0

La fragilidad de los progenitores

Héroes de la FronteraCAROLINA EXTREMERA | “Josie comprendió con claridad meridiana la verdad irrefutable: la gente interesante no puede criar niños. La propagación de la especie depende de los monótonos. En cuanto descubres que eres diferente, que tienes cambios de humor, que tienes antojos, que te aburres, que quieres ver la Antártida, no deberías tener hijos. ¿Qué les pasa a los hijos de gente interesante? Salen mal, es inevitable. Machacados.”

Hace unos años leí Ojalá nos perdonen de A.M. Homes y me encontré pensando que, habitualmente, no es fácil leer una novela de calidad que tenga un mensaje esperanzador. Por ejemplo, el Oscar a la mejor película casi nunca recae en una comedia, como si el drama, el dolor y la muerte supieran engrandecernos mucho más que la alegría o el humor. O a lo mejor soy yo, que porto unos genes masoquistas y cuánto más hecha polvo me deja un libro, más me gusta. Mi abuela solía volver del cine llorando a lágrima viva y diciendo: “¡qué bien lo hemos pasado!”. Así que me sorprendió bastante el ambiente de esperanza constante que sobrevuela la novela de Dave Eggers. Esto es Alaska, sí, pero no tiene nada que ver con la de David Vann. Aquí no se trata de un hombre que huye de sí mismo para volverse a encontrar sin remedio, sino de una mujer que busca una vida nueva.

En Héroes de la frontera encontramos a Josie, una mujer que está en Alaska, en una autocaravana a la que ha bautizado como “el Chateau” que está utilizando para huir con sus hijos sin avisar a su pareja y padre de éstos, Carl. Acaba de perder su negocio y se siente responsable de la muerte en Afganistán de un joven al que apoyó en su decisión de alistarse. Toda esta información la revela Eggers en dos páginas, las primeras, de forma que de ahí en adelante la novela se mueve alternando momentos de flashback con la trama que se dirige al futuro.

Hay grandes aciertos en este libro, como empezarlo ya en Alaska y ahorrarnos el viaje desde Ohio o la sensibilidad que demuestra el autor para las descripciones y la minuciosidad de fijarse en detalles que podrían ser irrelevantes si no fuera porque resultan ser la clave de los retratos que muestra. El derroche de humor, nunca excesivo y a ratos absurdo rayando en lo publicitario –hay una maravillosa fantasía en la que la protagonista inventa el hilarante Decepcionado: el Musical– no es lo único que recuerda a David Foster Wallace en esta obra. Hallamos ecos suyos también en el análisis de la depresión y la inestabilidad y en la facilidad con la que se reflejan los cambios de humor, de forma que al lector le parecen tan naturales como a la persona que los sufre.

Antes de empezar a leer, cuando eché un vistazo a la sinopsis, vi que la huida al norte se producía con niños. Niños. Nada de críos, suelo pensar antes de elegir un libro, porque la mayoría de los autores los retratan de forma aburrida o bien de forma demasiado real, en cuyo caso me agobio de toda la atención que hay que prestarles. Ana y Paul, los otros dos héroes de la frontera, son sin embargo dos personajes fabulosos, cada uno con una personalidad diferente y magníficamente definida, el niño casi adulto responsable y la niña destructiva y fiera. Se les coge hasta cariño. Tal vez, se deba al respeto con el que el autor los aborda, igual que al resto de los personajes, a los que nunca trata con condescendencia.

Dave Eggers sabe gestionar bien los flashbacks e integrarlos con el argumento principal, insertando también numerosas reflexiones sobre la vida americana, la monotonía de las zonas residenciales, la mentalidad de otros países o la crianza. No se hacen pesadas en ningún momento porque las dosifica bien, así como los momentos de acción, algunos de ellos dignos de una película. También están conseguidas las metáforas sobre la huida y la inestabilidad, con esa caravana como recipiente de las vidas de tres personas y todos esos personajes que van encontrando a su paso como en un cuento de hadas moderno.

Pero hay algo que me ha resultado lo mejor de todo: el retrato de las debilidades de los progenitores. En los últimos tiempos se habla mucho de crianza, de los niños, sobre qué es lo mejor para ellos y quienes pueden o deben tener hijos y quienes no. Cualquier incidente mínimamente novedoso en sus infancias, desde acostarse a horas diferentes los distintos días de la semana hasta cambiar de domicilio demasiadas veces es contemplado por la psicología como algo que puede destrozar sus vidas para siempre. La gente interesante no debería tener hijos. En Héroes de la frontera hay una desmitificación de esa idea, tal vez Eggers no sea un experto en infancia, tal vez no tenga razón, pero el hecho de pensar que los padres son seres humanos y no pilares inamovibles ya es un avance que merece la pena. “¿Tan terrible es admitir la fragilidad del progenitor? Tal vez debiera presentarse desde el principio, para que después la impresión no fuera tan fuerte. Reaccionamos mejor cuando ya nos esperamos la tragedia, la calamidad, el caos”. Josie es un desastre, nunca teme que sus hijos se hagan daño aunque estén rodeados de peligro, y es muy hermoso ver cómo avanza esta familia a pesar de no estar regida por las normas convencionales.

Hay un defecto, por supuesto, en Héroes de la frontera. Igual que porto genes pesimistas, también los tengo orgullosos y, como casi todos los adultos, me resisto a que me intenten educar. No me gustan los mensajes ni los esfuerzos didácticos, y Eggers tiene esa particular necesidad de advertir, de aleccionar. Quizá la esperanza de este libro resida directamente en su mensaje y me tenga que contradecir. A lo mejor no es el deseo de enseñarnos que la vida es algo que debería definirse y resolverse día a día en vez de un bloque de piedra lo que me molesta, sino el hecho de que se note demasiado que hay una intencionalidad en la novela. Por lo demás, merece mucho la pena leerlo.

Héroes de la frontera (Literatura Random House, 2017) de Dave Eggers | 357 páginas | 22,90 euros | Traducción de Cruz Rodríguez Juiz

admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *