LUIS ANTONIO SIERRA | No suele ser habitual que temas serios y de mucha trascendencia para la historia de la humanidad como, por ejemplo, el régimen nazi, el estalinismo o las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial se tomen a la ligera. Normalmente, cuando estos asuntos son trasladados a la literatura, el tono adoptado suele ser profundo, tremendamente serio y, en la mayoría de las ocasiones, trágico. Y no es para menos. Podrían ser legión los ejemplos de novelas que discurren por estos derroteros. Lo que no es tan común es tomar cierta distancia sobre los acontecimientos y abordarlos desde el humor, desde la ironía y, por qué no, desde el cinismo, aunque sin caer necesariamente en la frivolidad. Ya dijo alguien por ahí que el humor es un asunto muy serio y, añado, puede servirnos para tratar cuestiones muy notables y que no nos lleven necesariamente a un estado de absoluta depresión.
Alek Popov, aclamado escritor búlgaro, se ha servido de esta estrategia en las dos novelas que lleva escritas sobre las aventuras y desventuras de las hermanas Palavéevi: Kara y Yara en la tormenta de la historia; y su secuela, Kara y Yara rumbo al nuevo mundo (y todo apunta, por cómo finaliza esta segunda entrega, que puede haber una tercera sobre las tribulaciones de estas mujeres). Aunque, por lo que acabamos de decir, podría parecer obligada la lectura correlativa de estas las novelas, sin embargo, la segunda entrega, la que pretendemos reseñar, contiene suficiente información contextual sobre la anterior que hace innecesaria su lectura ya que esta última alcanza entidad propia y autónoma – aunque aconsejo hacerlo tanto por el mero placer de leer como por su calidad.
Kara y Yara rumbo al nuevo mundo es un artefacto lleno de decepciones ideológicas, de caída de mitos, de toma de conciencia sobre la imposibilidad de ciertas utopías, del naufragio del espíritu revolucionario. En definitiva, y según Popov, de lo que se trata es de darse de bruces con la realidad. Este ambiente de frustración es ilustrado por el autor con situaciones en las que convencidos revolucionarios socialistas empiezan a probar – y a disfrutar – los lujos de la vida capitalista, o con muestras evidentes de que la estratificación social se mantiene a pesar de la dictadura del proletariado, cosa que, por otra parte, leíamos hace poco también en Una carpa bajo el cielo, la maravillosa novela de Liudmila Ulítskaya reseñada hace unos meses en esta misma revista (https://www.criticoestado.es/normalidad-sovietica/). En el caso que nos ocupa, las contradicciones revolucionarias se manifiestan claramente cuando, tras el final de la Segunda Guerra Mundial y el ascenso comunista al poder en Bulgaria, somos testigos de la permanencia de las diferencias de clase existentes antes de la conflagración – quizás no tan evidentes, pero existentes al fin y al cabo.
Un elemento satírico interesante dentro del relato de Popov es el de la asunción de los ideales marxistas por parte de las clases altas y aristocráticas las cuales, en principio, no casan en absoluto con los ideales revolucionarios socialistas. No es casualidad, por consiguiente, tanto que Kara y Yara provengan de la alta burguesía búlgara, como que también tengan esa procedencia social Ramón y Gloria, la joven y cuasi aristocrática pareja cubana que abandona sus estudios universitarios en París para volver a su país y unirse a la revolución en ciernes de los “barbudos”. Son personajes algo manidos que representan el tedio de la vida acomodada, la inocencia de quien vive en una burbuja de privilegios. De esta manera, Popov consigue desnaturalizar y deshumanizar – ridiculizar dirían otros – a los protagonistas de episodios que, nos gusten o no, moldearon el mundo durante más de medio siglo y – con sus aciertos y errores – cambiaron el paso del devenir histórico en muchos países.
Sin embargo y como sucede en muchas novelas (burguesas escritas para burgueses), el orden social que se vio violentado finalmente se restablece, el círculo se cierra, todo vuelve a su disposición natural. Es decir, tanto Kara como Yara vuelven a ocupar esas posiciones sociales privilegiadas que abandonaron en su momento. Así pues, Yara se ha convertido en la mujer de un piloto de la RAF hijo de un acaudalado comerciante de güisqui, mientras Kara ha escalado en el escalafón de la élite del poder búlgaro como miembro destacadísimo de la inteligencia búlgara con todas las ventajas que conllevaba.
Finalmente, existe un aspecto perturbador a lo largo de esta novela y que no acertamos a encontrarle demasiado sentido. Nos referimos a la constante violencia sexual a la que son sometidas ambas hermanas en repetidas ocasiones y con descripciones bastante explícitas. Probablemente no lo hayamos entendido y nos estemos perdiendo algún detalle que Popov podría aclararnos, pero bajo nuestro parecer, aparte de la violencia gratuita, no aportan gran cosa a la novela.
Esta novela tiene, sin duda, más lecturas y más capas que una reseña de estas características no puede ni debe abarcar: espías, reivindicación de la mujer, belicismo, etc. Por ello, creemos que hay que meterse en la narración, disfrutarla a pesar de esos contenidos chirriantes que acabamos de mencionar y sonreír – a veces hasta soltar alguna carcajada – en momentos realmente hilarantes.
Kara y Yara rumbo al nuevo mundo. (Hoja de Lata, 2023) | Alek Popov |Traducción de Viktoria Lefterova y Enrique Maldonado | 416 páginas| 22,90 euros.