0

La forma como fondo

ASPERASEDA

MANUEL MACHUCA | De Paco Gallardo, una leyenda del baloncesto sevillano, un excelente médico, tendría dudas a la hora de opinar cuál es su faceta más destacada, no en vano es de esas escasas personas que todo lo que hace lo realiza de una forma extraordinaria. Basta leer lo que escribe en Facebook para reconocer que es un magnífico escritor, un poeta en prosa, que no necesita dibujar más allá de unas líneas para emocionar, para desarmar con la palabra a quienes tenemos la suerte de leerle. ¿Qué es si no la buena literatura?

La novela se desarrolla en la Sevilla oscura y tenebrosa de la época posterior a la Guerra de la Independencia. Flora de Letona, harta de los malos tratos y la violencia de su marido, el teniente ilimitado Juan Ballester, héroe en la contienda contra los franceses, inicia una demanda de divorcio que la lleva a convertirse en mujer depositada, al quedar confinada en uno de los beaterios de la ciudad mientras se resuelve el proceso.

Áspera seda de la muerte, la novela con la que ha obtenido el Premio de novela Ciudad de Badajoz, es una obra excelente, y voy a tratar de explicar por qué me lo ha parecido sin que tenga nada que ver el afecto y admiración que tengo hacia la persona que hay detrás del escritor. No en vano hay muchos otros y otras a los que aprecio, a los que tengo por amigos, y a pesar de ello no es de mi gusto lo que escriben.

Ambientada en la Sevilla de principios del siglo XIX, Áspera seda de la muerte parece en principio una novela que nos habla del papel de la mujer en la sociedad de la época, en la que el maltrato no era más que una consecuencia tan natural como desgraciada. Y por supuesto que lo es, como lo es también, y creo que es el argumento de fondo, el coste personal y social que padecen en este país, y en Sevilla de una manera muy especial, aquellos que apuestan por el progreso, que acaban enfrentados al poder establecido, tan poderoso como ignorante.

La novela es un retrato de la Sevilla de la época, aunque me atrevo a decir que esa foto sepia que realiza el autor podría realizarse hoy también en formato .jpg. Desgraciadamente, los tiempos de oscuridad no han pasado en Sevilla y lo peor es que no hay indicio alguno de que desaparezcan. Ya lo dijo el reciente hijo predilecto de la provincia Alfonso Guerra, aquí quien se mueve no sale en la foto, y esta frase podría aplicarse a tiempos anteriores al daguerrotipo. Una ciudad que permanece ensimismada, secuestrada por las familias que la tomaron en 1248 y que condena al inframundo a los librepensadores. En este sentido, es magnífico el correlato que realiza el escritor en el último capítulo, en su recorrido a través de pasadizos oscuros hacia la casa del inglés convertida en prisión de liberales. Como sevillano y como librepensador, no puedo negar la angustia y desazón que he sentido al leer esta novela, desgraciadamente tan actual a pesar de los doscientos años que nos distancian de la trama. Sevilla, España, es la patria de unos cuantos que se encargan de taponar el progreso.

Los personajes me han resultado redondos y extraordinarios, tanto los principales como los secundarios: el doctor Arribas, como encarnación del progreso; Juan Ballester, el teniente ilimitado, correlato del atraso y de la violencia que lo sustenta; Flora de Letona, la representación de la heroicidad que supone tratar de cambiar algo; y todos los secundarios, bien cerrados cada uno en su papel. Mención aparte se merecería la ciudad como personaje que lo envuelve todo, que lo explica todo. Paco Gallardo se convierte así en uno de los escritores que mejor han retratado la ciudad.

La ambientación de la época tiene tras de sí un trabajo arduo, una documentación paciente, un trabajo de hormiga, de un paciente ratón de biblioteca al que puedo imaginar dedicándole durante años el escaso tiempo que pueda disponer.

No quiero terminar sin destacar algo que me ha parecido esencial de la novela, como es su prosa, auténtica prosa poética a la que nos tiene acostumbrados a sus seguidores de Facebook, tan poderosa que no solo es capaz de irradiar belleza, sino que sostiene ella misma la trama de la novela. Si afirmo que es prosa poética es porque estoy convencido de que es la palabra y no la acción la que soporta todo el proceso creativo. La forma de escribir no es solo cuidada, bella o escrupulosa, sino que mantiene el ritmo de la obra por sí sola, se basta y se sobra. Qué pocos escritores son capaces de hacer eso y qué bien lo hace. El ritmo, la intriga, la emoción las marcan las comas, las repeticiones de frases cuidadosamente elegidas, los saltos de escena, las idas, las venidas. Es aquí donde Áspera seda de la muerte deja de ser una buena novela y se hace extraordinaria, y solo deseo que tenga el éxito que sin duda merece.

Áspera seda de la muerte (Algaida Editores, 2018) | Francisco Gallardo| 344 páginas| 20,00 €

admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *