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La Lucia Berlin vasca: lo cotidiano como indagación

Eider

FLORA JORDÁN | Este conjunto de relatos de Eider Rodríguez, que ha sido reconocido tanto por la crítica como por el público en general, es un auténtico tesoro desde el punto de vista literario. A través de sus historias cortas, pero de una potencia extraordinaria, la autora es capaz de sumergirnos en un mundo vasco y al mismo tiempo universal, nos invita a explorar la belleza de los objetos cotidianos, a darle más importancia a la corporeidad y crea unos personajes complejos y pulidos que siempre están al borde del abismo. Cada una de las historias que se plantean en Un corazón demasiado grande nos remueven tanto que funcionan como verdaderos trallazos, por ello es difícil leer todos los relatos seguidos, precisamente por la carga emocional que se traslada al lector.

El tema esencial y denominador común de casi todos los relatos es la complejidad de las relaciones intrafamiliares, haciendo especial hincapié en la relación madre-hija. Este será un leit motiv que se repetirá a lo largo de los relatos, donde la madre aparece como un ser oscuro, indignado, apático que no entiende a sus hijos, ni encaja con ellos. Esta tensión narrativa entre madre-hija se hace especialmente visible en relatos como “El tercer regalo”. La desaprobación de la hija hacia la madre marca el ritmo narrativo, a través de un diálogo frío y distante, pero al mismo tiempo vemos la unión entre ambas a través del rol tradicional femenino impuesto: “Saoia y la madre se quedan fregando” (página 259). Sin embargo, el relato por excelencia que aborda de nuevo la siempre difícil relación madre-hija del libro es “El Cumpleaños”. Éste es sin duda uno de los relatos más tiernos y a la vez duros del libro. La capacidad de evocación de un ambiente de cumpleaños triste y apagado, la familia marcada por las secuelas físicas de un terrible incendio, la soledad de la madre y el deseo contenido son algunas de los ejes de este poderoso relato.

Algo fascinante de Eider Rodríguez es su uso intermitente de la ternura y la dureza. En una misma frase es capaz de aunar ambas y generar un tipo de ruptura sólo al alcance de otra gran escritora como Lucia Berlin, de hecho, me arriesgo a decir que Manual para mujeres de la limpieza puede haber sido una gran fuente de inspiración para nuestra autora. El interés de ambas por huir de personajes estereotipados, explorar la hipocresía de las llamadas sociedades multiculturales (como podemos apreciar en el relato de Eider “El verano de Omar”) y las historias aparentemente cotidianas pero con gran calado son características comunes.

Como mencionaba anteriormente, Eider Rodríguez, que tiene predilección por la frase corta, utiliza el recurso de la contraposición de elementos para romper los esquemas del lector y abrir una ventana nueva a otras realidades. El arranque del relato “Viaje a la semilla” comienza así: “La leche fresca del amanecer se mezcla con las últimas colillas de la noche” (pág. 207). La leche fresca vs las colillas, lo sano vs lo nocivo, la belleza y el dolor en cada línea como ha señalado Belén Gopegui.

También es interesante resaltar el papel esencial que juega la gastronomía en los relatos. La comida es otro personaje más, pues anticipa y desata emociones. Podemos establecer una correlación entre el uso de la descripción  y la disposición de los alimentos en la mesa y la tensión entre los personajes, como ocurre en el realismo mágico de Como agua para chocolate de Laura Esquivel. Los alimentos sirven para canalizar el amor, pero también la ira, la incertidumbre o el desasosiego. “En la mesa de la cocina, L`équipe salpicado de migas, un trozo de pan y una piel de chorizo” (pág. 138). Este bodegón del relato “Gatos” no es sólo una descripción de un lugar determinado, sino un espejo del tipo de vida solitaria de uno de los personajes que sólo se siente realizado cuando comparte su vida a través de los animales con otra señora de su misma edad y también sola. Otro ejemplo que da fuerza al argumento de que la gastronomía es esencial en la obra de Eider Rodríguez es el comienzo del relato “La Muela”, uno de los mejores desde mi punto de vista por la fuerza de la memoria y la verdad que transmite. El inicio siempre inquietante y utilizando elementos a priori contrarios, centra nuestra atención desde el primer momento: “Cuando se me partió la muela algo cambió en la relación que mantenía con el mundo. Estaba cenando con Gorka, codillo de cerdo cubierto de mermelada de tomate, cuando entre crujidos se produjo la hecatombe. Iba a ser nuestra  última cena” (pág. 149). Como se puede comprobar, prácticamente cada frase es una epifanía.

Animo a los lectores/as a acercarse a estos veinte relatos que exploran las relaciones familiares y humanas, a veces retratadas como un auténtico tormento pero absolutamente necesarias, el cuestionamiento del rol de la mujer y la maternidad en la sociedad, el compromiso político y social, el ecologismo y la identidad del pueblo vasco a través de sus costumbres, sus paisajes, su intrahistoria y toponimia en un mundo globalizado como el nuestro. Disfruten de su belleza y dolor a partes iguales.

Un corazón demasiado grande (Random House, 2019) | Eider Rodríguez | 286 páginas | 17,95 euros

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