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La literatura como herramienta de defensa

LUIS ANTONIO SIERRA | La reciente invasión rusa de Ucrania ha hecho aflorar de nuevo los temores a que el invasor haga uso de su arsenal nuclear, capaz de destruir varias veces este planeta, según aseguran fuentes solventes. Cuando el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, dejó caer dicha posibilidad, los medios de comunicación por estos lares empezaron a hablarnos sobre la capacidad del Air Force One de estar en vuelo permanentemente para lidiar con una crisis nuclear de alcance planetario, sobre el búnker de la Moncloa donde nuestro gobierno se puede guarecer y dirigir el país, sobre refugios construidos por instituciones y particulares en los peores años de la Guerra Fría. En definitiva, sobre cómo sobrevivir – algunos – a una hecatombe de tamaña magnitud. Yo lo tengo claro. Si las potencias nucleares se enzarzaran en un conflicto de ese calado, nos iríamos, con perdón, todos a la mierda, y punto. Ni refugios, ni refugias, ni lugares seguros.

Eso sí, mientras llega y no llega ese momento – esperemos que no suceda nunca –, los listos de turno, como Segismundo Segundo en la última novela de Isaac Rosa, Lugar seguro, alimentan el miedo en su propio beneficio. Ya saben: “cuanto peor mejor …. el suyo beneficio …”, Rajoy dixit. No solo me refiero a los catastrofistas que predicen el desastre nuclear, sino principalmente a otros que llevan tiempo, mucho tiempo, alimentando el temor de la gente corriente con supuestas plagas que amenazan nuestro bienestar pseudoburgués como pueden ser las hordas de okupas que entran en tu casa mientras vas a comprar el pan, los pandilleros juveniles (si son latinos, mejor) que van matando gente a machetazos por la calle, o esos grupos mafiosos del este de Europa (rusos y ucranianos, entre otros) que se han hecho de oro con la prostitución y el tráfico de drogas, e incluso los inmigrantes – moros, subsaharianos, latinos, rumanos, etc. – que vienen a quitarnos el trabajo y a vivir del cuento gracias a que se llevan todas las subvenciones del gobierno. Este miedo irracional al otro, al pobre, al extranjero ya lo explotó el propio Rosa en El país del miedo, una brillantísima novela suya publicada en 2008. En la que nos ocupa, Lugar seguro, el autor vuelve a lo mismo, aunque con otros matices también dignos de resaltar y que hacen estallar, otra vez, las costuras del sistema capitalista neoliberal – marca de la casa – que aprieta a todo el mundo, incluso a esos supuestos triunfadores que, como le sucede a los Segis de la novela, no provienen de eso que algunos se atrevieron a llamar casta y a los que Isaac Rosa tampoco trata con condescendencia; no se lo merecen. Aunque el sistema nos insista machaconamente con la idea de que podemos cumplir nuestros sueños con trabajo y esfuerzo – mentira –, aquellos que llegan y lo disfrutan – independientemente de cómo lo hayan logrado – acabarán siendo marginados, engañados, estafados por los pata negra, por la casta, por los que ya estaban allí por derecho propio. No tolerarán que unos advenedizos se atrevan a ser como ellos, a acostarse con sus mujeres, a convertirse en miembros de sus clubes exclusivos. Incluso dentro de las altas esferas puede darse el clasismo.

Pero, como decíamos, tampoco es que las tres generaciones de Segismundos sean tratadas benévolamente por el autor, ya que se trata – cada uno dentro de su “negociado” – de tres caras de la misma moneda, es decir, abuelo, padre e hijo han pretendido utilizar el ascensor social por la vía rápida, o sea, a través del engaño, el fraude y la estafa con el consecuente peligro de ser ellos mismos engañados, defraudados y estafados por otros como ellos. Y todas estas (malas) artes a costa de sus iguales y siguiendo las enseñanzas del manual del buen neoliberal: el éxito y el fracaso en la vida son responsabilidad tuya y solo tuya, solo puede quedar uno, la ley del más fuerte es norma, etc.

En definitiva, sin ser, probablemente, la mejor novela de Isaac Rosa – y eso que ha sido galardonada con el Premio Biblioteca Breve 2022 – entiendo que es una lectura placentera, interesante, con una voz autoral claramente distinguible, pero, sobre todo, es una novela altamente recomendable, casi de obligada lectura, dados los tiempos que corren. Y es que no podemos olvidar que la literatura es una herramienta de defensa contra los males del sistema.

Lugar seguro. (Seix Barral, 2022) | Isaac Rosa | 312 páginas | 19,90 euros

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