante, garante de las premisas y normas sociales: «no la animaron nunca a que hiciese una carrera», «su madre prefirió educarla para un buen matrimonio», siendo la sombra que le impide avanzar, tanto a ella como a su hermana Beatriz, pues ambas se debaten entre seguir un modelo de vida aprendido, que ya no les sirve, o descubrir el propio camino para adaptarse a las nuevas circunstancias sociales y personales. Habría que destacar a Adela, la que era su mejor, más íntima amiga, la persona que la ayudó en los inicios de su viudez pero de la que se va desencantando pues «hasta la mentira podía ser distinguida». O Doña Fanny, encargada del economato, personaje siniestro cuya existencia solo es posible cuando lo único que importa es mantener los privilegios de la empresa. Y destacar a Celia, su antagonista en el modelo femenino: emancipada, empoderada, con una carrera política, con un hijo pero sin reducirse al papel de madre… Siempre ha estado ahí mostrándole otra forma de ser mujer que a ella le ha atraído y repelido indistintamente. «Celia había tenido la misma mirada despierta y displicente desde que era niña, los mismos ademanes retadores y la misma dignidad herida» En esta pareja he reconocido ecos de la rivalidad que aparece en la tetralogía Dos amigas de Elena Ferrante.

Dentro de ese cambio vital de la protagonista no podía faltar asistir al descubrimiento de cómo era realmente su marido y su matrimonio. Casándose con Javier había reproducido el modelo materno heredado, pero una vez aislada de esa realidad, comprende que no lo conocía, y que en su matrimonio hubo demasiados silencios: «la prudencia y el hablar cada vez menos de sus cosas», y renuncias: «Propiciar que su marido cultivase sus aficiones mientras ella olvidaba cuáles habían sido las suyas», que ahora lamenta.

Es evidente el profundo conocimiento que del espacio físico y social tiene el autor, por lo que el escenario para mostrar la transformación —personal y del país— está muy bien elegido, pues ¿dónde mejor que desde el apacible, siempre ordenado y seguro mundo de Bellavista? La historia está bien construida, los personajes trabajados, y el arco de transformación de Olga tiene un adecuado ritmo de evolución a medida que la historia avanza, lo que es de agradecer. Pero en la novela se prima más el argumento que el estilo, sujeto al desarrollo de la acción, y aunque a veces aparezcan rasgos poéticos al describir los paisajes de Huelva: «Más allá del agua se extendía el resplandor de los pinares», se echa en falta una prosa más simbólica, con más capas de significado.

La transformación de Olga y la de España van en paralelo: ella se convierte en una mujer capaz de decidir su destino y España en un país más democrático, con grandes cambios sociales, económicos y políticos. Un tándem bien elegido.

Entre mujeres (Galaxia Gutenberg, 2024)| Coradino Vega| 288 páginas | 19,95 €

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