EDUARDO CRUZ ACILLONA | Cuando Louis Amstrong veía árboles verdes y rosas rojas también, cuando veía cielos de color azul y nubes blancas, cuando veía las caras de la gente que pasaba y a sus amigos estrechándose las manos, cuando oía a niños llorar y los veía crecer, cuando ocurría todo eso y terminaba exclamando “what a wonderful world / qué mundo tan maravilloso”, Louis Amstrong, digo, se convertía en el notario de una escena cotidiana, sencilla, salpicado por la parcialidad y la sensibilidad del poeta.
Y lo hacía así porque era músico. Y los músicos tienen la obligación, suponiendo que tengan algún tipo de obligación, de ponerle banda sonora a la belleza. Los psicoanalistas, en cambio… Se mueren por un conflicto. Viven de ellos. La belleza, sí, pero ¿y tu infancia? Dices que le quieres como a un hermano… ¿Cómo Caín a Abel?…
Y antes de seguir por ahí y acabar imitando a Woody Allen, desvelemos ya que Lola López Mondéjar, además de escritora, es psicoanalista. Y no es que se muera por un conflicto, como se sostiene en el párrafo anterior, pero sí que trata de buscar la belleza en el interior.
Esa mezcla, entre Louis Amstrong y el psicoanálisis, resulta un posible titular que resuma este libro de relatos y sus intenciones. La autora desplaza las tramas de los relatos a lugares idílicos repartidos por toda la geografía terrestre: desde el dolmen de Menga, en el valle de Antequera, hasta la Sibila de Nápoles pasando por las playas de Ecuador, las islas Chibe, un crucero por la costa de Vietnam, un safari en África y hasta el centro comercial Les Halles en París.
En todos esos escenarios, que forman parte de ese mundo tan maravilloso en el que vivimos, la autora sitúa personajes con conflictos internos y preguntas sin resolver. Las protagonistas, siempre mujeres, aparecen acompañadas por parejas, maridos, familias, amigas, etc… Y en todos los casos, más allá del deleite por lo que les rodea, se describe otro mundo, el interior, en el que, a diferencia del primero, donde siempre brilla el sol, hay más sombras que luces, hay más interrogantes que exclamaciones, hay más pensamientos en blanco y negro que postales a todo color.
Aunque en la práctica totalidad de los relatos el esquema de desarrollo es bastante similar, llama la atención el titulado “Pedid un deseo de amor”, el que transcurre en el centro comercial de París. No contaré nada, pues cualquier adelanto rompería la magia de este cuento. Simplemente apuntaré que al final suena la canción de Amstrong y que ese detalle justifica, a mi entender, toda la filosofía o, como dicen los críticos con estudios, toda la poética que encierra el libro, y que viene a justificar, de alguna manera, el título de esta reseña.
Me hubiese gustado ver aparecer ese cuento en la última posición del índice, como colofón de lo leído, viajado y transitado. Sin embargo, López Mondéjar ha preferido reservar ese espacio a un apartado titulado “Mundos futuros”, compuesto por tres relatos alejados en el tiempo de “Estos mundos”, que conforma el grueso del volumen, y que nos presenta escenarios distópicos donde el conflicto interior sigue ejerciendo de invencible protagonista.
No penetren en estos mundos, ni en los futuros, quienes no sean capaces de soportar sus propias preguntas. Porque este libro genera preguntas. Sobre la condición humana, sobre nuestra propia forma de ver la vida y lo que nos rodea, sea un paisaje idílico o un puñado de semejantes. Este libro nos hace, en definitiva, mirar hacia dentro. La escritora psicoanalista, en ese sentido, se ha salido con la suya.
NOTA AL MARGEN: cuando coincidamos en una presentación de su libro, tengo que preguntarle a la autora por qué los nombres de todas sus protagonistas comienzan por M. He buscado en el psicoanálisis y no he encontrado nada…
Qué mundo tan maravilloso (Ed. Páginas de Espuma, 2018) | Lola López Mondéjar | 192 pags. | 17€