José Martínez Ros
Crisis, rescates financieros, paro, caos… Es obvio que necesitamos un pequeño respiro, y el verano nos invita a ello. Las editoriales españoles así parecen haberlo entendido, y nos ofrecen una nueva generación de novelas eróticas. Aquí me permito seleccionar tres de ellas, para que podáis elegir el destino literario y carnal que sea más de vuestro gusto: sociología sexual del XIX –Lolita secreta-, el archianunciado “porno para señoras” –Cincuenta sombras de Grey– o el erotismo intelectualoide de nuestros vecinos galos –El sistema Victoria-. Haz el amor y no la crisis.
El abuelito de Lolita
Lolita secreta
Anónimo
melusina [sic], 2012
ISBN: 978-84-1537-300-1
184 páginas
10 €
Traducción de Elisabeth Falomir Archambault
Este curioso libro -‘Confesion Sexuelle d´un Ruse du Sud’– fue publicado anónimamente en París en la década de los años veinte del pasado siglo. Recogido mucho tiempo después en los apéndices de un monumental estudio de psicología sexual editado en el mundo anglosajón, fue redescubierto por el distinguido crítico y literato norteamericano Edmund Wilson, quien se la envió a uno de sus mejores amigos, un exiliado ruso llamado Vladimir Nabokov que, por aquel entonces, sobrevivía en los Estados Unidos dando clase en un instituto femenino. El texto presenta algunas curiosas similitudes con la mundialmente famosa novela que ese mismo exiliado ruso publicaría seis años más tarde y que convertiría el nombre de su precoz protagonista, Lolita, en un santo y seña del erotismo -y la tragedia contemporánea-. Pero más allá del hecho de que Nabokov lo utilizara como fuente o no, posee valor en sí mismo.
A través de esta Lolita secreta recuperado ahora por Melusina conoceremos la iniciación sexual -bastante patológica- de un joven ruso a finales del siglo XIX y, por lo tanto, entronca con una fértil corriente narrativa dedicada a revelar el transfondo oscuro de la sociedad burguesa de la época, con ejemplos como Pétalo Carmesí de Michael Faber o Falsa identidad de Sarah Waters. Nos muestra un mundo desconocido y casi asombroso en el que, bajo el ominoso régimen zarista, las pulsiones sexuales se desarrollaban con asombrosa libertad, aunque con un claro ingrediente de depredación de las clases favorecidas por la fortuna sobre criadas, campesinos y desheredados varios. Resulta especialmente interesante la relación que mantiene el anónimo protagonista con Nadia, la prometida de un joven desterrado en Siberia por formar parte de uno de los partidos revolucionarios que proliferaban en el país, así como sus obsesivas reflexiones, cargadas de fatalismo decimonónico “doctoievskiano”.
La obra adquiere tintes dramáticos en su último tramo, con el personaje perdido en los vastos lupanares del sur de Europa, realizando lo que ahora llamaríamos turismo sexual, indicándonos de paso que para un europeo de finales del XIX España o el sur de Italia representaban algo parecido a Tailandia o Senegal para el imaginario contemporáneo.
Sexual Personae
Cincuenta sombras de Grey
E. L. James
Grijalbo, 2012
ISBN: 978-84-2534-883-9
544 páginas
17 €
Traducción de Pilar de la Peña Minguell y Helena Trías
Cincuenta sombras de Grey, ¡el libro del que habla todo el mundo! Bueno, a lo mejor no-todo, pero casi: el primer gran éxito global de la Era del e-book comenzó, paradójicamente, como un modesto homenaje a la saga Crepúsculo para, al final, independizarlo sus orígenes de fanfic, adquirir su propia categoría de fenómeno superventas y, quizás, inicio de una nueva tendencia «best-sellera».
Por un lado tenemos a Amanda, una estudiante de una universidad de élite norteamericana, virginal (se nota que no estudio en la misma facultad que la protagonista de Yo soy Charlotte Simmons de Tom Wolfe) y notablemente ingenua; por el otro, Christian, un multimillonario de gustos refinados -¡incluso toca el piano!-. Ella se enamora (por supuesto) de él, pero hay un problema: él. Su alma llena de demonios, producto de toda una serie de traumas infantiles, le lleva a que sólo esté dispuesto a iniciar una relación con ella con sus propias condiciones, que incluirán generosas dosis (bueno, a decir verdad, no tanto) de sumisión y sadismo.
Cincuenta sombras sobre Grey ha sido machacado por buena parte de la crítica feminista anglosajona, aunque no estoy muy seguro de que tengan razón: su, a ratos simpática, a ratos tontorrona, protagonista, no sólo procede de Historia de O, 9 semanas y media y otros clásicos del subgénero, sino también de un linaje literario mucho más honroso. A su manera, es una lejana, remota, vástaga de las grandiosas heroínas de Clarissa, La letra escarlata, Retrato de una dama o Jane Eyre. ¿Por qué? Porque, como ella, son mujeres indomables, animadas por una fe en sí mismas capaz de transcender cualquier circunstancia adversa y transformar al más satánico de los amantes en un santo varón, aunque sea en el lecho de muerte. E.L. James está lejísimos, por supuesto, de esos referentes -la novela oscila entre una prosa telegráfica y un estilo pseudo-gótico a lo Anne Rice bastante risible-, pero si es el inicio de una nueva moda me parece más respetable y simpática que los vampiros metrosexuales, cementerios de libros, códigos lo-que-sea, catedrales marinas y demás bazofia que ha copado las listas de ventas en los últimos años.
Ella lleva los pantalones
El sistema Victoria
Éric Reinhardt
Alfaguara, 2012
ISBN: 978-84-2041-141-5
432 páginas
19,50 €
Traducción de Manuel Serrat Crespo
El sistema Victoria es una novela muy francesa: hay mucho sexo, pero también mucha política, a ratos resulta brillante, en ocasiones excesivamente farragosa y un pelín plúmbea; y de fondo, sentimos constantemente la sombra del novelista francés de más éxito de los últimos años, el gran Michel Houellebecq.
El autor nos sitúa en un París distinto al que conocemos por tantas novelas y películas -nada que ver con Amelie o Los amantes de Point Neuf-: estamos en La Defense, el distrito financiero, uno de los centros nerviosos del capitalismo global, y los protagonistas se conocen en un centro comercial, lo que ya es sintomático de todo lo que vendrá a continuación: David es un arquitecto casado, con niños, un izquierdista sentimental que vive en su pequeña burbuja familiar; Victoria es una superejecutiva de una multinacional, una mujer sin raíces que se encuentra a sus anchas en un universo de salas VIP, hoteles de lujo, limusinas y viajes constantes. Rodeada de escenarios en fuga, por supuesto, su relación tendrá consecuencias catastróficas. La novela está bien escrita: Éric Reinhardt es un narrador meticuloso y elegante, aunque sus diálogos son algo plomizos. Pero la sombra de Houellebecq es demasiado alargada: a la hora de describir la “economía sexual” de nuestra época El sistema Victoria no admite comparación con Plataforma o Ampliación del campo de batalla que, además, son mucho más divertidas, y a ratos lamentamos que lo mejor de la novela, la propia Victoria -una semidiosa del capitalismo, “facha”, orgiástica, neocom, ardiente, desprejuiciada y cruel- no apareciera en ninguna de esas novelas.